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Fidel y "la crisis de octubre"
Vie, 29/10/2010 - 11:04

José Ignacio Moreno León

El presidente Santos y el futuro de Colombia
José Ignacio Moreno León

Ingeniero químico de la Universidad de Louisiana (USA), Master en Administración de Empresas de la Universidad Central de Venezuela y en Administración Fiscal y Desarrollo Económico de la Universidad de Harvard. Es además rector de la Universidad Metropolitana de Venezuela.

El derrumbe físico y político del Muro de Berlín, producto de la presión popular que logró la reunificación de Alemania y la implosión del férreo sistema comunista que controlaba hasta entonces a la llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), mejor conocida como Unión Soviética, fueron trascendentales acontecimientos que se generaron en una rápida secuencia entre 1989 y 1991, poniendo fin a la conocida como época de la Guerra Fría o del mundo bipolar, que se había iniciado a raíz del cese de las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial, en 1945.

Fue este un período de más de cuatro décadas, caracterizado por recurrentes tensiones entre los dos grandes bloques de poder que se disputaban la hegemonía mundial, la URSS y los Estados Unidos y que, en ocasiones, estuvieron a punto de arrastrar a la humanidad a una conflagración apocalíptica.

En efecto, ese Armagedón bíblico hubiera acontecido si la Unión Soviética hubiese persistido en su intento de establecer las bases de los misiles balísticos, con cabezas nucleares de mediano alcance (4.000 Km.), capaces de impactar vastas regiones de los Estados Unidos, que con la anuencia del régimen castrista, había comenzado a instalar sigilosamente en Cuba.

Esta situación se denominó la "Crisis de los Misiles" o "Crisis de Octubre", y ocurrió en los días aciagos entre el 22 y el 28 de octubre de 1962, cuando el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, conminara al entonces jerarca soviético Nikita Kruschev a desmantelar las primeras bases de lanzamiento de esas armas termonucleares, las cuales habían sido descubiertas por aviones espías del país del norte, luego de que los servicios de inteligencia de Francia advirtieran a la CIA que los soviéticos estaban instalando esas bases con el arsenal bélico referido.

Conviene aclarar que la instalación de estas armas letales, con la complicidad del régimen castrista, que el 1° de mayo de 1961 había declarado a Cuba como República Socialista, aunque no satélite soviético, fue la respuesta de Fidel Castro a los planes de invasión de los Estados Unidos, cuyo gobierno un mes antes, el 1° de abril, había hecho un intento fallido con la fracasada invasión de Bahía de Cochinos soportada por la CIA y efectuada por un grupo de exilados cubanos.

A partir de entonces Cuba inició un activo plan armamentista, financiado por la Unión Soviética; pero las amenazas sobre el gobierno cubano continuaron a lo largo de 1961, mediante la llamada Operación Mongoose, con una serie de atentados encubiertos que no tuvieron ningún éxito y condujeron al embargo económico al gobierno de la isla, iniciado en febrero de 1962 y que aún se mantiene.

El drama de los misiles no devino en catástrofe porque el líder soviético, ante la presión norteamericana, con el respaldo de la OEA, y la intervención de U. Thant, entonces secretario general de la ONU, aceptó el desmantelamiento de ese arsenal atómico, con el compromiso del gobierno de EE.UU. de cesar en los intentos de invasión a Cuba.

Por cierto, según algunos estudiosos del caso, se dice que en el diario de Kruschev este anota que, previo al inicio de las negociaciones, Castro le había recomendado tomar la iniciativa del ataque nuclear, cuestión que este siempre ha negado, pero que, de haberse concretado, hubiera representado la desaparición de la isla caribeña y el primer disparo termonuclear que hubiera dado inicio a una conflagración termonuclear de carácter global; así se lo hizo saber a Fidel, el premier soviético Kruschev en cable que le enviara el 30 de octubre de 1962, en el que rechaza la recomendación del jefe cubano, quien en misiva del 27 de ese mismo mes, sugería al jerarca ruso atacar con bombas nucleares el territorio de los EE.UU., lo que a juicio de Kruschev hubiera sido desastroso no solo para los Estados Unidos, sino igualmente para la Unión Soviética y todo el bloque socialista incluyendo a Cuba.

Fue esta la ocasión, durante el siglo XX, en la que la humanidad estuvo más cerca de una guerra atómica y en la que el jefe del gobierno cubano, en los inicios de su revolución socialista pudo haber tenido una grave responsabilidad histórica, si no hubiera privado la cordura y la visión global de la crisis y sus eventuales repercusiones, lo que obligó al régimen soviético a desistir de su proyecto nuclear con base en la isla caribeña.

A 48 años de esa histórica "Crisis de Octubre", Fidel Castro ha venido insistentemente alertando al mundo sobre una nueva amenaza nuclear; quizás los recuerdos de esos momentos críticos de hace casi cinco décadas en los que tuvo importante participación, están resonando en la memoria y conciencia del senil caudillo y ello explique su preocupación por un eventual cataclismo nuclear.

El rol de las mujeres como líderes y trabajadoras es un indicador de la madurez de las sociedades.

*Esta columna fue publicada con anterioridad en ElMundo.com.ve.

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