Pasar al contenido principal

ES / EN

La despedida de Fidel: a su manera
Jue, 21/04/2011 - 13:37

Yoani Sánchez

La despedida de Fidel: a su manera
Yoani Sánchez

Yoani Sánchez es Licenciada en Filología. Reside en La Habana, Cuba, es una de las blogueras más destacadas en el mundo de habla hispana. Entre otras distinciones, por su trabajo en el blog Generación Y, ha recibido los premios Ortega y Gasset (2008), 25 Mejores Blogs Time-CNN (2009), María Moors Cabot (2009) y Príncipe Claus (2010), éste último, por haber sido seleccionada entre los 60 heroes de la libertad de expresión por el Instituto Internacional de Prensa (IPI), con sede en Viena, Austria.

Decir adiós puede lograrse apenas con una breve nota dejada sobre la mesa o con una llamada telefónica con la que nos despedimos definitivamente. 

En los preparativos para marcharse del país, el fin de una relación amorosa o de la vida misma, hay gente que pretende dejar amarrados los más pequeños detalles, trazados esos límites que obligarán a quienes se quedan a seguir su rumbo. 

Unos se van tirando la puerta y otros reclaman antes de la partida el gran homenaje que creen merecer. Los hay quienes distribuyen equitativamente sus bienes y también seres con tanto poder que cambian la Constitución de un país para que nadie deshaga su obra cuando ellos ya no estén.

Los preparativos para el VI congreso del Partido Comunista Cubano y sus sesiones en el Palacio de las Convenciones han sido como un gran réquiem público para Fidel Castro. El escenario de su despedida, el ceremonial minucioso reclamado por él y realizado -sin escatimar recursos- por su hermano menor. Ya en los excesos organizativos del desfile militar, efectuado el 16 de abril, se percibía una intención de “gastárselas todas” en un homenaje final a alguien que no pudo asistir a la tribuna.

Resultaba evidente que al anunciar los nombres de quienes asumirían los máximos cargos del PCC, ya no sería leído el del hombre que decidió el rumbo de esta nación por casi 50 años. No obstante, él se sentó en la mesa principal del evento para validar con su presencia la transferencia de mando a Raúl Castro. Estar allí fue como acudir -en vida- a la lectura de su propio testamento.

Llegó entonces la ovación cerrada, las lágrimas de alguna que otra delegada al cónclave partidista y las frases de compromiso eterno con el anciano de barba casi blanca. A través de la pantalla del televisor, algunos sentimos aquello como el crujir de las flores secas o el sonido de las paletadas de tierra. 

Queda por ver si el general presidente podrá sostener el pesado legado que ha recibido, o si bajo la mirada supervisora de su Gran Hermano preferirá no contradecirlo con reformas medulares. Falta comprobar cuán auténtica es esta despedida de Fidel Castro de la vida política y si su sustituto optará por seguir defraudándonos o por negarlo a él.

*Esta columna fue publicada con anterioridad en El Universo.com.

Países
Autores