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Recuento de los cambios políticos en 2010
Lun, 15/11/2010 - 09:16

Marcelo Ostria Trigo

¿Volver a Charaña?
Marcelo Ostria Trigo

Abogado boliviano, fue Encargado de Negocios en Hungría (1971-1973), Embajador en Uruguay (1976-1977), Venezuela (1978), Israel (1990-1993) y Representante Permanente ante la OEA (1999-2002). Se desempeñó como Secretario General de la Presidencia de la República (1997-1999) y como Asesor de Política Exterior del Presidente de la República (2005). En el Ministerio de Relaciones Exteriores, entre otras funciones, fue Director de Asuntos de América Latina, Director General de Política  Exterior y Viceministro de Relaciones Exteriores. Es columnista de los diarios El Deber de Santa Cruz (Bolivia),  El Nacional (Tarija, Bolivia) y de Informe (Uruguay). Ha publicado los libros “Las negociaciones con Chile de 1975” (Editorial Atenea, 1986), “Temas de la mediterraneidad” (Editorial Fundemos), 2004) y “Baladas mínimas” (Editorial El País, 2010).

En este 2010, que ya termina, se han sucedido importantes cambios políticos en Américaque, seguramente, van a tener secuelas y que quizás, por efecto dominó,podrán ser el comienzo del realineamiento de gobiernos en elcontinente. Estos cambios, por lo que es posible prever, no tendrán laviolencia de los sucesos de décadas pasadas. Serán parte del corsi e ricorsi que históricamente se ha dado en  nuestra región y, por supuesto, en el mundo.

Enla primera década de este milenio, en nuestro continente se expandieronnuevas corrientes -la más notoria: la del populismo- que configuraronun nuevo escenario político, aunque marcado por tensiones que, porfortuna, hasta ahora han sido salvadas. Lo que persiste es un duroenfrentamiento político con Estados Unidos, que llega a la diatriba, yun clima de desconfianza intra regional. Pero, como ya se percibe,hay otras tendencias que tendrán el sello de un nuevo cariz en lascomplicadas relaciones entre los latinoamericanos y entre ellos y losEstados Unidos.

El viraje comenzó este año en Chile,aunque en ese país nunca se llegó, como en el caso de los paísesdominados por las corrientes populistas, a ponerse en riesgo laslibertades democráticas. Por el contrario, los sucesivos gobiernos dela Concertación de Partidos por la Democracia, se erigieron en lossímbolos de la recuperación institucional, después de la larga épocadel régimen militar. El empeño común de los gobiernos y los opositores,fue consolidar la democracia.

Ahora hay un perceptible cambio.El gobierno de Sebastián Piñera se diferencia, con mayor nitidez en elcampo internacional, del que encabezó la ex presidenta MichelleBachelet. En Chile hay una nueva orientación, como lo afirmara elpresidente Piñera, substancialmente diferente a la del régimen de HugoChávez y de sus socios de la Alianza Bolivariana para los Pueblos deNuestra América (ALBA), y con un distinto énfasis del que le dio laentusiasta participación de su antecesora en la Unión de NacionesSuramericanas (Unasur).

Luego vinieron otras importantesdecepciones para la opción chavista: en Costa Rica, la del respetadoOscar Arias, no pudo cuajar un proyecto populista; la candidata LauraChinchilla Miranda del oficialista Partido Liberación Nacional, ala que sus opositores la identificaron como de la derechacostarricense, triunfó ampliamente en las elecciones del 7 de febrerode este año, aventajando a la opción de la coalición electoral departidos y movimientos de socialdemócratas, progresistas eizquierdistas liderada por Ottón Solís Fallas, del izquierdista FrenteElectoral Patriótico Progresista. Claro está que, a veces, el triunfodespierta deseos de revancha, lo que sucede en estos días con eldiferendo provocado por el sandinismo de Nicaragua, uno de los sociosde la ALBA.

El 20 de junio, en Colombia, en  la segunda vuelta electoral, el candidato oficial JuanManuel Santos, que fuera ministro de defensa del presidente ÁlvaroUribe, obtuvo un triunfo abrumador sobre Antanas Mockus Šivickas, delPartido Verde, para consternación del caudillo venezolano queadvertía que, si ganaba Santos, aumentarían los peligros de guerra consu país, para luego, ante la magnitud del apoyo de los electorescolombianos, avenirse a una reconciliación.

Se añade, porsupuesto, el tropezón de los “bolivarianos” en las eleccionesparlamentarias venezolanas del 26 de septiembre pasado. Aún resuena esefracaso electoral, pese a la antidemocrática fórmula por la que eloficialismo, aun perdiendo en votos, ganó más congresistas. Estorefleja la inseguridad e inquietud de un gobierno que, al decir de unvenezolano, ya en está en “caída libre”.

La súbita muerte deNéstor Kirschner, el hombre fuerte del gobierno argentino, deja ensolitario a su viuda, la presidenta Cristina Fernández, y se abrenmuchas interrogantes sobre el futuro del ala de partido peronistagobernante. Por supuesto que aun persiste un sentimiento popular decondolencia con la presidenta, lo que le ha dado algún repunte en elíndice de apoyo ciudadano. Pero aun queda un largo año, en el queseguramente habrá pugnas, no solo en la oposición, ahora dispersa, sinoen el seno mismo del sector peronista en el poder. Cualquier cambio enla Argentina, influiría también en el realineamiento continental.

Losbrasileños acaban de elegir presidenta a la ex  guerrillera DilmaRousseff, que fue candidata del Partido de los Trabajadores,impulsada por el exitoso “Lula” da Silva. Se repiten en este caso lasinterrogantes que siguieron a la elección del ex tupamaro uruguayo JoséMujica. Se piensa que habrá grandes similitudes. La nueva presidentabrasileña tiene la carga de la popularidad de su antecesor queprudentemente siguió las fórmulas y el legado orientador del expresidente Fernando Henrique Cardoso. Es más: el éxito de lagestión de Lula no se trasmitirá por encanto; puede declinar si secambia de orientación y su gestión se radicaliza hacia la izquierda, yesto Rousseff lo sabe. Lo que queda aún por develarse es si la políticaexterior brasileña en adelante será influenciada por la moderación enel manejo político interno, abandonando aventuras en otras regiones, ocontinuará el estilo de “Lula”: el del “divo” que procura notoriedadpermanente.

El escenario en otras latitudes también estácambiando. Esto, seguramente, preocupa al populismo latinoamericano.Unos cuantos casos: las elecciones parlamentarias y de gobernadoresen Estados Unidos, que marcaron un dramático avance del Tea Party, recomponen las tendencias conservadoras en Estados Unidos; elfortalecimiento de la alemana Ángela Merkel; el éxito electoral de los“tories” en el Reino Unido; el deterioro de los socialistas españoles;el viraje sueco hacia el centro, no serán elementos que preserven el pasado buen ambiente para los populistas latinoamericanos.

Puede darnos muchas sorpresas 2011. En este nuestro impredecible continente, se sobreponen esperanzas, dudas e impaciencias.

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