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Santos y los negros
Mar, 28/09/2010 - 16:31

Daniel Mera Villamizar

Santos y los negros
Daniel Mera Villamizar

Directivo de la Fundación Color de Colombia.

El desencuentro ha sido una vuelta a la realidad: el poder prestadopor un congresista afroamericano, Gregory Meeks, que logró elnombramiento de una ministra y un viceministro con Álvaro Uribe, no funcionarácon Juan Manuel Santos, porque -además- es claro ahora que la diversidad racial enel gabinete no tiene influencia en el comportamiento del Black Caucusfrente al TLC. Con salvedades, nos devolvimos a antes de 1977, cuandoLópez Michelsen nombró a Joaquín Vanín Tello ministro de Agricultura.

Asu vez, Santos, posesionado, volvió a sus verdaderas posturas: no creeen cuotas y recluta gente entre las élites, donde prácticamente no haynegros. Sin embargo, no estamos en 1977.

“Mi compromiso con el puebloafrocolombiano”, del candidato Santos (Cali, 26 de abril), muestra queel discurso político posconstituyente intenta, con dificultades,incorporar la variable étnico-racial: no fue redactado por el equipoprogramático de la campaña y mezcla promesas que, en rigor, sonantagónicas, pues implican promover la diferencia y la igualdad almismo nivel. Por ganarse unos votos, se metió en un problemafilosófico-político de marca mayor. Si buscara cumplir de verdad losseis puntos ofrecidos (y sus antecedentes), estaría cambiando nuestromodelo de sociedad liberal, lo que, naturalmente, no le ha pasado porla mente.

Hasta ahora, el presidente ha ignorado el compromiso yel problema, aunque lo que conviene es que les ponga la cara. Puestos aelegir entre representación simbólica (altos cargos) y políticas deigualdad socio-económica, los activistas afros tendrían que tomar losegundo. Como los ministros están al servicio de todos los colombianos,que uno de ellos sea negro no conduce, necesariamente, a que haya menospobres en Buenaventura. El ideal de sociedad que puede proponer elpresidente Santos es uno donde el cierre de las brechas de desigualdadlleve a una mayor diversidad (no sólo racial) en todos los espacios depoder, con la probable consecuencia de tener varios ministros negros, yno por decisión de ‘corrección política’, que pone un techo: el caminofácil, coyuntural, se agotó con Uribe. Y el camino largo, pero seguro,estructural, requiere claridad, coraje o franqueza, y políticas deEstado, entre otros.

Una claridad necesaria es que en nuestrotipo de nación, cívico-territorial, es más viable (y deseable)enfrentar la desigualdad  “socio-racial”, primordialmente, con accionesafirmativas de carácter regional. Dado que la población negra estáconcentrada en las zonas más atrasadas, el objetivo de equidad regionalen el desarrollo, a través del Fondo de Compensación y otros, puede seruna forma de honrar explícitamente “Mi compromiso con el puebloafrocolombiano”. También proponerse que los municipios más pobresalcancen, así sea en 2018, las Metas de Desarrollo del Milenio.

Esmucho lo que se puede mejorar nuestro modelo de sociedad, y eso pasapor construir poderes propios.

*Esta columna fue publicada con anterioridad por Elespectador.com.

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