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Tiririca y las elecciones brasileñas
Mié, 06/10/2010 - 17:20

Andre César

Tiririca y las elecciones brasileñas
Andre César

Sociólogo y politólogo, analista de CAC Consultoria, con sede en Brasilia. Es responsable de la cobertura del Congreso, mantiene contacto permanente con diputados y senadores, y otras fuentes calificadas. Es especialista en control presupuestario por la Escuela de Administración (ESAF). En 1992 y 1993 trabajó en el Centro de Estudios de Políticas Públicas en la Universidad de Campinas (Unicamp), en las áreas de sindicalismo y política de vivienda. Es graduado de la Escuela de Gobierno de São Paulo y miembro del Instituto de Encuestas y Estudios de Gobierno (Ipesg). Entre 1997 y 2007 fue consultor del Instituto Brasileño de Estudios Políticos (IBEP), donde dirigió un proceso de encuestas permanente.

El domingo 3 de octubre, Brasil fue a las urnas. Más de 130 millones de electores votaron para presidente, gobernador, senador, diputado federal y diputado estadual.

Entre las muchas especificidades y características singulares del proceso electoral brasileño, salta a la luz, en particular, el significativo número de candidatos que podrían ser llamados "folclóricos". De ellos, el símbolo máximo es el payaso Tiririca.

El bahiano Francisco Everardo Oliveira Silva, más conocido como Tiririca, un éxito nacional desde la segunda mitad de los 90, cantando canciones de fuerte atractivo popular. Luego, con el nuevo siglo, participó en programas infantiles en la televisión. Candidato a diputado federal por el PR, un partido aliado del presidente Lula, Tiririca basó su campaña en consignas de recurso fácil, lo generó los resultados positivos que todos sabemos: el candidato recibió 1.237.855 votos, o 6,3% de los sufragios válidamente emitidos en el estado de Sao Paulo, lo que lo convierte en el diputado federal más votado de estas elecciones.

Las proyecciones realizadas por diferentes institutos de investigación indicaban que conseguiría en torno a un millón de votos. Como esto se confirmó con creces, la votación por Tiririca permitiría elegir otros miembros de su partido, a través de la llamada "cuociente electoral".

Además de Tiririca, otras "personalidades" compitieron en estas elecciones en Brasil. Muchos ex jugadores (inclusive el tetracampeón mundial de fútbol Romario, candidato a diputado federal), cantantes y antiguos participantes de reality shows, como el conocido programa Gran Hermano.

Incluso la elección presidencial tuvo un nombre que se ajusta a esta definición, Levy Fidelix, del PRTB. Con un estilo histriónico y visual de cantor de bolero, Fidelix aparece en la televisión rasgando periódicos y encuestas electorales. En este caso, al menos, el votante no parecía dispuesto a apoyar la candidatura del candidato presidencial. En todas las encuestas, Fidelix aparecía con menos de 1% de las intenciones de voto.

La gran pregunta que se plantea en este momento es qué razones llevan al elector a dar cabida a los candidatos con este perfil. De inmediato, dos respuestas se pueden dar.

En primer lugar, hay un gran desgaste de los votantes con la clase política. Las numerosas denuncias de corrupción, frecuentes en todos los niveles de la administración pública -supuestos desvíos de recursos en las privatizaciones, fraudes en los procesos de licitación, etc.- han acabado por alejar al ciudadano común de los grandes temas nacionales. "Todos son iguales, todos roban", es una frase muy pronunciada de norte a sur del país. De ese modo, la insatisfacción, el desprecio y el descrédito acaban por desembocar el voto a los candidatos "populares" o "personalidades". En gran medida la votación en este tipo de candidatos no es más que el llamado "voto de protesta". En resumen, el ciudadano común se desligó de la vida política.

Por otra parte, la aparición de dicho candidato tiene una explicación dentro de los propios partidos políticos. Sin una reforma política real y efectiva, que reestructure los partidos y redefina todo el sistema político-electoral en Brasil, este escenario no cambiará. Esta reforma, que debería abordar cuestiones como el financiamiento público de las campañas, o el voto distrital mixto y el voto políticos y de sus dirigentes. Sin embargo, la historia reciente demuestra que no es obligatorio que ocurra, y que depende en gran medida de la movilización del poder Ejecutivo. Los partidos, hasta ahora, prefieren apostar por las candidaturas que garantizan un mayor número posible de votos -de ahí que la proliferación de Tiriricas se ha extendido por todo el país.

Retomada en 1985, después de más de 20 años de régimen militar, la democracia es una realidad consolidada en Brasil y no hay riesgo de ruptura del orden institucional. Pero resta ahora avanzar en las reformas constitucionales, algunas de ellas urgentes. La reforma política, sin lugar a duda, es urgente y surge como un desafío inmediato para el país.

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