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Parte de mí
Jue, 16/06/2011 - 11:32

Yoani Sánchez

La despedida de Fidel: a su manera
Yoani Sánchez

Yoani Sánchez es Licenciada en Filología. Reside en La Habana, Cuba, es una de las blogueras más destacadas en el mundo de habla hispana. Entre otras distinciones, por su trabajo en el blog Generación Y, ha recibido los premios Ortega y Gasset (2008), 25 Mejores Blogs Time-CNN (2009), María Moors Cabot (2009) y Príncipe Claus (2010), éste último, por haber sido seleccionada entre los 60 heroes de la libertad de expresión por el Instituto Internacional de Prensa (IPI), con sede en Viena, Austria.

La emigración se ha llevado a mis amigos, a los conocidos de la infancia, a los vecinos del lugar donde nací y a la gente que saludé una o dos veces en la calle. Un día, me arrebató las tías paternas, los primos, los colegas con los que compartí la alegría de graduarme y hasta el tímido cartero que me traía la prensa una vez por semana. Y como si no estuviera satisfecha, ahora ha vuelto por más, ha cargado también con la parte más cercana e íntima de mi vida.

Recuerdo cuando mi hermana me contó que se había inscrito en una lotería internacional de visas. Yunia siempre fue muy afortunada cuando del azar se trataba, así que supe a qué atenerme desde el primer momento.

Cuenta mi madre que el día en que la parió, los médicos y las enfermeras se persignaron ante un bebé salido del útero con su saco amniótico casi intacto. “Viniste al mundo en un zurrón” le decían, como si eso garantizara la prosperidad, el amor, la dicha. De ahí que esta isla parecía quedarle demasiado estrecha a la bienaventurada de mi hermana mayor. Y hace más de 20 años que ella arribó a la misma conclusión que la mayoría de mis compatriotas: ¿cómo quedarse a echar raíces en un país donde apenas se pueden dar frutos? No intenté siquiera convencerla, sino que la vi desdibujarse en un trámite aquí, una fila para esperar un autorizo allá, mientras sabía que el momento de la despedida estaba cerca.

Finalmente, el viernes pasado su avión despegó, llevándose también a mi única sobrina, mi cuñado y una perrita sata que no quisieron abandonar. Mi madre gritaba el día anterior “¡No estoy preparada, no estoy preparada!”, mientras mi padre escondía las lágrimas por aquello de que “hombre que es hombre no llora”.

Nunca se está preparado para la separación, mami, para saber que quienes amas están a solo 90 millas de distancia, pero a un abismo de restricciones migratorias. Haces bien en llorar, papi, porque este alejamiento no debería ser tan definitivo, tan desgarrador, tan concluyente.

*Esta columna fue publicada orginalmente en El Universo.com.

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