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La huida a la crisis europea
Mar, 26/06/2012 - 17:19

Juan Pablo Rioseco

La huida a la crisis europea
Juan Pablo Rioseco

Editor Ejecutivo de la edición Chile de AméricaEconomía.

Elegantemente vestido, con un Rolex en la mano izquierda y un par de colleras con el símbolo del  euro, un español de cierta edad no hace otra cosa que hablar de dinero y las formas posibles de ganarlo y ahorrarlo. Su interlocutor, un coterráneo más joven, pero igualmente refinado, asiente, pregunta, opina y le sigue la conversación como si fuera el aprendiz de un maestro del comercio de la antigua Europa.

Lo bajo del volumen de su voz –lo que me hace suponer cierto propósito de discreción–, sumado al acento madrileño me hacen difícil comprender con exactitud lo que dicen. Tampoco ayuda el sonido de las turbinas del avión, que vuela desde Madrid a Ginebra un día martes a las 9:30 de la mañana. Pero reconozco palabras como “euros”, “mil”, “salario”, “jubilación” y “millones”. La fauna que aborda el pequeño Airbus operado por British Airways está repleta de españoles de clase acomodada trenzados en conversaciones similares.

El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, acaba de lanzar un plan de rescate a Bankia, una de las entidades financieras más afectadas por la crisis. Y es muy probable que los españoles que están en el avión tengan intenciones parecidas a las de Rajoy: salvarse de la crisis, pero en este caso rescatando su dinero de una posible corrida bancaria y llevándolo pronto a buen recaudo. Convierten así el riesgo de la crisis en una tremenda oportunidad, pues se sabe que los grandes ganadores de cualquier crisis son precisamente los que tienen dinero sonante en sus bolsillos.

Los grandes bancos suizos son escenario de movidas estratégicas de esa talla. Fortunas de todo el mundo hacen que en ese país la crisis económica europea sea casi una ilusión. Durante los últimos meses han llenado sus bóvedas de dinero que huye de los riesgos de Grecia, España y Europa en general. Según algunas cifras del Banco Central Europeo, sólo en marzo salieron de España a países cercanos alrededor de 65.000 millones de euros. A partir de agosto del año pasado la cifra llega a 155.000 millones de euros, según reportes de Bloomberg.

En algunos artículos de la propia prensa española se lee que las líneas telefónicas de las sedes de bancos como UBS o Credit Suisse en Madrid han colapsado durante las últimas semanas con llamados de clientes que preguntan cómo abrir una cuenta en Suiza. ¿La respuesta? Llamar a la sede central o ir directamente allí. Y en las oficinas helvéticas de algunas casas financieras incluso han tomado la precaución de contratar personal que hable español y griego. El mínimo para poner en sus cajas: unos 40.000 euros. De lo contrario, las comisiones no justifican la inversión (está claro: no cualquiera puede darse el lujo de tener una cuenta en la Confederación Helvética).

En hora y media de vuelo se puede conversar y el traje ni siquiera se alcanza a arrugar. La puntual llegada al aeropuerto y lo expedito del trámite policial confirman que hemos llegado al país de la precisión y del buen servicio. En sus muros, pancartas publicitarias de relojes de más de US$10.000 se confunden con las de las grandes corporaciones financieras. Y una de ellas, que reúne a varias, resume el mensaje que los españoles quieren ver: “Libertad. Independencia. Responsabilidad. Aún únicos después de 200 años. Bancos Privados de Ginebra”.

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