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Ninguna panacea
Lun, 26/11/2012 - 00:27

Jerry Haar

 2011: el comienzo de un buen año
Jerry Haar

Jerry Haar es profesor, investigador y consultor de Administración Internacional, Planeamiento Estratégico y Mercadeo. Actualmente es Decano Asociado y Profesor de Administración en la Escuela de Administración de Empresas en Florida Internacional University (FIU). También es Investigador Principal del Programa de Inversión Internacional de Columbia University. Antes de asociarse con FIU, fue Investigador Principal y director del Programa Interamericano de Comercio y Trabajo en el Centro Norte-Sur de la Universidad de Miami, así como investigador principal en Wharton School de la University of Pennsylvania. Se graduó cum laude en American University, recibió su maestría en Johns Hopkins University y obtuvo su doctorado en Columbia University. También cursó el Executive Program en la Gestión de Sistemas de Salud de Harvard University. Es autor y co-autor de catorce libros y vários artículos, y ha servido como consultor para empresas públicas y privadas en los Estados Unidos.

En julio pasado Vale, el productor de mineral de hierro más grande del mundo, anunció que está incursionando en el aceite de palma y turbinas de viento para protegerse de los crecientes costos de la energía. La multinacional brasileña planea producir 420.000 toneladas anuales de combustible de aceite de palma hacia 2019 y construir dos granjas de viento hacia 2014, según Bloomberg.

Las inversiones mundiales en energías alternativas aumentaron un 32% desde el año pasado y las economías en desarrollo representan más de la mitad: un crudo contraste respecto a 2004, cuando los mercados emergentes aportaron menos del 25%. En efecto, América Latina se está transformando en el mayor productor mundial de biocombustibles. Cuenta con tierras y clima favorables. Algunos analistas creen que la producción de biocombustibles de América Latina podría algún día rivalizar con las de China, India e Indonesia, naciones que ya están entre los 10 mayores proyectores del mundo, de acuerdo a la OCDE.

El calentamiento global y los mayores precios del petróleo son dos de las muchas razones por las que gobiernos, empresas, grupos de consumidores y organizaciones internacionales están abogando por los combustibles alternativos. Consideraciones ambientales e incentivos tributarios estimulan una mayor utilización de fuentes de energía no fósiles. Sin embargo, enfrentan serios escollos para sustituir a los combustibles fósiles. David Fridley, un científico del prestigioso laboratorio Lawrence Berkeley, menciona varias: escalabilidad y tiempos, comercialización, requerimientos de agua y retornos de la inversión.
Respecto de América Latina, los combustibles renovables están destinados a jugar un papel menor. Aunque la tierra barata y los bajos costos laborales favorecen a los cultivos de soja y que los incentivos tributarios del gobierno hacen a un país como Argentina ideal para la producción de etanol y biodiésel, los inconvenientes son grandes.

Primero está el impacto sobre la gente, especialmente los pobres. La producción de etanol y biodiésel puede tener un gran impacto sobre el suministro de alimentos. Desviar la producción de alimentos a la biomasa eleva los precios y afecta a las pequeñas granjas severamente, especialmente a las poblaciones indígenas.

Segundo, el problema del daño ambiental: la erosión del suelo y la contaminación causada por los pesticidas y fertilizantes, la deforestación del Chaco, el Amazonas y otras áreas que son grandes fuentes de biodiversidad.

Tercero están las abundantes y crecientes fuentes de gas y petróleo en Brasil, Ecuador, Colombia, Argentina, Trinidad y Tobago, y la perspectiva de que México abra su sector energético a la inversión privada.

Cuarto, los avances tecnológicos en los combustibles fósiles implican que la producción se está abaratando y es más limpia. Los más notables avances han sido en la eficiencia de los motores de vehículos.
Quinto, América Latina carece de infraestructura, como plantas generadoras de electricidad, sistemas de ductos de gas natural, instalaciones de almacenamiento e instalaciones de GNL. La Agencia Internacional de Energía estima que el continente necesitará US$ 200.000 millones anuales en infraestructura de gas y petróleo hasta 2030.

Hay que reconocer que Brasil es y continuará siendo un gigante del etanol. Hay predicciones de que su suministro se triplicará a 73.000 millones de litros hacia 2020 y que los vehículos de combustibles combinados representarán el 75% del total. Pero Brasil ha estado en el juego del etanol por décadas, tiene grandes tierras con cultivos de caña de azúcar y posee tecnología de vanguardia para la conversión del biocombustible. No hay otro ejemplo similar en la región.

El crecimiento previsto de los suministros de gas y petróleo, junto con otras fuentes de combustibles, harán que el continente americano sea virtualmente autosuficiente de energía hacia 2030, de acuerdo a un informe de perspectivas de BP. En otras palabras, aunque las energías alternativas son muy promisorias para la región, hay obstáculos serios que limitan su potencial. La independencia energética llegará, pero de las fuentes tradicionales.

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