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Carta II a Kim Jong-un: entre la esperanza y la incredulidad
Lun, 15/01/2018 - 10:32

Rodrigo Álvarez

La ONU y Lula Da Silva: ¿modernización o crisis?
Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez es Académico-Investigador Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor, Coordinador e Investigador del Programa-Centro de Estudios Coreanos Chile de IDEA y Profesor de la Carrera de Periodismo de las Universidad de Santiago de Chile. Es Doctor en Estudios Latino Americanos, mención Relaciones Internacionales; Master of Arts en Economía Política Internacional por la Universidad de Tsukuba (Japón) y IVLP por el The United States Department of State Bureau of Educational and Culture Affairs. Además, es Periodista y Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Diego Portales (Chile). Es miembro del Nuclear Security Governance Expert Group (NSGEG), del Fissile material Working Gruop (FMWG) y de la Red de Seguridad de América Latina (Resdal).

Hace ya unos días tuve la oportunidad de escribirle la primera carta. Ahora, felicitándolo por su decisión de participar en los próximos Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang, de su vecino país, Corea del Sur, le vuelvo a escribir con la idea de reflexionar sobre algunas cuestiones importantes de su política exterior.

A este respecto, un análisis positivo de su actitud y otro negativo. En lo positivo, reconocer el que finalmente entendiera que estamos en una coyuntura favorable y que, en esta, su participación en estos juegos olímpicos es un esfuerzo y trabajo que apunta en la dirección correcta. Segundo, el que se hubiera dado cuenta que no era posible dejar de participar en estos Juegos, en especial, considerando que las relaciones bilaterales entre su país y Corea del Sur están en uno de sus peores momentos históricos desde la guerra. La imagen de los dos países volviendo a formar una sola delegación en la inauguración y clausura de estos Juegos de Invierno es un importante aliciente para la comunidad internacional y la promoción de un nuevo comienzo en la dirección de un proceso concreto y real de conversaciones bilaterales para un mejor entendimiento y coexistencia.

En lo nocivo, primero criticar el lento proceso e incluso la total negativa para analizar y desarrollar una conversación seria sobre un camino real y concreto para resolver el tema de la desnuclearización. Segundo, el que no se puedan dar pasos más significativos de un mayor número –y frecuencia, de reuniones entre aquellas familias de coreanos que fueron separadas por la Guerra de Corea.

Efectivamente, lo positivo y lo negativo chocan entre aquellos que promueven posiciones pesimistas y optimistas. Los primeros, ven sus decisiones como una propuesta que debe ser vista con una gran desconfianza. El objetivo final, según ellos, afectando la alianza estratégica entre estos, es que usted desea solo tensionar las relaciones entre Corea del Sur y Estados Unidos. Además, los pesimistas, coinciden que las actuales conversaciones entre las dos coreas es una estratagema para desviar e incluso disminuir las sanciones económicas y políticas que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha estado promoviendo frente el desarrollo de su programa nuclear y de misiles. Los otros, los optimistas, por su parte, entienden que usted está en un momento único y solo comparable a la década de los 90s con lo que su abuelo, Kim Il-sung, intentó entonces. Como usted ha sostenido en su discurso de comienzos de 2018, "ahora no es el momento para que el norte y el sur se den la espalda el uno al otro y simplemente, por el contrario, expresen sus respectivos puntos de vista; es hora de que nos sentemos cara a cara con el objetivo de entablar conversaciones sinceras sobre la cuestión de mejorar las relaciones intercoreanas de nuestra nación y buscar una solución audaz para su solución".

Desde esta perspectiva, las dos coreas tienes mucho que hacer y proponer. En este contexto y como miembros del sistema internacional, una alternativa es tener una posición optimista, pero usted, como líder de Corea del Norte, deberá probar en el corto y mediano plazo la sincera intención de promover un nuevo proceso de acercamiento.