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Cuba y Díaz Canel: ¿Twitter libre o propaganda?
Lun, 15/10/2018 - 10:37

Amir Valle

Raúl Castro en su laberinto
Amir Valle

Amir Valle es periodista de la redacción en español de Deutsche Welle.

Díaz Canel acaba de escribir su primer twitt y, siguiendo las leyes de la propaganda castrista, lo hace en una fecha clave para la historia de Cuba: el 10 de octubre, día en que Carlos Manuel de Céspedes, hoy considerado "Padre de la Patria”, dio la libertad a sus esclavos y los invitó a sumarse con él a la primera gran guerra contra el dominio colonial de España, en 1868.

Apenas minutos después de lanzar su twitt desde el sitio histórico La Demajagua, en el oriente del país, donde se inició la llamada Guerra de Independencia (1868-1878), seis mil seguidores tenía ya el presidente. Es algo lógico si se tiene en cuenta que, días antes, en Cuba, los ministerios, las instituciones gubernamentales, los Joven Clubs de Computación y fuera de Cuba las sedes diplomáticas, el personal médico cumpliendo misión internacionalista y las asociaciones de amistad con la Revolución recibieron la orientación de "darle la bienvenida”. Pese a esa cobertura de los "amigos”, nada impidió que el presidente recibiera las primeras duras críticas, entre las que destaca la de la líder opositora Rosa María Payá:

Twitter como arma

Un acto hoy tan intrascendente para cualquier ciudadano del mundo con acceso a internet se convierte en este caso en algo histórico: Díaz Canel es el primer mandatario en la isla que utiliza personalmente la poderosa herramienta de Twitter. Y el hecho reviste aún más importancia por dos curiosos detalles relacionados con la propaganda política del gobierno en los últimos años: el ataque contra el movimiento twittero opositor y el traspaso de poder de la vieja a la nueva generación castrista.

Por un lado, en un país donde la posibilidad de navegación entre los años 2009 y 2016 obligaba a la estadística gubernamental a utilizar términos como "cubanos que al menos se conectan una vez al año a internet”, el gobierno decidió implementar una campaña para detener el impacto universal de la figura de la bloguera Yoani Sánchez, la conocida entonces como "blogosfera cubana” y el accionar de denuncia de estos "mercenarios del imperialismo” a través de la plataforma Twitter. A la cabeza de esa campaña se colocó a jóvenes estudiantes y egresados de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), a quienes se les concedió el honorífico título de "Ejército Cibernético de la Revolución”. Miles de cuentas falsas, trolles, robots repetidores, pirateos y robos de cuentas de opositores dificultaron el trabajo de denuncia de la oposición en la isla que, al no poder conectarse desde Cuba, tenían que recibir ayuda de personas que en otros países podían gestionar sus cuentas en internet.

Por otro lado, la utilización de los hashtags #SomosCuba, #SomosContinuidad y #YoSigoAMiPresidente, y la presentación oficial de Díaz Canel como "Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba- Comprometido con las ideas martianas de Fidel y Raúl”, muestran claramente la estrategia de continuismo que la oposición cubana ha venido denunciando en los últimos tiempos. Y elimina cualquier tipo de dudas sobre ese amplio sector de la política y la intelectualidad internacional que apostaba a que Díaz Canel sería el Gorbachov cubano que desterraría de la política nacional cualquier atisbo de la herencia de Fidel y Raúl Castro.

Monopolio digital político

Los pasos gubernamentales anunciados para la implementación de internet para todos los cubanos, en 2020, siguen siendo cuestionados incluso por los partidarios del gobierno, quienes consideran que, tras la creación de 400 puntos WIFI en toda la isla, y tras la lentitud de los planes de establecimiento de internet público, es inexplicable el precio a pagar por esos servicios y falta transparencia para esclarecer al pueblo qué beneficio podrían traer las negociaciones con Google y otras compañías internacionales. Mientras tanto, la oposición ha denunciado que todo esto responde a una sola causa: la intención del gobierno de hacer público internet únicamente cuando pueda controlarlo siguiendo el rígido modelo de censura establecido en China, Viet Nam o, aún con más censura, en Corea del Norte.

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