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DACA era el programa migratorio que Trump debía salvar
Jue, 07/09/2017 - 09:45

Alex Nowrasteh

DACA era el programa migratorio que Trump debía salvar
Alex Nowrasteh

Alex Nowrasteh es analista de políticas migratorias en el Centro para la Libertad y la Prosperidad Global de Cato Institute. Anteriormente era analista de políticas migratorias en Competitive Enterprise Institute. Su trabajo ha sido publicado en The Wall Street Journal, Houston Chronicle, Boston Globe, San Jose Mercury, Richmond Times-Dispatch, Huffington Post, Journal of Economic Behaviour and Organization, y demás. Ha aparecido en Fox News y numerosas estaciones de radio y televisión en EE.UU. Obtuvo su B.A. en Economía en George Mason University y un MSc en Historia de la Economía de London School of Economics.

El Presidente Donald Trump ha decidido cancelar la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), la cual permite que más de 800.000 inmigrantes ilegales que fueron traídos al país como niños puedan vivir y trabajar legalmente. La acción ejecutiva de la administración Obama que creó DACA fomentó muchas demandas, e incluso Trump originalmente se movía entre “tienen que irse” y “vamos a abordar la DACA con el corazón”.

La mayoría de los estadounidenses tienen una opinión decidida. Casi un 80 por ciento de los electores registrados y un impresionante 72 por ciento de los Republicanos, dijeron que los beneficiarios de DACA deberían poder quedarse o adquirir ciudadanía, según una reciente encuesta realizada por Morning Consult.

Los beneficiarios se han ganado esos números altos en las encuestas. Estos jóvenes inmigrantes ilegales son estadounidenses en el sentido no-legal de la palabra. Sería un error deshacer la política que les permite quedarse y trabajar legalmente.

DACA era un permiso de trabajo por dos años restringido a los hijos de inmigrantes ilegales que: fueron traídos al país antes de cumplir los 16 años, están asistiendo a una escuela o se han graduado, han residido aquí de manera continua desde 2007, y que no son criminales y cumplen con otra serie de requisitos.

Los beneficiarios de DACA no pueden votar y esta medida no les daba un camino hacia la ciudadanía, solamente una visa de trabajo y un aplazamiento de su deportación. Pero hablan inglés, crecieron inmersos en la cultura americana y tienen sus raíces aquí, de igual forma que muchos estadounidenses nacidos aquí. Un estudio reciente del Instituto Cato concluyó que es menos probable que sean encarcelados que los estadounidenses nacidos aquí que tienen la misma edad y el mismo nivel educativo.

Casi 91 por ciento de ellos están trabajando legalmente, proporción que ha aumentado desde que el Presidente Barack Obama aprobó DACA. Cuando Joel Cruz de California escuchó por primera vez de DACA, escribió, “Podré conseguir un mejor trabajo —quizás con algunos beneficios y quizás uno que no requiera trabajo manual”.

Decenas de miles como Cruz ingresaron a la fuerza laboral debido a este programa. Los alrededor de $30.000 millones al año que obtienen como ganancias tiene un efecto creador de empleos sobre la economía.

Los beneficiarios de DACA también son auto-suficientes. No pueden recibir beneficios pero tienen que pagar impuestos. Mi colega Ike Brannon estima que los beneficiarios pagarán alrededor de $60.000 millones en impuestos federales por encima de lo que consumirán de beneficios durante la próxima década.

Todo eso cambia ahora que Trump acabó con DACA. Aquellos que pierden sus permisos de trabajo serán obligados a trabajar de manera ilegal o a abandonar la fuerza laboral totalmente. Los negocios tendrán que gastar alrededor de $6.300 millones en costos de despido y contratación cuando el Estado los obligue a despedir a estos empleados. Esto reducirá el tamaño de la economía, eliminando empleos.

Según la OCDE, es más probable que los inmigrantes en EE.UU. trabajen que los estadounidenses nacidos aquí— lo opuesto de lo que sucede en Europa. Eliminar DACA no convierte a EE.UU. en Europa, pero nos empuja en esa dirección.

Acabar con el programa perjudicará la confianza más de lo que perjudicará a la economía estadounidense. El beneficiario Jung Woo Kim recientemente dijo, “Si DACA es eliminada, ellos tienen mi declaración de impuestos más reciente y saben donde vivo”. Kim y otros aprovecharon la oportunidad, incluso habiendo el riesgo de revelarse como ilegales, ante un Estado que rompió récords en deportaciones durante la administración Obama y que ahora pretende romperlos una vez más bajo la administración Trump.

Los inmigrantes ilegales jóvenes, que calificaban para beneficiarse de DACA, que fueron traídos a este país como niños y crecieron aquí le confiaron al Estado su información personal a cambio de una prórroga de su deportación y un permiso para trabajar. Ellos se consideran estadounidenses y quieren creer que la protección que se les otorgó no será repentinamente retirada.

Los beneficiarios de DACA son cultural y educativamente estadounidenses. Son auto-suficientes, contribuyen a la economía y no viven de subvenciones estatales. Las soluciones legislativas como la Ley para Reconocer los Niños de América promovida por el congresista Carlos Curbelo (Republicano por el Estado de Florida) los pondría en un camino hacia la ciudadanía y arreglaría este problema de una vez por todas.

Una mayoría de los estadounidenses están ansiosos de que se opte por dicha solución.

*Esta columna fue publicada con anterioridad en el centro de estudios públicos ElCato.org.

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