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Desnuclearización de la Península de Corea: ¿qué deja 2018 y qué esperar para 2019?
Vie, 21/12/2018 - 09:46

Rodrigo Álvarez

La ONU y Lula Da Silva: ¿modernización o crisis?
Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez es Académico-Investigador Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor, Coordinador e Investigador del Programa-Centro de Estudios Coreanos Chile de IDEA y Profesor de la Carrera de Periodismo de las Universidad de Santiago de Chile. Es Doctor en Estudios Latino Americanos, mención Relaciones Internacionales; Master of Arts en Economía Política Internacional por la Universidad de Tsukuba (Japón) y IVLP por el The United States Department of State Bureau of Educational and Culture Affairs. Además, es Periodista y Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Diego Portales (Chile). Es miembro del Nuclear Security Governance Expert Group (NSGEG), del Fissile material Working Gruop (FMWG) y de la Red de Seguridad de América Latina (Resdal).

Este año está que termina y la cuestión de la desnuclearización de Corea del Norte fue uno de los temas que lo marcó. No podrá olvidarse que en esta materia tuvimos dos aproximaciones: una de alta tensión y otra de gran acercamiento.

En la primera, los líderes de Corea del Norte y Estados Unidos tuvieron al mundo –y a  Asia en particular- expectante por lo que se conoció como una guerra verbal. Es cierto, se alcanzó una histórica reunión entre Donald Trump y Kim Jong-un, pero los resultados de la misma aún no son del todo claros. En general, se tiene la percepción de que Corea del Norte habría sido la que logró una mejor ganancia de este proceso entre ambas naciones.

En la segunda, no cabe duda alguna del acercamiento que experimentaron Corea del Sur y Corea del Norte. Sustentadas en su innegable raíz común, ambos Estados han avanzado –sin no tener un costo en las relaciones Corea del Sur–Estados Unidos-, hacia un mejor entendimiento y confianza. También es imperativo destacar el trabajo (y decisión) del presidente Moon Jae-in, desde que sin su clara decisión de seguir consolidando este momentum, con seguridad no se habrían alcanzado las actuales relaciones bilaterales entre el sur y el norte. Esto permitió, hasta hoy, la realización de tres foros: 27 de abril, 26 de mayo y el del 18-20 de septiembre.

Cada uno de ellos tuvo una significación distinta, pero todos con un gran impacto en el desarrollo de 2018. El primer summit abrió el diálogo y tuvo imágenes que no serán posible de olvidar: el encuentro de los líderes coreanos en la zona desmilitarizada y el saludo entre ellos. El segundo encuentro, donde se hizo patente el liderazgo del presidente Moon Jae-in, fue de transición y tuvo como objetivo evitar el fracaso de lo que posteriormente sería el encuentro histórico entre Trump y Kim. El tercer summit fue lo que defino como de consolidación y estuvo marcado por la realización del mismo en Corea del Norte.

De los tres summit, es necesario considerar el fondo y los alcances del primero y del tercero. El del 27 de abril permitió cimentar lo que hoy se está experimentando entre las coreas. Efectivamente, de forma excepcional la reunión se desarrolló sobre tres pilares: rescatar las raíces históricas (relación de sangre y la idea de la rememoración del Reino de Gojosean), una detente militar (detener hostilidades, resolver límite marítimo y avanzar en un acercamiento militar) y analizar la Guerra de Corea (trabajar en el fomento de la confianza mutua, diplomacia bilateral y avanzar en la desnuclearización). La reunión del 18-20 de septiembre, realizada en Corea del Norte, postuló trabajar la cooperación (económica, ambiental, sanitaria y humanitaria), seguir en el camino de la desnuclearización, así como concretar pasos para resolver las cuestiones de la guerra no acabada (consultas y comunicación permanente, reducir la tensión en la Zona desmilitarizada y la remoción de minas terrestres).

Si bien es cierto que no se ha logrado la cuestión de fondo, alcanzar la desnuclearización de la península, sí es necesario hacer un reconocimiento a Corea del Sur y Corea del Norte. Ambas están trabajando para darse una real oportunidad e intentar avanzar en conjunto. Es cierto, la cuestión nuclear sigue siendo prioritaria, pero había que comenzar de alguna forma y este es un buen comienzo.     

Por esta razón, mirando a 2019, podríamos esperar dos cuestiones importantes. Primero, que el discurso de año nuevo de Kim Jong-un tenga una serie de definiciones y anuncios pro desnuclearización. Segundo, que se realice la anunciada y esperada segunda cumbre Trump-Kim Jong-un, donde ambos acerquen posiciones sobre el problema nuclear en la Península de Corea, cuestión que les permita planificar y desarrollar una agenda concreta en esta materia.

En relación a esta segunda, es interesante observar que Estados Unidos ha dado una señal de flexibilidad, al moverse desde el rígido principio de mantener las sanciones a permitir –siempre que tengan objetivos humanitarios, viajes de sus ciudadanos a Corea del Norte. Aunque esta señal de los Estados Unidos no necesariamente sea vista por Corea del Norte como suficiente, al esperar este país el levantamiento total o casi total de las sanciones, sin duda esto contribuye al ambiente y puede ser un catalizador para reactivar el diálogo entre ellos.

En esencia, retroceder, mantener el status quo o avanzar en la desnuclearización en la Península de Corea depende de voluntades políticas. Así, primero, el inédito acercamiento sucedido este año entre las dos coreas debe ser mantenido de forma activa y, segundo, se debe lograr avanzar en las relaciones entre Estados Unidos y Corea del Norte.