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Efecto económico del corte del puente de Fray Bentos en el turismo uruguayo
Mar, 27/07/2010 - 12:01

Gabriela Mordecki

Efecto económico del corte del puente de Fray Bentos en el turismo uruguayo
Gabriela Mordecki

Coordinadora del Área de Coyuntura del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República (Uruguay);  Economista, Licenciada en Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, de la misma casa de estudios. Posee una especialización en Economía Industrial de la Universidad de Blumenau (FURB - Brasil), un Diploma a nivel de maestría en Integración Regional de la Universidad de Amberes (UFSIA – Bélgica). 

El pasado 19 de junio se reabrió el Puente General San Martín -que une las localidades de Gualeguaychú en Argentina, con Fray Bentos en Uruguay-, cortado desde el verano de 2006 por parte de ambientalistas argentinos, en protesta por la instalación de una procesadora de celulosa en la margen uruguaya del río Uruguay. Un cierre que causó perjuicios económicos muy importantes a Uruguay, en particular al sector turístico.

En 2005, ingresaron al país 1.107.776 visitantes argentinos, mientras que en 2006 ese número se redujo 11,5%, lo que nuevamente se verificó en 2007, con una caída de 5,5%, registrándose un ingreso de 926.350 turistas argentinos a Uruguay en ese año.

Mientras que en 2002 la fuerte disminución del turismo argentino, respecto al año anterior (45%), se debió a la profunda crisis que soportó ese país, en 2006 el motivo fue el mencionado corte del puente de Fray Bentos. Por este punto de ingreso pasaron en 2005 338.068 visitantes, mientras en 2006 sólo lo hicieron 140.992, y en los años siguientes continuó disminuyendo el ingreso de visitantes por esta vía, hasta ser nulo durante 2009.

Sin embargo, parte de estos turistas terminaron ingresando por otros puntos, parcialmente por el puente que une Paysandú en Uruguay, con Colón en Argentina y, fundamentalmente, por el puerto de Colonia. Ello seguramente implicó un gasto mayor por parte de los turistas, lo que terminó afectando negativamente a los turistas potenciales de las capas medias a favor de los más ricos, que no tuvieron problemas en afrontar el mayor costo que este corte les implicaba.

La fuerte contracción del número de turistas argentinos se tradujo en un primer momento en la ralentización del incremento del gasto de estos turistas, el que aumentó en forma muy marginal (1,3%) en 2006, para aumentar, a partir de entonces, a tasas superiores al 30% en los años siguientes.

Este comportamiento del gasto total nos lleva a pensar en el “efecto sibarita o esnob” sobre la demanda turística de Uruguay, por parte de los argentinos, lo que es un ejemplo de externalidad en red negativa. De alguna manera, el puente cerrado implicó una barrera a la entrada que segmentó el mercado, transformándolo en un producto diferente, un bien exclusivo cuyo consumo da prestigio y ese es el motivo por el cual su demanda es más inelástica. Ello implica que, cuantas menos personas dispongan de un determinado bien o servicio, más deseable será éste o más exclusivo, convirtiéndose el consumo de ese bien o servicio en signo de distinción. Ello transforma al consumo de los servicios turísticos en Uruguay en sinónimo, no sólo de caro o de calidad, sino también, y sobre todo, de exclusividad.

Cuanto mayor es el precio de un producto, menos personas pueden acceder al mismo y, por lo tanto, más deseable se hace. Además, debido a que la demanda es poco elástica, la cantidad de consumidores (en este caso turistas) solo disminuye marginalmente ante aumentos de los precios, redundando en un mayor ingreso para el oferente. Ello lleva a que no existan incentivos para que bajen los precios, por el contrario, hay estímulos a la suba de precios, y por lo tanto, a que se mantengan las barreras al ingreso de más consumidores.

Para el caso del turismo, un aumento en el nivel de precios se traduciría en un aumento en el nivel de gasto asociado. O sea que el corte del puente de Fray Bentos actuó como una barrera al ingreso de turistas que no podían asumir un costo de transporte mayor, generando un mercado “exclusivo” para turistas más ricos, dificultando el acceso al turismo en Uruguay de un importante segmento de potenciales turistas argentinos.

Si bien los datos disponibles no permiten concluir que Uruguay ofrece un tipo de servicios con una demanda exclusiva, sí se observa un aumento del nivel de precios medido a través del Índice de Precios Turísticos de Uruguay (IPTur), por encima de la inflación global medida por el IPC, mientras el gasto total generado por estos servicios se ha incrementado, medido por el ingreso de divisas al país.

La reapertura del puente, seguramente, determinará que los visitantes que usualmente utilizaban ese lugar como punto de ingreso al país, vuelvan a utilizarlo. Sin embargo, aunque quizás se genere un aumento en el número de visitantes, sobre todo para los destinos cercanos al punto de ingreso, no es posible afirmar cuál será el efecto total sobre el ingreso de divisas.

Si fuera cierto que Uruguay es percibido por sus principales consumidores de servicios turísticos como destino exclusivo, o sea que se verifica el efecto esnob, el impacto sobre la demanda total dependerá de los cambios que se produzcan en la cantidad de visitantes argentinos que lleguen al país, de las características de los visitantes que predominen en el mercado, y básicamente, del nivel de gasto asociado.

Al abatirse la barrera a la entrada, que había provocado que el turismo en Uruguay fuera percibido por los argentinos como un bien exclusivo, es probable que se recupere el segmento de demanda perdido. Esta presunción se apoya además en la comparación de la incidencia de los turistas de esta nacionalidad en el total: en 2005 era el 58%, luego bajó al 50% en 2007, y en 2009 fue de 55%.

En suma, tal vez los turistas argentinos de menor poder adquisitivo, que veían encarecidas sus vacaciones por el costo adicional del transporte que implicaba el puente cortado, regresen a Uruguay la próxima temporada, sumándose a los turistas provenientes de Argentina que realizan un mayor gasto.

Oportunamente será necesario analizar el número y el gasto de estos visitantes, a fin de determinar si con la “democratización” del turismo argentino en Uruguay, por ver facilitado el ingreso por vía terrestre, los sectores de mayores ingresos dejarían de percibir este destino como bien exclusivo, volcándose a otros destinos.

*Esta columna fue escrita por Gabriela Mordecki junto a María José Alonsopérez, asistente de investigación del Área Economía del Turismo del Instituto de Estadística de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República (Uruguay), quien también es Licenciada en Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración y Máster en Gestión y Economía del Turismo de la Universidad de la República y de la Universitá degli Studi di Siena (Italia).

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