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El dilema que beneficia a Andrés Manuel López Obrador
Vie, 27/04/2018 - 10:06

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

El debate presidencial del domingo se dividió en dos tiempos. En la primera parte —aproximadamente una hora— todos los candidatos atacaron sin misericordia a López Obrador. Era previsible, tomando en cuenta la gran ventaja con la que el morenista había llegado al debate. AMLO, en lugar de contraatacar, se mantuvo en silencio o repitió sus múltiples clichés que ha desarrollado a lo largo de tres campañas presidenciales. Su lenguaje corporal era, sin embargo, elocuentísimo: Se veía incómodo, molesto e irritado. Los ataques, sin duda, estaban funcionando.

En eso, increíblemente, Anaya y Meade decidieron cambiar sus baterías para atacarse entre ellos. En ese preciso momento, la cámara tomó a López Obradorquien, por primera ocasión, sonreía. Pues claro: Si algo hemos aprendido de esta campaña es que, mientras el panista y el priista se enfrenten, el morenista gana. De esta forma, durante la segunda parte del debate —otra hora aproximadamente—, López Obrador pudo respirar y recomponerse. Conclusión: Salió golpeado, pero no noqueado. Nada mal para el puntero en las encuestas.

Para mí, lo importante del debate fue cómo se administraron los ataques en los dos tiempos arriba descritos. Fue la estampa perfecta de lo que hemos observado durante esta campaña. El “PRIAN”, dividido en tres fuerzas (además de Anaya y Meade, Margarita Zavala), peleándose entre ellos y fortaleciendo, en todo este proceso, a López Obrador. Si en lugar de eso se dedicaran, como lo hicieron la primera hora del debate, a atacar al puntero en las encuestas, alguno de los tres tendría la posibilidad de subir, alcanzar y hasta rebasar a AMLO. Pero, mientras continúen peleándose, como en la segunda hora, ninguno podrá disputarle en serio la elección al tabasqueño.

Anaya estuvo bien. Por fin apareció después de tres semanas de campaña donde no había hecho nada. Como escribí aquí la semana pasada, había sido una completa decepción. El debate sirvió para relanzarlo y posicionarlo como el candidato que efectivamente le podría ganar a López Obrador. Deberá seguir peleándose contra el tabasqueño, pero, y he aquí la trampa, también diferenciándose de Peña y su candidato (Meade). Pero, si Anaya los ataca, estos naturalmente reaccionarán y contraatacarán beneficiando a… López Obrador. Súmese a esto los ataques de Margarita en contra de su excompañero de partido que también le restan puntos.

Yo lo tengo muy claro: O el “PRIAN” se pone de acuerdo para no atacarse entre ellos o esta elección ya la ganó López Obrador. No veo cómo pueda alguien ganarle al tabasqueño, con la ventaja que trae, a menos que haya una especie de pacto entre Zavala, Anaya, Meade y, desde luego, Peña. Como decía la semana pasada, un TUCAMLO: Todos Unidos Contra López Obrador. Sin embargo, eso es asumir que pueden ponerse de acuerdo superando los múltiples agravios que existen entre los cuatro personajes mencionados (los tres candidatos y el Presidente). Además de que Anaya puede cosechar votos dejando de atacar al PRI y al gobierno actual. Son dos supuestos muy grandotes, quizá imposibles en la realidad.

Si algo quedó claro del domingo es que López Obrador es vulnerable si los otros candidatos lo atacan al unísono. Él, por supuesto, argumentará que le “están echando montón los de la mafia del poder” legitimando su discurso antisistémico. Quizá. Pero lo otro —que se agarren a golpes Anaya, Meade y Zavala— al único que ha beneficiado, y seguirá beneficiando, es a López Obrador. ¿Se da cuenta, usted, del dilema? Un dilema que favorece estructuralmente a AMLO.

Con todo, hay que reconocer que el debate sirvió para cambiar la narrativa en los medios de comunicación. Antes del domingo, la idea dominante era que López Obrador ya había ganado, que era inevitable su triunfo. Después del domingo, existe la percepción de que es vulnerable, que sí puede perder la elección una vez más. Habrá que esperar, desde luego, a ver las encuestas para corroborar si esta idea se refleja en las preferencias del electorado.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

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