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El inexistente ambiente previo de la Copa América en Chile
Vie, 12/06/2015 - 13:31

Héctor Cancino Salas

El camino hacia una Colombia digital
Héctor Cancino Salas

Héctor Cancino Salas es periodista del sitio web de AméricaEconomía, AETecno.com.

Santiago es la sede principal de esta nueva edición de la Copa América. La capital chilena acogerá todos los partidos de la selección local, además de una semifinal y la definición del campeonato. Como tal, es la llamada a encabezar la fiesta que propone toda competición de fútbol de este tipo. Sin embargo, el ambiente previo al inicio de esta copa ha distado mucho de su condición de sede principal o país anfitrión.

Todo recién cambió este jueves por la tarde, momento en que llegaba el debut de Chile contra Ecuador, en la inauguración del campeonato. Porque hasta entonces la única gran tribuna que había tenido la Copa América habían sido los espacios deportivos de los medios de comunicación nacionales.

Pero, ¿qué pasó con el alboroto y la exaltación propia de los días previos a este tipo de espectáculos? ¿Dónde estuvo la tradicional fiesta que antecede el pitazo inicial y que nos debió invitar a todos los chilenos a sentirnos parte de la Copa? Como se hubiese preguntado Serrat, ¿dónde "colgaron el cordel para el cartel con las banderas de papel verdes, rojas y amarillas"?... Fiesta no hubo.

Una semana previa al inicio tuve la oportunidad de estar en el aeropuerto internacional de Santiago. No recuerdo haber visto siquiera un afiche promocional y alusivo al evento. Un turista jamás habría imaginado que en sólo una semana se iniciaría la fiesta de América en el país, una nueva edición del campeonato de selecciones más antiguo del mundo.

Tampoco me tocó presenciar ninguna intervención urbana sobre Copa América, salvo unos cuantos carteles publicitarios. Quizás por eso lo único que llamó realmente la atención fue lo que se hizo en Rancagua, una de las ciudades sede, donde se adaptaron algunos paraderos de buses interurbanos como banca de un estadio dentro de un arco de fútbol, lo cual fue ampliamente replicado en redes sociales y destacado como una de las buenas acciones de promoción. Extrañé también a los vendedores callejeros de productos alusivos a la "Roja" calentando el ambiente en los días previos. Para el reciente mundial de Brasil los pude ver por las principales avenidas de Santiago de Chile, por lo menos, una semana antes de los partidos de Chile. Para esta Copa América... sólo unas horas antes del primer encuentro.

Pero quizás la señal más patente de este tibio clima fueron las declaraciones de Alexis Sánchez, el jugador chileno que hoy lleva la delantera en popularidad nacional. Luego del último partido preparatorio de Chile, ante El Salvador, en Rancagua, la estrella del conjunto local criticó al público que fue al estadio. Pese al triunfo de su selección, Sánchez comentó: "parecía que no estábamos jugando en Chile. La gente estaba en silencio", una crítica que fue respaldada por otros miembros del plantel.

¿A qué se debe todo esto? ¿Al invierno que comienza a golpear a los chilenos? ¿A que en realidad nos animamos más con el polo y el ballet?

Probablemente la respuesta está en el mismo camarín de la selección chilena. La estricta restricción que el equipo de Sampaoli ha aplicado a la prensa y el público en los entrenamientos y actividades, así como la escasa empatía con los hinchas que asisten a los lugares donde van los futbolistas, puede haber provocado o ayudado a este distanciamiento.

Se trata de falta de afecto, de un ánimo colectivo que atice el apego de los hinchas por esta Copa, pues a la hora de las acciones más concretas el público sí ha respondido. Todos los tickets para los partidos de Chile están agotados y el rating combinado que tuvo el debut por televisión superó los 60 puntos. ¿Será entonces que nos estamos convirtiendo en una sociedad más madura? ¿Estará aprendiendo Chile a diferenciar y distanciar las instancias de entretenimiento, adjudicándoles su justa medida de consumo?

La agitada actividad política y judicial de los últimos meses también pudo habernos llevado a este clima de desinterés deportivo. Los conflictos éticos de la clase política -empezando por Michelle Bachelet y su hijo- y los diversos y transversales escándalos de corrupción por el financiamiento de esta actividad, así como las permanentes marchas por una mejor educación, los problemas de salud y transporte de la capital... ¿estarán distrayéndonos de nuestro amado fútbol? ¿O tal vez la asquerosa FIFA, la mafia que salió revelada a la luz pública nos desencantó y ahora nos preocupamos esencialmente de los 90 minutos en el campo de juego, más no de la gran fiesta previa que podría significar?

Vaya uno a saber… Mejor me preparo para ver el México vs Bolivia de esta noche, mientras yo ya lo veo a usted sentado como un lord inglés en el estadio más cercano. Y si algún equipo hace un gol, ya bajé mis expectativas y sé que usted no va a gritar, sino que en un impulso de adrenalina golpeará elegante y contenido su bastón contra el cemento de la gradería, un clap clap que ratifique los nuevos tiempos.

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