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El peligro nuclear
Jue, 17/03/2011 - 08:50

Roberto Pizarro

El ataque del "establishment" chileno a los Kirchner
Roberto Pizarro

Economista de la Universidad de Chile, con estudios de posgrado en la Universidad de Sussex (Reino Unido). Investigador Grupo Nueva Economia, fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile,  ministro de Planificación y rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (Chile).

El interés por construir plantas nucleares se encuentra siempre presente en economistas, tecnócratas, empresarios y políticos vinculados a éstos. Información oscura y supuestas fragilidades de otras fuentes de energía son utilizadas para promover el negocio. Sin embargo, la mayoría ciudadana no está dispuesta a asumir los riesgos que significa la energía nuclear. El secretismo, la alta rentabilidad y un lobby poderoso que caracterizan esta actividad bloquean la transparencia que ella exige. Gracias al lamentable terremoto en Japón, y consiguiente emergencia nuclear, aparece nuevamente en la agenda inmediata el rechazo a la utilización de esa fuente de energía.

En Chile, inmediatamente después del terremoto de Japón, y ya conocida la grave emergencia nuclear, se conocieron opiniones, de funcionarios de gobierno y expertos en la materia (El Mercurio, 12-03-11): “no exageremos. Hay que hablar con información válida”(Golborne, ministro de Energía y Minería); “suponemos que las tecnologías evolucionarán para hacer estas situaciones menos recurrentes” (Hugh Rudnick, profesor de la Universidad Católica); “Chile no ha descartado la energía nuclear y hay que esperar cómo evolucionan los hechos” (Jaime Salas, director ejecutivo de la Comisión Chilena de Energía Nuclear); “en el largo plazo la energía nuclear va tener que entrar a Chile”, Sebastián Berstein (ex secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía). Estas afirmaciones, altamente irresponsables, ponen de manifiesto el compromiso a priori de los hacedores de la política energética con el negocio nuclear y en defensa de su actividad profesional por sobre los intereses de la población.

Estas mismas personas animaron una reciente visita a Francia, encabezada por Golborne, para buscar opciones en energía nuclear. Dos poderosos empresarios fueron nominados para la presidencia del grupo de trabajo: Gerard de Mestralled por Francia y Guillermo Luksic por Chile. Es curioso, por decir lo menos, que a los propios empresarios privados, interesados en el negocio nuclear, se les haya responsabilizado para dirigir la comisión mixta entre ambos países. Al mismo tiempo, con ocasión de la visita del presidente Obama a Santiago, se suscribirá un  memorándum de entendimiento sobre cooperación nuclear entre Chile y los EE.UU., lo que resulta manifiestamente cuestionable.

La opción nuclear para la producción de energía no exige mayores análisis después del desastre en Japón. No hay nada más que estudiar. Está todo dicho. Y no se trata de exageraciones. Los sismos en Chile tienen características similares a los que se han producido en Japón. Si en este país ya son varias las plantas que se han incendiado y están emitiendo radiaciones, es de imaginar lo que sucedería en un país subdesarrollado con menos recursos humanos y materiales. No hay garantías de seguridad.

Para los olvidadizos es bueno recordar la gran cantidad de desastres nucleares, con origen en malos manejos o por eventos de la naturaleza, desde que se inventó esta fuente de energía. Los más destacados han sido Kyshtym y Chernobyl, en la Unión Soviética, en 1957 y 1986; Windscale en Gran Bretaña, 1957; Three Mile Island en Estados Unidos, 1979; Tokaimura. Japón, 1999. Hay muchos más, pero en éstos se cuentan miles de muertos, enfermos de cáncer y evacuaciones masivas como consecuencia de esas crisis nucleares.

Los graves daños que las centrales nucleares han provocado en los seres humanos, y el que hoy día sufren los habitantes de Japón, constituye una razón poderosa para renunciar a esa peligrosa energía. Ello es especialmente claro en un país sísmico como Chile. Existe un argumento adicional que también desafía el lobby nuclear: la dificultad para erradicar el almacenamiento de los residuos, que conservan la radiación por cientos de años, cuestión que no se ha podido resolver desde que hiciera aparición la industria nuclear.

Las condiciones geográficas de Chile lo condenan a sismos periódicos. Pero, al mismo tiempo, su larga extensión, pronunciada cordillera y vasto mar le ofrecen un inmenso potencial para el desarrollo de variadas fuentes de energía sin riesgos, no contaminantes y amables con el medio ambiente: solar, eólica, mareomotriz, geotérmica, entre otras. En consecuencia, la energía nuclear es peligrosa y no se justifica.

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