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En el día de la madre, recuérdame feliz
Vie, 09/05/2014 - 11:39

María Caridad Araujo

Google, ¿mi hija es bonita?
María Caridad Araujo

María Caridad Araujo es economista líder de la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo. Su trabajo en el BID se ha enfocado en temas de desarrollo infantil temprano y de alivio a la pobreza. Entre 2003-2005, fue docente en la Maestría de Políticas Públicas de la Universidad de Georgetown. Entre 2003-2009, trabajó en el Banco Mundial en temas de evaluación de impacto, medición de pobreza y desigualdad, focalización, educación y protección social en diferentes países de Asia del Este, Asia Central y Latinoamérica. Es ecuatoriana y posee un doctorado en Economía Agrícola y de los Recursos Naturales de la Universidad de California, Berkeley.

En las últimas semanas, un comercial ha circulado en las redes sociales. En el video, una empresa entrevista a varias personas para el puesto de “director de operaciones”. A medida que pasa el video se describe a los postulantes las características del puesto en cuestión: es un trabajo muy importante; requiere estar muchas horas de pie; quien lo realiza no tiene tiempo de descanso; se necesitan conocimientos de medicina, finanzas y artes culinarias; y no es remunerado.

Poco a poco los postulantes no pueden esconder su desconcierto ante las condiciones de trabajo descritas (crueles e inhumanas son algunos de los adjetivos que usan para calificarlas). La entrevista concluye cuando se les revela que éstas son las condiciones de trabajo de las madres. Y ahí, cuando nos hemos dado cuenta lo abnegadas que son las madres, se nos recuerda que les mandemos una tarjeta por su día (sí, el video es un comercial de una empresa que vende tarjetas).

Mentiría si no admito que la primera vez que vi el video, tuvo en mí su efecto marketinero. Me conmovió y me hizo pensar con infinita gratitud en mi mamá y con algo de auto-indulgencia, en mi propia experiencia de madre. ¡Tanto del trabajo que realizamos las mujeres en el hogar y fuera de éste sigue estando invisibilizado en la sociedad! No obstante, tras esta primera reacción, experimenté otra diferente. Me invadió la certeza de que no quiero que sea la imagen de la “madre abnegada” la que mis hijas tengan de mí ni construyan sobre la maternidad. No quiero que cuando sean grandes, ellas me recuerden como una mujer cansada, sacrificada, siempre lista para atender a todos con una sonrisa, que se olvida de sí misma y de sus necesidades.

Digo esto, precisamente porque en América Latina y el Caribe, las madres nos seguimos enfrentando en el día a día a sociedades donde las oportunidades no son iguales para hombres y mujeres, y a un sinnúmero de circunstancias adversas que hacen nuestras vidas todavía más complicadas.

Les doy unos ejemplos:

*De los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el objetivo 5 que busca reducir la mortalidad materna, es uno de los que registra mayo­res atrasos.

*80% del trabajo doméstico no remunerado está a cargo de mujeres.

*En América Latina y el Caribe un tercio de los embarazos no son planeados o deseados.

*La violencia física o sexual perpetrada por una pareja afecta desde el 13% de las mujeres de 15 a 49 años en Haití al 52% en Bolivia, y también ocurre durante el embarazo (en la región oscila entre el 6% y el 11%).

*Del 30-50% de las mujeres en la región experimenta algún tipo de violencia que repercute su salud, oportunidades económicas, derechos y bienestar.

*Cifras del Banco Mundial (disponibles desde 2005 hasta 2012 apenas para doce países en la región) revela que entre 12 y 26% de las mujeres de 15-19 años han tenido un hijo o están embarazadas (con un promedio no ponderado de 20%).

*Las mujeres sólo ocupan el 33% de las profesiones mejor pagadas en la región.

A pesar de estos datos -o precisamente por ellos-, les invito a que en el día de la madre celebremos a las madres por ser emprendedoras, alegres, activas; no solo por ser abnegadas. Propongámonos construir en nuestro imaginario colectivo una celebración en honor a estas madres.

Creo que si empezamos por imaginarnos una región de madres felices, estamos poniendo los cimientos para construirla. ¿Qué les parece?

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Primeros Pasos del banco Interamericano de Desarrollo (BID).