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Ideología y el World Economic Forum
Mar, 25/01/2011 - 13:59

Felipe Aldunate

Manteniendo la alerta
Felipe Aldunate

Felipe Aldunate es periodista y MBA de la Universidad Católica de Chile. Inició su carrera como reportero en El Mercurio, el principal diario de Chile, y luego se abrió paso al periodismo internacional. Vivió en Miami, Ámsterdam y Ciudad de México, y ha hecho corresponsalía desde Bogotá, São Paulo, Lima y San José. Además ha realizado investigaciones para diversos medios de comunicación desde casi toda América Latina. Es Director Editorial de la revista AméricaEconomía desde finales de 2005, y fue recientemente reconocido como Young Global Leader por el World Economic Forum.

Otra vez Davos, un pequeño poblado en los Alpes suizos, se transforma en el centro del debate global. Y otra vez los latinoamericanos que habitualmente asistimos a las asambleas anuales del World Economic Forum nos quejaremos de la escasa presencia regional en este foro global.

Este año son unas 65 las figuras públicas latinoamericanas -entre los cuales está quien les escribe- que participarán en representación de América Latina. Es una cifra que apenas iguala la cifra de 2010, en una región que se ha disparado en toda clase de indicadores.

De los participantes latinos, muchos son rostros que se repiten de un año a otro. Algunos son representantes de grandes grupos económicos como Carlos Rodríguez Pastor, del grupo peruano Interbank; los argentinos Enrique Pescarmona y Sebastián Bagó, quienes presiden Empresas Pescarmona y Laboratorios Bagó, respectivamente; el brasileño Ricardo Villela Marinho, uno de los más altos ejecutivos del Grupo Itaú, y los mexicanos José Antonio Fernández, CEO de FEMSA, y Alejandro Baillères, del Grupo Bal. 

También habituales economistas como Guillermo Ortiz, el ex presidente del Banco de México, y Felipe Larraín, actual ministro de Hacienda de Chile. Además participan artistas como los brasileños Romero Britto y Paulo Coelho, periodistas, autoridades públicas y algunos emprendedores  sociales.

Este año además han confirmado su asistencia cuatro presidentes de países de la región: el mexicano Felipe Calderón, quien es un habitué del WEF desde que el mismo foro lo nombrara Young Global Leader a fines de los 80; el empresario-presidente Ricardo Martinelli, de Panamá (segunda vez en el foro); el dominicano Leonel Fernández y el colombiano Juan Manuel Santos, el sucesor de Álvaro Uribe, quien también fue un frecuente visitante de Davos.

No es casualidad que los cuatro presidentes participantes representan a la derecha latinoamericana. Es más bien el reflejo de un contexto que se ha venido convirtiendo una costumbre del WEF: desde América Latina a Davos sólo vienen mandarios de la derecha latinoamericana.

Los países que forman parte de la alternativa bolivariana para las Américas, el ALBA, han descartado de plano su participación en el WEF. De hecho, Evo Morales y Hugo Chávez promovieron que el Foro Social Mundial se realice en las mismas fechas que el Foro de Davos, de manera de competir por la atención medial, tal como aconteció en 2009 en la ciudad brasileña de Belem.

Pero los países de la izquierda moderada latinoamericana penan por su ausencia. Los socialdemócratas latinoamericanos prefieren mirarlo por la televisión. Algunos de ellos han privilegiado participar del capítulo latinoamericano del WEF, que es más corto y que se realiza en la misma región latinoamericana, por lo que cuenta con más facilidades que un viaje a Europa en pleno invierno.

Alan García nunca se interesó mucho. Michelle Bachelet, aconsejada por su ministro de Hacienda, Andrés Velasco, sí mostró interés en una ocasión que comprometió su participación, la cual canceló a última hora cuando ya estaba organizado para contar con su presencia (este año participa como funcionaria de la ONU). El presidente uruguayo José Mujica no viene, como tampoco lo hizo su antecesor Tabaré Vásquez. Los organizadores del evento, por la parte latinoamericana, explican que muchas veces los mandatarios de izquierda, como Lugo o el mismo Mujica, han colaborado con el Foro, pero que han fallado en su participación por problemas de agenda.

La gran excepción es Luiz Inácio Lula da Silva. El ex presidente brasileño ha sido un participante activo en Davos. Pese a ser también un promotor del Foro Social, sus presentaciones de la reunión anual del WEF fueron a nivel estelar, ya sea como orador exclusivo en el plenario principal, o compartiendo escenario con otros presidentes de países emergentes. Pese a que no vino todos los años (en 2010 tuvo que cancelar su visita debido a problemas de salud), para Lula, así como para su ministro de RR.EE., Celso Amorim, la participación en Davos era un requisito de su política exterior. No es coincidencia que la agenda internacional de Brasil se haya convertido en los últimos años de lejos en la más activa en la región y que la participación brasileña sea relevante en temas que van como cambio climático, comercio global, seguridad alimentaria y otros. En esta edición no viene Dilma Rouseff, pero sí participa el flamante ministro de Relaciones Exteriores brasileño, Antonio De Aguiar Patriota.

Pero para el resto de la izquierda de la región -extremos y moderados- prefiere evitar su exposición en la Asamblea General del WEF.

Esto es una peculiaridad latinoamericana. El Asia Pacífico, el Medio Oriente y África, para mencionar otras zonas donde los países de desarrollo emergente son mayoría, tienen representantes de todos los signos políticos. El salón plenario del WEF ha sido sede de debates como el palestino-israelí o los que tienen trabados a las negociaciones comerciales de la Ronda de Doha, temas muchos más profundos que los que dividen a América Latina. Mandatarios rusos, chinos, árabes y africanos de todas las líneas políticas han pasado por el Foro.

No hay que engañarse. El WEF es una iniciativa empresarial. Fue creada por empresarios y su vigor lo obtiene justamente del respaldo que muchas corporaciones hacen a la iniciativa que hace 40 años creó el suizo Klaus Schwab. No obstante, hoy es una organización sin fines de lucro, cuya agenda de temas va mucho más allá de lo meramente empresarial. Y el cuidado que han mantenido los organizadores de no sólo invitar a las grandes corporaciones, sino que también a lideres sociales, inventores, creativos, filósofos, premios Nóbel de distintas disciplinas, hacen que el debate muchas veces gire en temáticas alejadas a la empresarial y con conclusiones distintas a las que la ideología corporativa podría tener.

La ausencia de mandatarios latinoamericanos de distinto color político no es una pérdida para el Foro -donde ante el cúmulo de figuras y celebridades, muchos presidentes corren el riesgo de pasar desapercibidos. El tema es al revés. El foro es una vitrina global ideal para mirar y mostrarse. Para entender y darse a entender. Al no presentarse, son los mismos mandatarios los que dejan pasar una oportunidad para incrementar su relevancia internacional y su capacidad de poner temas sobre la mesa.

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