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La brecha tecnológica y el subdesarrollo latinoamericano
Lun, 23/05/2011 - 13:46

José Ignacio Moreno León

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José Ignacio Moreno León

Ingeniero químico de la Universidad de Louisiana (USA), Master en Administración de Empresas de la Universidad Central de Venezuela y en Administración Fiscal y Desarrollo Económico de la Universidad de Harvard. Es además rector de la Universidad Metropolitana de Venezuela.

Como lo hemos expuesto en columnass anteriores, ejemplos de cómo la educación y la ciencia y tecnología, ajustadas a las nuevas realidades mundiales, están siendo factores determinantes del desarrollo exitoso de los países, son más que evidentes, tal como lo señalamos en los casos de China, Finlandia, Corea, Singapur, Israel y Japón, que han logrado saltar del tercer al primer mundo en menos de seis décadas, un período similar al que hemos vivido los venezolanos en la democracia contemporánea, sin haber podido aún deslastrarnos del subdesarrollo, ni de la pesada rémora del rentismo petrolero que tiende a profundizarse, alimentando el populismo y el capitalismo de estado.

Mientras los países señalados avanzan al impulso de una educación de excelencia y un gran empeño en el desarrollo científico y tecnológico, nuestro marcado rezago y el del resto de los países latinoamericanos está estrechamente vinculado a las notorias ineficiencias de los sistemas educativos y a la brecha científica y tecnológica que nos distancia de las naciones más avanzadas.

Pero igualmente ese retraso en la ruta hacia el progreso es producto de complejos tercermundistas y de erráticos modelos económicos que, salpicados por políticas clientelistas y populistas, han sido barreras históricas para que la mayoría de los países del área, incluyendo el nuestro,  no hayan sabido responder a los retos de la globalización contemporánea y a la revolución científica y tecnológica que la impulsa.

Es importante destacar que en el progreso científico de los países avanzados han cumplido papel protagónico prestigiosas universidades, porque los mismos se han empeñado en una educación de excelencia y en impulsar programas de innovación científica y tecnológica, para incorporarse competitivamente en los mercados globales de una economía planetaria sustentada en el uso inteligente de la información y el conocimiento, y en  la revolución tecnológica en el campo de la informática y de las telecomunicaciones, generada por el microchip, las computadoras y el asistente digital inteligente.

Pero conviene aclarar que esta revolución de la informática acusa graves desequilibrios en su avance, ya que el 20% más rico de la población mundial acapara  93,3% del acceso a internet, mientras que el 20% más pobre apenas tienen acceso a 0,2% de este servicio.

En contraste, según cifras del Banco Mundial, la región de América Latina y el Caribe refleja notables retrasos en productividad y fallas en su sistema de ciencia y tecnología. En la última década, el crecimiento regional de la productividad fue apenas de 0,45%, mientras el promedio mundial fue de 0,60% y el de los "tigres asiáticos" de 1,42%.

Se señala igualmente un marcado déficit en matrícula de la educación secundaria y en la calidad de la enseñanza, a todos los niveles, como se evidencia en las pruebas del Programa Integral de Evaluación de Estudiantes (Pisa), en el que los niños de Finlandia, Singapur, China y Corea ocupan los primeros lugares. Son pocos los países latinoamericanos que participan en estas mediciones de calidad educativa, ocupando lugares muy bajos.

En los diferentes sistemas de clasificación de universidades que se publican anualmente, por lo general, no se incluyen universidades latinoamericanas. Así en el reconocido ranking de The Times para 2010-2011, Japón destaca con cuatro casas de estudio clasificadas en posiciones privilegiadas, con la universidad de Tokio ubicada en la posición 26 entre las 200 más reconocidas del mundo. Corea tiene su Universidad de Ciencia y Tecnología en el lugar 28, la Universidad Nacional de Singapur se posiciona en el puesto 34, la de Pekín en el 37 y la de Helsinki en el 102. En esta clasificación no aparece ninguna universidad de América Latina.

Los indicadores de desarrollo científico y tecnológico reflejan igualmente el retraso de la región, tal y como se evidencia, entre otros, por los índices de patentes otorgadas por cada 100.000 habitantes residentes, según cifras del Anuario Mundial de Competitividad 2002-2003, que ubica a Japón con 81,1 y a Corea del Sur con 66,5. Entre los países de América Latina, el que más patentes obtuvo para ese período fue Argentina con solo 0,53, seguido de Brasil con 0,30, mientras que Venezuela aparece con apenas 0,05.

Las referencias anteriores justifican la necesidad de impulsar importantes cambios en el sistema educativo y de ciencia y tecnología en América Latina y obviamente en nuestro país, pero los mismos deben orientarse con pertinencia, inclusión y solidaridad social, que son a su vez condiciones indispensables para asegurar el desarrollo sustentable y con sentido humano.

Para analizar estos temas y las propuestas adecuadas para superar las deficiencias de nuestro sistema educativo y de ciencia y tecnología, la Universidad Metropolitana, con el apoyo de la Corporación Andina de Fomento, realizará este martes 24 de mayo, en el auditorio Manoa del Celaup, y con entrada libre, un seminario internacional, en el cual participarán conferencistas de México, Brasil, EE.UU., Chile, Corea  y de nuestra Academia Nacional de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Mundo.com.ve. 

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