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La estrategia de Kim Jong-un
Mié, 20/09/2017 - 08:35

Peter Sturm

La estrategia de Kim Jong-un
Peter Sturm

Peter Sturm es redactor del diario "Frankfurter Allgemeine Zeitung".

El nuevo lanzamiento de un misil norcoreano no ha supuesto una sorpresa. Siguiendo la lógica del régimen de Pyongyang, es la respuesta a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que acaba de imponer nuevas sanciones a Corea del Norte. Desde hace algún tiempo, Kim Jong-un solo encuentra aprobación a su continua escalada política por parte de quienes están destinados a festejarlo en las calles de su país.

Así pues ¿qué empuja a Kim a llevar a cabo estos lanzamientos y a hacer una prueba nuclear? Podríamos buscar una razón en China. El Partido Comunista celebrará un congreso en octubre, como hace cada cinco años. En esta ocasión se van a tomar decisiones trascendentales. Una gran parte de la cúpula debe retirarse por motivos de edad. Es de suponer que, tras el telón, ya está claro quién formará parte de la dirección del partido, pero incluso aunque todo discurra sin diferencias de opinión mencionables, no puede decirse que los nuevos líderes de China vayan a tener completa capacidad de maniobra. Esta situación se mantendrá previsiblemente un tiempo después del congreso, hasta que la nueva cúpula y su séquito se acostumbren a su nuevo trabajo. Incluso aunque quisieran ocuparse de ello, de momento, los líderes chinos tienen otras preocupaciones que no son el vecino díscolo del suroeste.

Posiblemente Kim Jong-un aprovechará la oportunidad para impresionar a la comunidad mundial de tal manera que esta prefiera un acuerdo dudoso que favorezca a Kim antes que arriesgarse a una guerra de imprevisibles consecuencias para Corea, la región y el mundo. Aquellos que están a favor de un compromiso tal, ignoran que incluso un reconocimiento tácito de Corea del Norte como potencia atómica sería una señal equivocada para muchos otros. Durante esta semana incluso se debatió seriamente en Corea del Sur sobre la posibilidad de que vuelvan a estacionarse en la península las armas nucleares estadounidenses, que hace largo tiempo fueron retiradas.

A ello hay que añadir que Japón, a pesar de su propia experiencia dolorosa con las armas nucleares, no está dispuest a quedarse de brazos cruzados mientras observa cómo se permite a Kim conservar "su” bomba. En aras de la paz mundial, no se puede consentir que Kim se salga con la suya.

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