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La política siempre se inmiscuyó en el fútbol
Lun, 09/07/2018 - 13:51

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

No es que faltaran precedentes que presagiaran lo que podía ocurrir. En 2014 un partido entre Albania y Serbia en Belgrado culminó con una refriega en torno a una bandera con el mapa de la “Gran Albania” (el cual incluía parte de Serbia). Mientras parte del público coreaba consignas contra los albaneses, algunos aficionados invadieron el campo de juego. Uno de los jugadores albaneses involucrados en la trifulca fue Taulant Xhaka, hermano de Granit Xhaka, jugador del seleccionado suizo.

En 2008, Kósovo, históricamente provincia de Serbia, declaró su independencia en forma unilateral. La proclama fue hecha en nombre de la mayoría de su población de origen albanés, la cual había sido víctima de una campaña militar del Estado serbio, a la que calificaban como una limpieza étnica. Uno de los primeros países en reconocer al nuevo Estado fue Costa Rica. Lo cual explica las declaraciones que formulara el canciller serbio Ivico Dacic después de que su selección derrotara a la costarricense en el mundial de Rusia: la victoria había representado, según Dacic, “una pequeña y dulce venganza”.

Mencionemos ahora un incidente ocurrido durante el mundial en curso que tal vez sí recuerde: la controversia en torno al festejo de los goles de Suiza en su partido ante Serbia. Ambos goles fueron anotados por jugadores de nacionalidad suiza, pero de origen albano-kosovar (Xherdan Shaqiri y el antes mencionado Granit Xhaka). Antes de anotar los goles habían sido hostilizados por los aficionados serbios en las tribunas, por reivindicar su origen étnico (Shaqiri llevaba la bandera de Kósovo dibujada en uno de sus botines y la suiza en el otro).

Todo ese preámbulo contribuye a entender por qué el hecho de que ambos jugadores festejaran sus anotaciones representando con ambas manos el águila bicéfala estampada en la bandera de Albania causó controversia entre albaneses y serbios aún fuera de los Estadios. Al punto que la FIFA se abocó a investigar la pertinencia de aplicar sanciones a todos los involucrados.

Tal vez no haya oído, sin embargo, sobre la controversia que dicha celebración ocasionó en Suiza. La derecha xenófoba que por algún prurito de pudor se autodenomina Unión Demócrata de Centro (UDC), aprovechó para cebarse en la falta de integración de los inmigrantes y sus descendientes. La diputada de la UDC Natalie Ricki dijo que no podía alegrarle la victoria, porque “Los goles no se han marcado para Suiza, sino para Kósovo”. En un país que, como Suiza, es pluriétnico y multilingüe desde su creación se esperaba, según parece, que Shaqiri olvidara que él mismo había nacido en Kósovo o que Xhaka olvidara que sus familiares llegaron de Kósovo en condición de refugiados, luego de que su padre fuera detenido y golpeado por respaldar la independencia.

Se trataba de una exigencia por demás hipócrita cuando se recuerda cómo se refería a la selección suiza otro diputado de la UDC (Roger Koppel), aún antes del mundial. Según él, se trataba de “una tropa experimentada de mercenarios extranjeros con acento balcánico, enriquecida con algunos africanos helvetizados”. Por si quedaran dudas de que la UDC ni considera suizos a los inmigrantes y sus descendientes, ni busca integrarlos: busca deportar a parte de ellos (a los que en su publicidad electoral representó literalmente como ovejas negras), y obtener rédito político a expensas del resto.

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