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México: cuando un Estado trata a sus ciudadanos como basura
Lun, 24/09/2018 - 09:05

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

¿De qué tamaño es la efectividad de un Estado? Del valor que le da a una vida humana. Un Estado eficaz es aquel que se toma muy en serio el secuestro o asesinato de uno de sus ciudadanos. Los Estados exitosos son aquellos que movilizan todos sus recursos para encontrar a personas desaparecidas o a los culpables de haberlas desaparecido, ya sea porque las secuestraron o asesinaron. Si éste es el estándar de la eficacia estatal, México está absolutamente reprobado.

Al Estado mexicano le vale un pepino sus ciudadanos. Hoy, un tráiler circula por las calles de Guadalajara con decenas de cadáveres que ya no caben en el Servicio Médico Forense de esa ciudad. Los vecinos de las colonias se quejan porque el camión apesta. Lo mueven de un lado para otro. En el periódico vemos la foto de un individuo que abre el contenedor y camina sobre una pila de cuerpos humanos envueltos en bolsas de plástico negras como si fueran basura.

Pues sí, eso somos los ciudadanos para nuestro Estado: basura con la que no saben qué hacer. En otras regiones, gobiernos y grupos del crimen organizado entierran a decenas, centenas de muertos en fosas comunes. Algunas, luego, son descubiertas. Otras, nunca.

Del otro lado, miles de familias buscan a sus parientes desaparecidos. El Estado, lejos de ayudarlos, de ofrecerles respuestas, les pone trabas. Nadie sabe, nadie supo, por favor, dejen de chingar. Vayan a buscarlos a las fosas clandestinas que aparecieron en Veracruz. Hay otras en Tamaulipas. O échense una vuelta a Guadalajara para ver si están en el camión lleno de cadáveres que anda circulando por esa ciudad.

El presidente electo se reúne con las víctimas de la violencia. Hay que reconocerle que, a diferencia del Presidente en funciones, por lo menos les da la cara, los enfrenta. Les habla de no olvidar, pero sí de perdonar. Lógicamente, los familiares, con el dolor de no saber dónde se encuentran sus parientes —si siguen vivos o muertos—, rechazan esta propuesta: quieren respuestas, demandan justicia.

Y justicia es algo que el Estado mexicano no puede darles. ¿Por qué? Pues porque no hemos construido las instituciones diseñadas para resolver este asunto: policías, fiscales, jueces y cárceles. López Obrador promete hacer lo humanamente posible. Es una buena frase. Que comience dándole prioridad a este tema. Que le dedique tiempo y dinero a resolverlo. De lo contrario, lo humanamente posible será sólo un pretexto retórico.

Basura, desechos, pasto para los buitres, eso somos los ciudadanos para nuestro Estado. Si nos asesinan, nos envuelven en una bolsa negra y nos echan en el contenedor de un tráiler a dar vueltas hasta que encuentren la manera de enterrarnos en una fosa común. A eso hemos llegado. Una vergüenza.

Del gobierno de Peña ya no podemos esperar nada. Su fracaso en el tema de inseguridad y violencia es obsceno. Nuestra esperanza está en la próxima administración. Que AMLO haga algo diferente. Sin embargo, es la hora en que no vemos todavía una estrategia de cómo resolver el problema. Repito, una vez más, lo que dicen todos los expertos en la materia: la solución necesariamente pasa por reconstruir toda la cadena de instituciones del Estado dedicadas a proveer seguridad: policías, fiscales, jueces y cárceles. Mientras AMLO no decida dedicarle más recursos financieros, personales y materiales a este asunto, los ciudadanos seguiremos siendo basura para el Estado. Que la izquierda que ganó el pasado julio en las urnas use su fe estatista para proveer el bien público más básico de todos: la seguridad. Seguridad de que si alguien desaparece, el Estado se encargará de buscarlo y encontrarlo. Seguridad de que si alguien es asesinado, el Estado buscará y encontrará a los responsables a quienes castigará por haber cometido este crimen. ¡Basta ya de que traten a los ciudadanos como si fueran basura!

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

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