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Trump y Erdogan en la UE, dos visitantes incómodos
Vie, 26/05/2017 - 09:57

Christoph Hasselbach

Alemania necesita inmigrantes: ¿qué dicen los alemanes?
Christoph Hasselbach

Christoph Hasselbach es editor senior en Deutsche Welle.

¿Cómo recibir a un huésped que desprecia a sus anfitriones y hasta los amenaza? Por un lado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, halla que el "brexit” es "estupendo” y describe a la Unión Europea como un mero "vehículo” para defender los intereses de Alemania. Por otra parte, el "hombre fuerte” de Ankara, Recep Tayyip Erdogan, tacha a Europa de "continente podrido” y considera que al bloque comunitario no le queda otra opción que seguir adelante con las negociaciones en torno a la adhesión de Turquía a sus filas. La UE viene tolerando ese tipo de declaraciones desde haya ya meses. Pese a todo, tanto el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, como el de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, conversaron civilizadamente con ambos visitantes, uno tras de otro, este 25 de mayo de 2017. La cita no fue agradable. El esfuerzo, la sonrisa forzada y la tensión se hizo evidente en sus rostros: hospitalidad por motivos diplomáticos.

¿Fue correcto incurrir en ese ejercicio de autonegación? ¿Habría sido mejor negarse a recibir a Trump y a Erdogan o recibirlos y luego cantarle cuatro verdades? Después de todo, la Unión Europea es el bloque de Estados más fuerte del mundo en términos económicos.

Antes habría habido una guerra

En el siglo XIX, incidentes como los mencionados habían podido dar pie a una guerra. De hecho, nadie se atrevería a hacerle ese tipo de desplantes a la China de hoy. Pero, por suerte, ya no vivimos en el siglo XIX y la UE no se toma tan en serio como otros la cuestión del honor. En todo caso, la ruptura del diálogo y el silencio no representan una opción válida. Es demasiado lo que está en juego.

Es preocupante que Donald Trump y Recep Tayyip Erdogan representen a dos Estados tan cercanos a la UE. La inclusión de Turquía en el bloque comunitario no está siendo negociada por capricho, aun cuando las conversaciones parezcan absurdas. Hasta no hace mucho, el acercamiento de Turquía a la UE parecía ser la cosa más natural. En el caso de Estados Unidos, sus vínculos políticos, económicos y sociales con Europa son tan estrechos, que simplemente se dan por sentados. Sin embargo, todo eso está en riesgo. Aunque hoy no seamos amigos de una membresía de Turquía en la UE ni de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, una cooperación estrecha con ambos socios es favorable para todos los implicados.

"Evitar un orden mundial post-occidental”

Cuando terminó su encuentro con Trump –y en ausencia del mandatario estadounidense–, Tusk admitió frente a la prensa que él y su interlocutor tenían grandes diferencias en distintos ámbitos, pero luego intentó llevar el asunto a un nivel más elevado. Tusk arguyó que, en este momento, la tarea más importante era "defender a todo el mundo libre” e hizo un comentario similar en Twitter antes de reunirse con Trump, cuando dijo que el objetivo era conseguir que "el mundo libre” cooperara para "evitar la instauración de un orden mundial post-occidental”. Cabe preguntarse si, apartando la membresía de Turquía en la OTAN y su intento de afiliarse a la UE, Erdogan percibe a su país como parte del "mundo libre”. Independientemente de eso, es evidente que Trump sí ve a Estados Unidos en esas lides.

Tusk tiene razón: si los aliados se pelean entre sí, le dejan el campo libre a otros, como China y Rusia, por ejemplo. Y eso no le conviene ni a los europeos, ni a los estadounidenses, ni tampoco a los turcos. Cada vez que los representantes de la UE emprendan esta labor de persuasión, incluso de cara a huéspedes tan incómodos como Trump y Erdogan, es necesario que sepan que ese esfuerzo no es en vano.