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Una mísera perrita chihuahua
Jue, 06/07/2017 - 14:44

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

Maldita la corrupción en México. Es un cáncer social muy difícil de vencer. Sus consecuencias se palpan por todo el cuerpo nacional. Si la economía no crece más es por culpa de esta enfermedad. La creciente violencia también tiene que ver con este mal. Y, supuestamente, después de varios episodios que causaron asco en la sociedad, estábamos en el proceso de implementar un remedio: el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). Era, sabíamos, un largo tratamiento que implicaba la construcción de un complicado entramado institucional. Muchos aplaudimos este esfuerzo empujado desde la sociedad civil organizada. También advertimos, empero, que el riesgo era que se convirtiera en un pesado elefante blanco que no sirviera para resolver el problema. Hoy estamos lejos de eso. No hay por qué preocuparnos por un SNA como paquidermo albino. No. Lo que nos tiene que inquietar es el parto de una mísera perrita chihuahua.

El Senado ha pospuesto, una vez más, el nombramiento del fiscal Anticorrupción. Supuestamente, por ley, que los mismos legisladores aprobaron, el 18 de julio tendría, ya que estar trabajando este funcionario. No va a ocurrir. El tema quedó atrapado por la grilla entre los partidos. El PRI, mañosamente, lo quiere poner como parte de un paquete legislativo que incluya la Ley de Seguridad Interna. PAN y PRD se rehúsan a permitirlo y, además, tienen dudas sobre el diseño original de la fiscalía del SNA. El PT, que en realidad es el grupo de Morena en el Senado, no dice ni pío, supongo porque López Obrador piensa que la corrupción se terminará en México cuando él llegue a la Presidencia casi como por arte de magia.

No sólo eso. Tampoco se nombrarán a los magistrados que fungirán como jueces del SNA. Excélsior informó ayer “que el presidente del Senado, Pablo Escudero, reveló que no se tratará ningún periodo extraordinario antes de que el Tribunal Electoral resuelva sobre las elecciones en Coahuila y el Estado de México”. Sí: la agenda anticorrupción una vez más secuestrada por la política electoral. Los partidos, sin ningún rubor, anunciando que su prioridad son los huesos. Lo demás, puede esperar.

PAN, PRD y organizaciones sociales tienen dudas si conviene o no el nombramiento del fiscal anticorrupción. Bien a bien, todavía no queda definida la autonomía que tendría esta dependencia que dependería del nuevo fiscal de la nación. Tampoco queda claro si el actual procurador general de la República tendría pase directo a ser el primer fiscal independiente. Entiendo ambas inquietudes. Pero mientras tanto, por angas o por mangas, no vamos a tener ni fiscal ni magistrados anticorrupción.

Lo que sí ya tenemos es el Comité de Participación Ciudadana (CPC), cinco ciudadanos que nos representan en el SNA. A la fecha, no se les ha asignado presupuesto alguno. Trabajan gratis. No tienen, ni siquiera, oficinas donde reunirse. Para colmo, existe una sospechosa andanada en contra de su proceso de selección.

Ayer, en Excélsior, María Amparo Casar nos recordaba lo ejemplar de dicho proceso. El Senado nombró a una comisión conformada por gente honorable y de prestigio social. Después de un eficaz y transparente procedimiento, que se puede consultar en www.comisionsna.mx, salió elegidos una quinteta de mexicanos íntegros:
Mariclaire Acosta, Alfonso Hernández, José Octavio López Presa, Luis Pérez de Acha y Jacqueline Peschard.

Ahora aparecen notas para desacreditar el proceso y su resultado. Quieren ensuciarlo. El lunes, Ricardo Raphael, uno de los aspirantes que no fue seleccionado, defendió públicamente el procedimiento. En su columna de El Universal afirmó que hay alguien detrás de todo esto con el objeto de pegarle a Mariclaire Acosta, quien presidirá el CPC el año (electoral) que viene.

Por su parte, Casar, quien hoy se dedica en cuerpo y alma a la lucha contra la corrupción, dice que “la acusación de ‘trampa’ no se da en un vacío, sino en un contexto”. Organizaciones de la sociedad civil están, por un lado, muy activas en el tema y, por el otro, el SAT las tiene acosadas y amenazadas; mientras tanto, aparecen nuevos actos de corrupción y espionaje gubernamentales. “Que me perdonen, pero aquí hay agenda y mensaje”, concluye María Amparo, con toda razón.

Así está naciendo el SNA, la gran apuesta del presidente Peña para darle una respuesta a la sociedad después de varios casos de presuntos actos de corrupción gubernamentales que, incluso, lo involucraban a él. Me temo que aquí no se está pariendo a un elefante blanco, sino a una perrita chihuahua, chiquita, flacucha y con unos dientecitos de leche que naturalmente no tendrá la capacidad de enfrentar a los poderosos lobos corruptos que andan felizmente libres.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

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