Las tecnologías se han incorporado a la vida cotidiana y los países se han preocupado por aprovechar los beneficios de su uso para incrementar sus niveles de competitividad. Chile no se ha quedado atrás. La preocupación del Estado por generar políticas públicas que fomenten la adopción, desarrollo y uso de las tecnologías por parte de los ciudadanos, las empresas y el gobierno, ha sido una tarea permanente, sin embargo, la necesidad de profesionales capacitados crece más rápido que la oferta de profesionales.

Según datos entregados por Fundación País Digital, en Chile existirá una brecha de 65.000 profesionales TIC al 2020. El estudio de carreras relacionadas con tecnologías presenta una baja sostenida en los últimos cinco años, déficit que seguirá en un aumento sostenido. Según el Departamento de Trabajo de Estados Unidos, el año 2020 habrá más de 1,4 millones de vacantes laborales en desarrollo de software que no serán ocupados, siendo los puestos mejor remunerados.

El déficit de profesionales TI es un problema mundial y el trabajo por atraerlos en este campo es una preocupación constante de todos los países. La baja participación femenina que en Chile se evidencia en este tipo de carreras se refleja en que sólo entre el 8 y 16% del total de los estudiantes de estas son mujeres. Esta baja participación deja fuera a las mujeres de un sector lleno de oportunidades, con lo cual podrían acceder a una mejora en su calidad de vida, a través del acceso a trabajos bien remunerados, que pueden realizarse remotamente o con flexibilidad de horarios.

Dada la alta demanda, aparecen en el mundo cursos de entrenamiento en subespecialidades TI que permiten otorgar conocimientos específicos y segmentados acorde a las renovadas necesidades de la industria. Lo interesante de esto es que no se necesita tener formación ni conocimientos previos del área para poder estudiar. Cualquier persona, independientemente de su formación, puede aprender a programar. Un ejemplo es lo que Duoc UC hizo con su programa Mujeres Programadoras. En 2016, junto a Corfo y Fundación Kodea, capacitó a 78 mujeres que ya están trabajando en la industria; y en 2017, junto a JPMorgan, se están capacitando 65 mujeres más.

Con una industria tan vertiginosa, es un desafío formar profesionales del mañana, por lo que estamos en constante vigilancia tecnológica para mantenernos al día, diseñando planes y programas con una mirada a futuro; incorporando las habilidades del siglo XXI y formando profesionales con capacidad de adaptación, porque el mundo va a seguir evolucionando y nuestros titulados deben mantenerse siempre actualizados.