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Importaciones en aumento: ¿bendición o maldición?
Lun, 20/09/2010 - 13:46

Daniel T. Griswold

Un miedo sin fundamentos se apodera de Arizona
Daniel T. Griswold

Daniel Griswold ha escrito o co-escrito importantes estudios acerca de la globalización, el comercio y la inmigración, incluyendo el estudio de 2007 "Trading Up: How Expanding Trade has Delivered Better Jobs and Higher Living Standards". Es articulista para el Wall Street Journal, el Financial Times, y otras importantes publicaciones y también ha salido en C-SPAN, CNN, PBS, BBC, y Fox News. Se graduó de periodismo de la Universidad de Wisconsin y tiene un diploma de economía y una maestría en la Política de la Economía Global de London School of Economics.

Se ha vuelto sabiduría convencional, entre aquellos que reportan la economía, que el aumento de las importaciones y un creciente déficit comercial son malas señales para el crecimiento.Como los recientes titulares nos advierten: “La brecha comercialdesacelera el crecimiento económico” (Washington Post) y “Una brechacomercial más amplia augura un crecimiento débil” (Wall Street Journal).

Los reportajes de este estilo se derivan inevitablemente de la lógica keynesiana. Si importáramos un millón de zapatos para satisfacer la demanda doméstica, ya no tendríamos que fabricar ese millón de zapatos. Cuando la demanda se “esparce” hacia el extranjero, el crecimiento se desacelera y crea menos trabajos.

Eso es lo que nos dicen.

Los periodistas y expertos que, quienes difunden esta teoría, deberían mirar más allá de ella y considerar que, en realidad,un aumento en las importaciones y una creciente brecha comercial, lejosde ser obstáculos al crecimiento, son una de las señales más certerasde que la economía se está expandiendo.

Un gran defecto del punto de vista keynesiano es que ignora el papel que juega el lado de la oferta de las importaciones. Másde la mitad de lo que importamos son bienes consumidos por productores-equipos de capital, materia prima, partes y otros insumosintermedios-. Estas importaciones nos permiten producir más, nomenos. Por eso, a lo largo del último año, las importaciones de bienesmanufacturados han estado aumentando junto con la producción doméstica de bienes manufacturados.

A largo plazo, las importaciones fomentan el crecimiento al obligar a los productores domésticos a ser más eficientes y productivos. Lacompetencia generalmente funciona de tal manera que las importacioneshacen a un lado los productores domésticos menos eficientes, dejando elmercado a las empresas más competitivas. Esas empresas tienen mayorcapacidad de hacer crecer su presencia en los mercados globales y decrear empleos sostenibles con salarios más altos.

La obsesióncon el déficit comercial también ignora el hecho de que los dólares quegastamos en importaciones vuelven rápidamente a EE.UU. Si no sonusados para comprar nuestros productos y servicios, son gastados enactivos como bienes raíces, acciones y bonos de la Tesorería. Esteinflujo de capitales también ayuda a fomentar el crecimientomanteniendo las tasas de interés bajas y proveyendo capital paraconstruir fábricas y expandir la producción.

Si laspreocupaciones de los keynesianos acerca de las importaciones fuesenjustificadas, deberíamos encontrar una correlación negativa a travésdel tiempo entre el crecimiento de las importaciones y el crecimientodel PIB. Las importaciones crecientes estarían asociadas con uncrecimiento más débil y las importaciones que crecen más lento o caenestarían relacionadas con un crecimiento más fuerte.

En realidad, unaumento en las importaciones es uno de los indicadores más confiablesde que una economía está teniendo un crecimiento más dinámico. Luego deexaminar la información trimestral del Buró de Análisis Económico deEE.UU., que data desde 1980, encontré una sólida correlación positivaentre el cambio real en las importaciones que ingresaron a EE.UU. y elcambio en el producto interno bruto (PIB) real. Aunque no es unacorrelación perfectamente proporcional de 100%, la correlación entrelas importaciones y el PIB es un sólido y positivo 62%.

Los políticos se enfocan de manera miope en las exportaciones, pero lacorrelación entre el crecimiento de las exportaciones y el aumento delPIB es, de hecho, más débil que la conexión entre las importaciones yel PIB, ubicándose en 45%. Si el presidente Obama quiere promoverun crecimiento económico más sólido con el comercio, debería considerarcomplementar su Iniciativa de Exportaciones Nacionales con unaIniciativa de Importaciones Nacionales. Las únicas otras categoríasimportantes de actividad económica que se correlacionaron de manera másfuerte con el crecimiento del PIB que las importaciones fueron losgastos para el consumo personal (66%) y la inversión bruta doméstica(80%).

No necesita analizar una hoja de datos paraidentificar una relación positiva entre las importaciones y elcrecimiento económico. Recuerde el periodo entre 1992 y 2000,cuando el crecimiento era fuerte, los trabajos abundantes y lainflación baja. En ese entonces también crecieron las importaciones yel déficit comercial. Nuevamente, durante la presidencia de GeorgeW. Bush, las importaciones volvieron a crecer y el déficit comercialcreció durante cinco años consecutivos. Durante ese mismo periodo,2002-2007, la economía se expandió y el desempleo cayó de 5,7 a 4,4%.

En contraste, las importaciones se desaceleran y el déficit comercial invariablemente se encoge durante periodos de recesión. Entre2007 y 2009, durante la “gran recesión”, el déficit comercial se redujoen 50% conforme la demanda doméstica y las importaciones se redujeron,mientras que el desempleo aumentó. De hecho, 2009 fue solamenteuno de los seis años durante los últimos 50 años en que el valor de lasimportaciones se redujo en relación al año anterior. Los otros fueron1961, 1975, 1982, 1991 y 2001. De acuerdo a nuestros amigoskeynesianos, esos años debieron ser buenos años para el crecimientoeconómico y la creación de empleos. No obstante, cada uno de esos añosexperimentó una recesión.

Los partidarios del keynesianismopodrían estar deseando un declive en las importaciones, pero para losmillones de estadounidenses que están luchando en el sector real de laeconomía, tal declive sería una maldición.

*Esta columna fue publicada originalmente en el centro de estudios públicos ElCato.org.