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Lo que está subvaluado es el comercio con China
Mar, 27/07/2010 - 11:20

Daniel T. Griswold

Un miedo sin fundamentos se apodera de Arizona
Daniel T. Griswold

Daniel Griswold ha escrito o co-escrito importantes estudios acerca de la globalización, el comercio y la inmigración, incluyendo el estudio de 2007 "Trading Up: How Expanding Trade has Delivered Better Jobs and Higher Living Standards". Es articulista para el Wall Street Journal, el Financial Times, y otras importantes publicaciones y también ha salido en C-SPAN, CNN, PBS, BBC, y Fox News. Se graduó de periodismo de la Universidad de Wisconsin y tiene un diploma de economía y una maestría en la Política de la Economía Global de London School of Economics.

Los tambores de una guerra comercial con China siguen escuchándose en el Congreso estadounidense, aún después de que en junio pasado China permitiera que el yuan se volviera a apreciar con respecto al dólar.

Liderados por el senador Charles E. Schumer, demócrata de Nueva York, los congresistas críticos de la política cambiaria de China aseguran que el yuan está subvaluado en proporciones tan altas como 40%. Argumentan que la moneda subvaluada hace que los bienes chinos sean artificialmente baratos en el mercado estadounidense, perjudicando a la industria estadounidense, a la vez que sofoca las exportaciones a China y alimenta el gran déficit comercial de EE.UU.

Hay algo de verdad en todo esto. El banco central chino administra cuidadosamente el valor de su moneda en el mercado cambiario, como también lo hacen muchas naciones en desarrollo. Un tipo de cambio subvaluado hace que las exportaciones nacionales sean más competitivas mientras que encarece las importaciones. Sin embargo, las críticas formuladas son absurdas y no justifican recurrir a mayores aranceles contra bienes chinos.

El tipo de cambio tiene un impacto limitado sobre la balanza comercial y éste puede ser distorsionado por factores aún más fundamentales. EE.UU. tiene un gran déficit comercial con China no porque el yuan esté subvaluado, sino porque China se especializa en hacer bienes de consumo -tales como zapatos, ropa, juguetes y aparatos domésticos- que los consumidores estadounidenses quieren comprar. Debido a la baja tasa de ahorro nacional de EE.UU., nosotros en cambio ofrecemos activos atractivos, tales como los bonos del Tesoro, que los chinos están igualmente ansiosos de comprar.

Por varias razones no relacionadas con el tipo de cambio, el crecimiento de nuestro déficit comercial con China se hizo más lento el año pasado. De acuerdo con el último reporte mensual del Departamento de Comercio de los EE.UU., nuestro déficit comercial con China creció solamente 6% en los primeros cuatro meses de 2010, comparado con el mismo periodo del año pasado, de US$67.000 millones a US$71.000 millones. Comparemos esto con el salto del 46% en nuestro déficit comercial con todos los demás países, de US$78.000 millones a US$114.000 millones.

La “manipulación” del yuan no ha golpeado las exportaciones estadounidenses a China, ni ha provocado una ola de importaciones. En los primeros cuatro meses de 2010, las exportaciones de bienes y servicios a China aumentaron 41%, el doble de la tasa de crecimiento de las exportaciones estadounidenses al resto del mundo, excluyendo a China. Mientras tanto, las importaciones provenientes de China aumentaron 14% hasta la fecha, y aquellas del resto del mundo 25%.

Si las exportaciones e importaciones estadounidenses hacia y del resto del mundo hubieran crecido a la misma tasa que lo hicieron con China, nuestro déficit comercial total hubiera sido US$110.000 millones inferior al actual. Si el senador Schumer cree que la brecha comercial es una amenaza, tal vez podría dirigir sus esfuerzos a países donde nuestro déficit ha estado creciendo más rápido que con China.

Por supuesto, no hay evidencia alguna de que el déficit comercial sea una causa mayor, o incluso menor, de cualquier cosa que el senador crea que está afectando a la industria estadounidense. La producción industrial cayó drásticamente durante la reciente recesión, pero también las importaciones industriales y el déficit comercial. Ahora que el déficit comercial crece, también lo está haciendo la producción industrial.

De acuerdo con la Junta de la Reserva Federal, la producción manufacturera real en las fábricas estadounidenses ha crecido en más de 8% desde el año pasado. El índice mensual del Instituto para la Administración de la Oferta muestra que el sector manufacturero ha estado expandiéndose desde hace diez meses. Por lo que cabe preguntarnos, ¿realmente queremos iniciar una guerra comercial con uno de nuestros mayores compradores en el mundo, justo en el momento en el que nuestros productores nuevamente están poniéndose de pie?

Las autoridades económicas de China entienden que un tipo de cambio más flexible les permitirá tener una política monetaria más independiente, encaminada a controlar la inflación y que además les ayudaría a evitar las burbujas de activos. Una moneda más fuerte también les permitirá a los productores chinos comprar petróleo y otros insumos de manera más barata, bajando sus costos de producción y parcialmente contrarrestando el impacto en el precio de las exportaciones de un yuan más caro.

La administración Obama merece crédito por escoger negociar con los líderes chinos sobre el tipo de cambio, en lugar de amenazar con acciones unilaterales que solo podrían dificultarle al gobierno chino hacer lo correcto.

Esta columna fue publicada originalmente en el centro de estudios públicos ElCato.org.