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Cumbre del G-20: ¿se apegarán a la agenda los líderes?
Mié, 10/11/2010 - 09:27

Arturo Bris

El caso Lehman Brothers: una falla de dirección corporativa
Arturo Bris

Profesor de Finanzas y director del programa de Gestión de Estrategias Avanzadas del IMD.

El 12 de noviembre, los primeros ministros y líderes del mundo de las 20 economías más importantes se reunirán en Seúl, Corea del Sur para la quinta de una serie de Cumbres del G-20 con la intención de responder a la crisis financiera mundial y asegurar que los errores que condujeron a la debacle del 2008 no se repitan jamás. Desde Washington, DC (2008), a Londres (2009) a Pittsburgh (2009), a Toronto (2010), las Cumbres del G-20 son, en definitiva, un compromiso demostrado por parte de nuestros líderes para satisfacer la demanda pública de una reforma financiera.

Por desgracia, no debemos esperar mucho de Seúl. Dadas nuestras experiencias en los últimos dos años, las agendas varían de una cumbre a otra y eventualmente se olvidan. Los temas de discusión generalmente no toman en cuenta las necesidades mundiales a largo plazo y en cambio, producen respuestas sólo a corto plazo para resolver los acontecimientos más inminentes que resultan ser los titulares en el momento en que el G-20 se reúne.

Estos son algunos ejemplos: durante la Cumbre de Londres en abril de 2009, hubo una llamada urgente para reformar el sistema financiero debido a que los mercados cayeron a su nivel más bajo desde el comienzo de la crisis. En el comunicado que siguió a la Cumbre, los líderes del mundo se comprometieron con una “recuperación verde y con un crecimiento mundial sostenible”.

Entonces, ¿qué ocurrió con las reformas necesarias para los mercados financieros? Efectivamente, el G-20 acordó una agenda que consistía en siete temas clave que se abordarían en la siguiente cumbre de Pittsburgh: apalancamiento, las agencias calificadoras, las normas contables, los fondos especulativos, el secreto bancario, los sueldos y los derivados no cotizados (OTC). Tendríamos que esperar cinco meses para ver la reforma en curso. Pero, en septiembre de 2009, cuando el G-20 se reunió de nuevo, en la última conferencia de prensa se anunció que el resultado de los debates se centró en la amenaza nuclear representada por Irán.

Teniendo en cuenta que no se había logrado gran cosa, nuestra última esperanza era Toronto. Pero esta vez la reunión de Toronto se centró en el papel de las instituciones financieras internacionales, los reclamos en contra de la manipulación del mercado y las declaraciones de solidaridad con los países que sufrían los “ataques de los especuladores”.

Así pues ¿qué podemos esperar de Seúl?

La reunión de Toronto finalizó con una clara determinación de reformar el sistema financiero e impulsar la recuperación económica. Las 20 naciones, que en conjunto representan el 85% del PIB mundial, se comprometieron a "actuar en conjunto para cumplir con los compromisos de reforma del sector financiero, adquiridos en las Cumbres (anteriores). Unas líneas más adelante, el comunicado final de la Cumbre de Toronto dice que “Nuestro programa de reforma está sustentado en cuatro pilares”.

Así que tal vez la respuesta radique en la comprensión del significado de estos cuatro pilares:

1. Proporcionar un marco sólido de reglamentación, concretamente, la necesidad de un nuevo régimen mundial para el capital bancario y liquidez, abordado por primera vez por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea (BCBS). En este punto, ciertamente hemos avanzado ya que los requisitos de capital para los bancos han sido acordados y aplicados en la mayoría de los países. Es cierto que no se ha hecho mucho para mejorar la transparencia y la supervisión de los fondos especulativos, las agencias calificadoras de créditos y los derivados OTC, así que debemos esperar que éstos sean tratados en Seúl.

2. La supervisión efectiva y los sistemas de intervención temprana. Con esto, los líderes del mundo pretenden poner a los poderes ejecutivos en su lugar con el fin de detectar y detener las crisis bancarias antes de que alcancen el nivel extremo que presenciamos en 2008.

3. El tercer pilar describe el riesgo y las instituciones sistémicas. Este pilar está estrechamente relacionado con el compromiso anterior adquirido en Toronto, donde el G-20 instó a realizar "recomendaciones políticas que abordasen con eficacia los problemas asociados y resolver sistemáticamente los dificultades de las instituciones financieras más importantes en la Cumbre de Seúl”. Estas recomendaciones deberán incluir un sistema por el cual las instituciones financieras puedan financiar cualquier carga asociada con las intervenciones de los gobiernos.

4. Por último, el cuarto pilar es la evaluación internacional transparente y revisión de expertos. En otras palabras, el secreto bancario... una vez más. A pesar del conflicto de intereses, el secreto bancario es totalmente ajeno a la crisis financiera. Así como las referencias en la Cumbre de Toronto acerca del lavado de dinero y financiación del terrorismo, que supongo que los líderes del mundo, de alguna manera, las relacionan con las catástrofes de Lehman Brothers y AIG.

Hay, por supuesto, otras sugerencias no relacionadas con asuntos financieros que en realidad tienen más tintes macroeconómicos que se pospusieron para Seúl y que no discutiré a gran detalle. Con todo, la agenda se ve una vez más alentadora, relevante y coherente. Si se trata adecuadamente, esta agenda podría dar como resultado un sistema financiero verdaderamente nuevo.

Sin embargo, la mala noticia es que los Obama, las Merkel y los Hus del mundo no tienen ninguna intención real de hacer frente a esta agenda.

En cambio, la reunión preparatoria en Gyeongju, Corea del Sur, reveló que el verdadero objetivo de la discusión será de carácter monetario y sobre el déficit comercial. Mientras que las cuestiones monetarias y los déficit comerciales son relevantes y oportunos, no son temas que deban debatirse en las cumbres del G-20. Parece que una vez más la crisis “de moda” será el tema dominante, distrayendo a nuestros líderes de las discusiones que podrían producir una reforma profunda y duradera.

Yo voy a poner mi apuesta: el 12 de noviembre, la cumbre de Seúl va a terminar con una mera declaración de intenciones para desarrollar un nuevo sistema monetario y una extensa lista de cosas por hacer que, sin duda, se referirán una vez más a la recuperación verde, supervisión y control de fondos especulativos y los derivados OTC; todo esto, a discutirse en la siguiente cumbre.

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