Pasar al contenido principal

ES / EN

Irlanda se desarrolló gracias a menos impuestos
Mar, 03/08/2010 - 15:30

Juan Carlos Hidalgo

La Marina estadounidense en aguas costarricenses
Juan Carlos Hidalgo

Juan Carlos Hidalgo es analista de políticas públicas sobre América Latina en el Cato Institute. Escribe frecuentemente sobre temas de actualidad y sus artículos han sido publicados en los principales periódicos latinoamericanos como La Nación (Argentina), El Tiempo (Colombia), El Universal (México) y El Comercio (Perú). También ha sido entrevistado en medios internacionales como BBC News, Al Jazeera, CNN en Español, Univisión, Telemundo, Voice of America, Bloomberg TV, entre otros. Se graduó en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Costa Rica y sacó su maestría en Comercio y Política Pública Internacional en George Mason University.

Es déjà vu en Costa Rica. Todo indica que el debate sobre el inminente paquete de impuestos que promete la administración de Laura Chinchilla será muy similar al que ya vivió este país en el período 2002-2006, cuando la administración de Abel Pacheco vendía un aumento histórico en los impuestos bajo la premisa de que era la única manera de salvar a Costa Rica de un inminente colapso fiscal.

De igual forma, en aquel entonces, no faltaba uno que otro catedrático o experto fiscal que dijera que una mayor carga tributaria es una condición sine qua non para el desarrollo económico.

Uno de ellos es Jaime Ordóñez, director de la cátedra de Teoría del Estado, de la Universidad de Costa Rica, con quien ya tuve hace seis años un intercambio sobre este tema en las páginas de opinión del diario La Nación. El argumento de Ordóñez es muy sencillo: “¿Quiere Costa Rica ser rica como Europa? Entonces, tiene que pagar impuestos como los europeos”.

En ese entonces (2004), le señalé a don Jaime que correlación no prueba causalidad. Ciertamente Europa es un continente rico (y en declive), pero eso no indica de ninguna manera que los europeos se hicieron ricos simplemente porque aumentaron sus cargas fiscales a altísimos niveles. Todo lo contrario, si vemos la evidencia empírica, notaremos que las tasas de crecimiento en Europa caen conforme más aumenta la carga tributaria. ¿Queremos los costarricenses hacernos ricos? Pues entonces necesitamos altas tasas de crecimiento, y la Europa esclerótica con la que sueña Jaime Ordóñez no es el ejemplo a seguir.

Sin embargo, seis años después, Ordóñez continúa con la misma cantaleta. En su columna semanal en el Diario La Extra, don Jaime recurre al ejemplo de Irlanda (!vaya usted a ver!) como muestra de un país que se hizo rico, según él, gracias a una alta carga tributaria. Para probar su tesis Ordóñez menciona únicamente dos cifras: el PIB per cápita de Irlanda en el 2009 y la carga fiscal lograda en algún año (no especifica cuál) de la presidencia de Mary Robinson (1990-1997). Nuevamente, Ordóñez cierra la columna con su sempiterna lección: ¿Quéremos ser ricos como Irlanda? Aumentemos los impuestos.

La realidad es totalmente contraria a lo que presenta Jaime Ordóñez. Es cuestión de revisar las estadísticas de la OCDE para ver que más bien fue una disminución de la carga tributaria la que contribuyó a desencadenar al llamado “tigre celta”. La carga tributaria de Irlanda permaneció relativamente estable en el 28% del PIB durante la década de los 70. Fue en 1979 cuando empezó a aumentar, hasta llegar a un pico del 36,8% en 1988. Durante este período, el crecimiento del PIB per cápita (dólares constantes, PPP) fue del 2,2% anual, una cifra que no saca a ningún país del subdesarrollo en el corto o mediano plazo.

Sin embargo, a raíz de una seria crisis fiscal en 1986 (el gasto público creció más rápido que los impuestos durante la década previa), Irlanda se vio forzada a adoptar un serio programa de austeridad que implicaba una fuerte reducción del gasto y, (¡sorpresa!) una disminución en las principales tasas de impuestos. La carga tributaria cayó del 36,8% de 1988 al 33,5% al año siguiente. En el 2007 la carga tributaria era del 30,8%. ¿Resultado? Durante este período el crecimiento del PIB per cápita en Irlanda fue del 5,3% anual, lo suficiente para transformar a dicho país del tercero más pobre de Europa Occidental en la década de los 80, al segundo más rico del Viejo Continente. Si alguna relación se puede sacar del comportamiento del crecimiento económico con respecto a la carga tributaria, es que el primero era más robusto en los años en que bajaba la carga tributaria.

Es cierto que durante el gobierno de Mary Robinson hubo un aumento de la carga tributaria en Irlanda, que pasó del 33,1% en 1990 a un pico del 35,1% en 1995. Sin embargo, cuando ésta salió de su cargo en 1997, la carga tributaria de Irlanda era del 31,7%. Además, Mary Rosinson fue presidenta, no primera ministra como indica Ordóñez en su columna, y por lo tanto no tenía papel alguno en las políticas fiscales de Irlanda durante esos años.

Por supuesto que uno no puede ser simplista como Jaime Ordóñez y achacar el “milagro” irlandés exclusivamente a los impuestos (en este caso, a su disminución). Otros factores entraron en juego, como la apertura comercial, apertura en el sector de servicios, disminución del gasto público, bajas tasas de interés producto de la adopción del euro (lo que luego inflaría una burbuja inmobiliaria), etc. Para una explicación detallada de la transformación de la economía irlandesa, recomiendo este ensayo: “Libertad económica y crecimiento: El caso de Irlanda”, por el economista Benjamin Powell. Pero la reducción en las tasas impositivas, tanto a personas como Linka empresas, fue crítica en la transformación económica de Irlanda.

Es una lástima que académicos como Jaime Ordóñez continúen apelando a la desinformación en su cruzada por aumentarle los impuestos a los costarricenses. No le sienta bien.

Esta columna fue publicada originalmente en el blog "Libremente", del centro de estudios públicos ElCato.org.

Países