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La economía del coloso del sur
Mié, 18/08/2010 - 10:29

Moisés Bittán

Al fin del día... un acuerdo entre Colombia y Venezuela
Moisés Bittán

Consultor internacional, Magíster en Ciencias Económicas, presidente de la Cámara de Comercio e Industria Venezolana Peruana (CAVEPERÚ), y presidente de la comisión de Cámaras Binacionales de Fedecámaras.

Hablar sobre la economía de la República Federativa Brasil es hablar sobre una de las economías más sólidas y prósperas de América Latina y del mundo.

De acuerdo con estudios económicos del Ministerio de Hacienda de ese país, el crecimiento económico será de 6,5% para este año, y se prevé que el Producto Interno Bruto crecerá un promedio anual de 5,7% entre 2010 y 2014, lo que representa un significativo salto, pues la expansión promedio de la economía brasileña fue de 3,6% anual entre 2003 y 2009, y de 1,7% anual entre 1998 y 2002. Sobre todo si además se considera que superó la crisis económica global que hizo retraer el PIB en 0,2% en 2009, luego de haber aumentado en 5,1% en 2008.

Todo este análisis que hace el Ministerio de Hacienda brasileño indica que ese país regresó rápidamente a un nuevo ciclo de crecimiento, que ubica a su economía como la primera de América Latina, la segunda de toda América y la octava a escala mundial, según el Banco Mundial.

Con un PIB en valor de paridad de poder adquisitivo (PPA) de más de US$2 billones para 2008, con una población estimada en ese año de 190 millones de personas, la renta per cápita ascendería por encima de US$12.000.

Las exportaciones del gigante suramericano, de más de US$200.000 millones, se encuentran entre las 20 más grandes del mundo. En los últimos años, Brasil ha sido uno de los mayores beneficiarios del dinámico crecimiento mundial y ha acumulado riqueza exportando minerales, soya, café y carne de res a los países de Europa y de Asia.

La popularidad del gobierno también fue subiendo en la medida en que iba creando más ricos, entre personas naturales y corporativos, pero al mismo tiempo expandía los programas de asistencia social para los pobres.

Este país, cuya economía fue relativamente cerrada, ha logrado alcanzar $200.000 millones en reservas, lo que garantiza los pagos de bienes que importa y servicio de la deuda, logrando así una estabilización de su paridad monetaria.

Esto significa que la búsqueda de confianza de los mercados y de la estabilidad macroeconómica, puntos cardinales de la administración del actual gobierno que preside Luiz Inácio Lula Da Silva, han apuntalado la trayectoria económica del país vecino, remolcada por el consumo interno y por las materias primas.

La liquidación de la deuda externa y el control de la inflación son éxitos logrados por dicho gobierno, mientras las incógnitas actuales sobre el crecimiento se deben a la revalorización de la moneda local (real), al sistema de los suministros energéticos y a los efectos de la recesión estadounidense que incide directamente en su desempeño exterior. La aplicación de soluciones convencionales ha garantizado la consolidación de la economía y se ha mantenido bajo control el riesgo país.

Sobre las oportunidades de inversión en Brasil, el gobierno de Venezuela ha promovido e invitado a distintos empresarios extranjeros a inyectar capital en el país, con la idea de que el Brasil es hoy y será en los próximos años un país de enormes desafíos, una nueva frontera de crecimiento económico, inclusión social y estabilidad política.

En cuanto a la crisis mundial, Brasil ha tenido una posición sólida, por lo que fue uno de los últimos países del mundo en entrar en dicha crisis y uno de los primeras en salir. Como resultado de este efecto, salió muy bien de la prueba, gracias a su menor dependencia de los europeos y de los estadounidenses, debido a la "diversificación" de socios comerciales, como China o sus vecinos de Suramérica.

Este crecimiento se debe en gran medida al consumo interno, en un momento en que 50% de las familias del país están actualmente consideradas "de clase media", y cada vez más personas abandonan el umbral de pobreza.

El país se ha abocado a crear más de un millón de empleos en el presente año, presentar un estado financiero bastante saludable, incrementar el comercio y las inversiones, todo esto con una inflación controlada.

Respecto de la explotación de las enormes reservas de petróleo submarino descubiertas en los dos últimos años, esos recursos abrirán una nueva frontera energética en el mundo, y lo que se busca es transformar la riqueza del petróleo en un nuevo impulso para el desarrollo del país.

Al preverse un crecimiento de 6,5% en el transcurso del presente año, Brasil ha entrado en un nuevo ciclo de desarrollo y destaca por estar entre los países que más crecen en estos momentos, algo que lo proyecta a convertirse en una de las cinco primeras economías en el mundo en 2020.

El país ha puesto muchas esperanzas en la organización del Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, que requerirán de grandes esfuerzos e inversiones para colocarla a pocos pasos de una nación desarrollada con bajos niveles de pobreza.

Los resultados de las elecciones presidenciales del venidero octubre no representan un cambio en las líneas maestras de la conducción del país en la próxima década, lo que deja patentada la vocación democrática del pueblo de Brasil y la solidez institucional de este coloso del sur.

*Esta columna fue publicada con anterioridad en ElMundo.com.ve.

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