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Perú: si los estados fueran países, de Utah a Nevada
Mié, 30/03/2011 - 09:53

Jaime Quijandría

Exportación del gas natural a 2030
Jaime Quijandría

Jaime Quijandría es socio de Laub & Quijandría Consultores y Abogados.

A mediados de los años 90, un periódico estadounidense publicó una  comparación entre la población y el producto bruto de cada estado de los Estados Unidos con algunos países de diferentes regiones del mundo.

Recuerdo que California, el estado más rico, se comparaba con Francia y el Perú se comparaba con Utah. The Economist ha actualizado la misma comparación con datos de 2009 y ahora resulta que el Perú, con US$126.770 millones de producto interno bruto, se compara con el estado de Nevada, que tiene un producto de US$125.500 millones.

A pesar de la recesión resulta evidente el inmenso tamaño de la economía estadounidense. California muestra un producto bruto ligeramente inferior al de Italia; Texas equivale a Rusia; Florida tiene un producto similar al de Holanda, y Missouri tiene la talla de Finlandia, solo para mencionar algunos ejemplos.

Varias constataciones saltan a la vista en la comparación realizada por The Economist. En primer lugar, que la economía de Estados Unidos es de tal magnitud, que solo China y todavía a mediano plazo podría alcanzarla o superarla en tamaño. La Unión Europea, que aparecía hace una década como un posible competidor en el escenario mundial, tiene hoy su cuota de problemas tanto en el ámbito de las finanzas públicas como en el de las privadas.

Otra constatación es que las economías en problemas ya no son como tradicionalmente lo fueron Rusia, Turquía, la India ni mucho menos la de Brasil. Hoy ese lugar está reservado para Irlanda, Portugal, Grecia o España.

Si bien desde una perspectiva de política internacional se habla del fin del mundo “unipolar” con el crecimiento moderado de Estados Unidos y  el ascenso acelerado de la China, resulta evidente desde el punto de vista económico que esto no está a la vuelta de la esquina. Pruebas al canto, Michigan, a pesar de la crisis en la que está inmersa la industria de automóviles, sigue siendo del tamaño de Taiwán.

En un artículo anterior publicado en AméricaEconomía expresé mi escepticismo sobre el avance de los esquemas multilaterales de integración existentes tanto a nivel mundial como regional. La Comunidad Andina (CAN) y el Mercosur, para no hablar de la asociación  Latinoamericana de Integración (Aladi), se encuentran carentes de relevancia y de apoyo político para cumplir con sus mandatos originales  de creación. Por el contrario, hoy en la región -y en nuestro país en particular- existe una agitada agenda de negociación de acuerdos bilaterales.

Por eso, aun cuando los avances son casi nulos en el plano multilateral, incluida la idea lanzada durante el mandato de Bush de construir un mercado americano a través de la iniciativa ALCA, esta última sigue siendo atractiva.  

 Si bien es cierto que las condiciones de política internacional no son propicias para hablar de esquemas multilaterales de integración,  resulta indispensable tener en mente el panorama a largo plazo, mientras seguimos avanzando a través de acuerdos bilaterales entre países o países y regiones o subregiones. Los países sudamericanos, Estados Unidos y Canadá en conjunto podrían  constituir un espacio económico de gran importancia a nivel mundial. Esquemas como el propuesto recientemente de profundizar la integración entre  el Perú, Chile, Colombia y México claramente apuntan en esa dirección.

Por último, resulta reconfortante que el crecimiento que ha tenido nuestro país a lo largo de la última década se refleje claramente en el tamaño relativo de nuestra economía. Ahora ya no somos del tamaño de Utah sino como el de Nevada. Si mantenemos el ritmo de crecimiento en la próxima década podríamos convertirnos en una economía similar en tamaño a la de Oklahoma, que en 2009 se comparaba con la de Chile (aprox. US$150.000 millones). 

Los resultados  que obtengamos durante la próxima década no dependerán solamente del manejo adecuado de las políticas monetaria y fiscal. Tal como se reconoce en casi todos los planes de gobierno propuesto por los candidatos a la presidencia, se necesita un conjunto de reformas que mejoren nuestra competitividad.

En síntesis, si bien hemos tenido un importante avance a partir de los años 90, nuestra participación en la economía mundial seguirá siendo pequeña, por lo que revisar los paradigmas de la integración resulta ejercicio indispensable para entrar en las grandes ligas.