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Sentido común y ecología
Mié, 08/12/2010 - 11:58

José Ignacio Moreno León

El presidente Santos y el futuro de Colombia
José Ignacio Moreno León

Ingeniero químico de la Universidad de Louisiana (USA), Master en Administración de Empresas de la Universidad Central de Venezuela y en Administración Fiscal y Desarrollo Económico de la Universidad de Harvard. Es además rector de la Universidad Metropolitana de Venezuela.


Como lo hemos comentado en artículos anteriores, el cambio climático representa una de las mayores amenazas medioambientales y un grave riesgo para la sobrevivencia de la especie humana, si no se toman medidas drásticas para detener el proceso de depredación de nuestro ambiente. Para evitar esas consecuencias catastróficas se hace necesario promover, entre otras acciones fundamentales, una economía fundada en energías de bajas emisiones de carbono y combatir el ecocidio de nuestros bosques para reducir el proceso de calentamiento global, evitando que el mismo supere 2°C de incremento por sobre la temperatura de la época preindustrial, ya que a partir de ese nivel y según estudios sobre el tema, se estima que los cambios ecológicos se harían irreversibles, con las graves consecuencias que hemos referido en otras entregas.

La Unión Europea, por ejemplo, en sus estudios sobre el cambio climático prevé que para lograr el objetivo de reducción del ritmo del calentamiento global, se requiere detener a escala global las emisiones de CO2, a lo largo de la próxima década, con el fin de reducirlos para 2050 a la mitad de los niveles de emisiones registrados en 1990. En estos estudios se contemplan igualmente medidas para enfrentar las consecuencias del cambio climático en el medio ambiente, en la sociedad y en la economía, con propuestas para responder a emergencias frente a catástrofes con mecanismos de protección civil comunitario. Se propone igualmente el desarrollo de cultivos resistentes a las sequías; el uso más eficiente de recursos hídricos, cada vez más escasos, y la revisión de defensas contra las inundaciones; así como otras acciones para educar a las personas y fomentar en las empresas un comportamiento responsable frente a las realidades que se están derivando de la falta de sentido común de la sociedad humana en su interacción con el sistema ecológico y con el interés planetario.

Otras instituciones y centros de estudios, atentos a estos temas ambientales, han venido sugiriendo novedosas propuestas para detener el deterioro ecológico, entre las que se incluyen sistemas impositivos que castiguen el uso de energías contaminantes e incentiven el empleo de energías limpias y renovables; al igual que campañas educativas sobre el manejo amigable con el ambiente, la creación de una unidad de inteligencia y policía para prevenir los delitos ambientales internacionales, elevando el tema de la seguridad ambiental al Consejo de Seguridad de la ONU; así como la consideración de los costos ambientales en la estructuración de los precios de los recursos y productos naturales, difundir las normas ambientales ISO 14.000 e ISO 14.001 y considerar la creación de una Organización Mundial del Medio Ambiente, con poderes similares a la OMC para lograr que el aire, el agua y la tierra no contaminados sean catalogados como un derecho humano.

Frente al peligro de una mayor devastación de los bosques para incrementar la ceba de ganado, como ya está sucediendo en Brasil y, ante un incremento del 50% para 2050 de la demanda de proteínas animales, se está considerando también la promoción de importantes inversiones en el desarrollo de alimentos genéticamente modificados y para el uso más intensivo de la acuicultura y la aplicación de células madres para producir carne sin criar los animales, como ya se está haciendo en China.

El tema de los créditos de carbón luce igualmente como una iniciativa razonable para contrarrestar el deterioro ambiental, mediante la reducción de emisiones de CO2. Esta novedosa propuesta se refiere al comercio de certificados negociables que avalen el compromiso con las metas de reducción del CO2 en los ámbitos nacional y global, mediante el cual países que asuman metas específicas de reducción de estas emisiones puedan negociar las mismas como créditos, dentro de sus propias economías o con las de otros países; todo lo cual implica acuerdos dentro de los países para promover intercambios de estos créditos o certificados ecológicos.

Muchas otras alternativas de acciones para combatir el calentamiento global se están debatiendo a nivel de los foros ambientales, como el que se está realizando en Cancún. En todo caso lo importante es que los países y sus líderes sepan anteponer el sentido común y el interés planetario por encima de las presiones de grupos y grandes corporaciones que actúan fundamentalmente al impulso de intereses crematísticos y cortoplacistas, poniendo en grave riesgo la supervivencia de la especie humana en el planeta. Frente al reto ecológico conviene recordar el señalamiento de Lester Brown, presidente del Instituto de Política de la Tierra, cuando nos dice: si la sociedad humana no cambia, la naturaleza se encargará de cambiar la sociedad.