Por qué no todos podemos darnos el lujo de vestirnos con ropa de diseño en la oficina
Supongamos que estamos reunidos con una contadora. Nos percatamos del Rolex que lleva en la muñeca y de su bolso de Louis Vuitton en el escritorio. Verla rodeada de artículos de lujo tal vez nos llene de confianza; después de todo, debe ser muy competente en su trabajo para poder permitirse esos lujos.
Ahora imaginémonos confesando nuestros más íntimos temores y esperanzas a una terapeuta que luce los mismos artículos llamativos. ¿Nos daría la misma buena impresión?





