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Un Nobel liberal
Mié, 13/10/2010 - 19:03

Lorenzo Bernaldo de Quirós

Un Nobel liberal
Lorenzo Bernaldo de Quirós

Presidente de Freemarket International Consulting en Madrid, España, y académico asociado del Cato Institute.

Pero no se equivoquen, no es de Economía. Mario Vargas Llosa ha ascendido al club de los inmortales como Premio Nobel de Literatura, el último “ghota” de la progresía izquierdista.

En los últimos 30 años, jamás un escritor no comprometido con las buenas causas de la izquierda o no siendo un autor marginal había logrado obtener el beneplácito de los dinosaurios de la Academia Sueca. Negaron el máximo galardón a Borges, peligroso conservador anti dictadura militar argentina y también a una pléyade de eximios que no gozaron de las virtudes de la corrección política.

Con independencia, y es lo fundamental de sus extraordinarios valores literarios, la figura de Vargas Llosa trasciende ese ámbito para convertirse en un referente de los principios de la sociedad abierta y de la democracia liberal. En un escenario latinoamericano en el que los grandes escritores han sido lacayos o cómplices de régimenes y ofertas totalitarias en defensa del buen salvaje, Vargas Llosa ha representando los valores de la libertad, de la democracia y de la tolerancia contra la corriente.

La evolución intelectual e ideológica de Vargas Llosa es una manifestación clara de un criterio básico: el compromiso del escritor con la verdad. Como muchos jóvenes latinoamericanos de los años 50 y 60, se identificó con una ideología que prometía la liberación del hombre, la búsqueda de una arcadia feliz representada por la izquierda revolucionaria. Su proceso de reconciliación con la realidad, su búsqueda no dogmática de un ambiente de libertad e igualdad le llevó a convertirse en el primer hereje de la utopía colectivista en la América Española.

Mario aprendió e interiorizó la lección que Julien Benda escribió en Les Trahisons des Clercs, esto es, el funesto error, la fatal arrogancia de una élite esclarecida que sucumbió a la tentación totalitaria. A partir de ese momento, Vargas Llosa no se encerró en una torre de marfil literaria, sino que se convirtió en un verdadero paladín de la causa de la libertad. Definió con una bellísima frase en final de las promesas de la izquierda revolucionaria: “La Utopía es una bellísima mujer con la cabeza en las nubes y los píes en un río de sangre”.

En la convulsa Latinoamérica de ayer, de hoy y quizá de siempre, sacudida por los fantasmas del populismo y de la demagogia, Vargas Llosa se ha transformado en un auténtico referente ético e ideológico. En contra de la marea dominante, Mario se ha transformado en el azote de los aprendices de brujo, de las fuerzas oscuras, de los cháveces, correas y demás tropa que pretenden convertir la América Española es una especie de Gulag, vestido con los oropeles del realismo fantástico de García Márquez, esto es, en un Macondo político como solución a los problemas latinoamericanos.

Desde esta óptica y aunque no le guste la semejanza, Mario es el “anti García Márquez”, el intelectual que no sacrifica sus convicciones por un chalet en Varadero y por fumarse un cohíba con Fidel Castro, eso sí, en aras de una solidaridad con los pobres del mundo encerrados en las cárceles de Boniato.

En el parnaso literario de los nobeles de literatura hay estetas, estilistas, hombres que han sacrificado al arte, a su vocación el compromiso intelectual del escritor, su interés por los problemas del mundo, por la causa de los afligidos por las tiranías vestidas de esperanza. Pero la mayoría o una buena parte de ellos han santificado los horrores del totalitarismo, eso sí, en nombre de un porvenir que nunca llega y está entre barrotes.

Peor lo hicieron y siguen haciéndolo a pesar de que has visto y conocido el rostro del horror. Por eso, Vargas Llosa estará sólo o casi, será una especie liberal a proteger en un escenario dominado hasta el momento por plumas bañadas de sangre totalitaria, eso sí, expresada en bellísimas palabras. Estoy seguro que eso no le preocupará nada y que en estos momentos se lo pasará bomba porque creía que el Nobel era inaccesible a un escritor comprometido con los ideales de la libertad.

*Esta columna fue publicada originalmente por el centro de estudios públicos ElCato.org.

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