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América Latina y la seguridad de Estados Unidos
Vie, 01/04/2011 - 05:58

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

Pese a lo que nos gustaría creer, América Latina y el Caribe nunca fue una región particularmente importante dentro de la estrategia global de seguridad de los Estados Unidos.

Por ejemplo, durante la década de los 80 (cuando El Salvador se convertía en el tercer receptor mundial de ayuda militar estadounidense), el prestigioso académico Lars Schoultz publicó un libro sobre la política de los Estados Unidos hacia América Latina. El mismo estaba basado en entrevistas a funcionarios del Departamento de Estado de los Estados Unidos, y su conclusión no podía ser más lapidaria: “denle a estos funcionarios la oportunidad de escoger entre la continuidad física de nuestras vecinas repúblicas del sur, de un lado, y un vasto océano que se prolongue hasta los casquetes polares de la Antártida del otro, y es altamente probable que escojan la segunda opción”.

Existen varias razones para explicar esa preferencia. La primera y más obvia es que el eje de la política internacional entre los siglos XVII y XX giró en torno a Europa. Parafraseando a Halford Mackinder, solía pensarse que quien controlaba Europa del Este controlaba Europa, quien controlaba Europa controlaba Eurasia, y quien controlaba Eurasia controlaba el mundo. América Latina y el Caribe no sólo están lejos de Eurasia (lugar donde se definía la distribución de poder global), sino que además esa región del mundo no contenía (ni contiene) alguna potencia militar de primer orden a nivel mundial (ello en parte debido al Tratado de Tlatelolco, que la convierte hasta hoy en una región libre de armas nucleares).

Otra razón probable es que América Latina y el Caribe ha sido históricamente una región que, comparada con el resto del mundo, ha tenido pocas guerras interestatales. Una de las razones que explican ese hecho es la sombra que los Estados Unidos proyecta sobre la región: la presencia de los Estados Unidos redujo la injerencia de potencias extra hemisféricas (fundamentalmente europeas) en América Latina y el Caribe. Prevenir esa injerencia fue una política oficial de los Estados Unidos desde la denominada  “Doctrina Monroe” (V., resumida habitualmente en la expresión “América para los americanos”), que definía al hemisferio occidental como un área de influencia estadounidense. 

Durante la Guerra Fría la política de contención cumple una función similar, sólo que no ya contra las viejas potencias coloniales de Europa, sino contra la Unión Soviética. Por ello el eje de política de seguridad  hacia América Latina durante la Guerra Fría se define como  “Strategic Denial” (algo así como “Denegación Estratégica”), la cual el propio Schoultz resumía en la siguiente expresión: “más que obtener algo importante de América Latina, lo que los tomadores de decisiones en Washington desean es evitar que caiga en manos de la Unión Soviética” (incidentalmente, esa es la misma razón por la que varios países de la región han sido objeto desde el siglo XIX de la injerencia de los Estados Unidos en sus asuntos internos).

En algún momento se pensó que eso era así durante los tiempos de la Guerra Fría, pero que habiendo llegado ésta a su fin, a inicios de los años 90, el panorama habría de cambiar de manera significativa. Sin embargo, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 la región volvió a ocupar un lugar secundario dentro de la agenda de seguridad global de los Estados Unidos. Dicho esto, sin embargo, cabría agregar que no todas las partes que componen América Latina y el Caribe poseen el mismo grado de importancia para la agenda de seguridad de los Estados Unidos, al punto que cada vez se hace más difícil hablar de esa como una región relativamente homogénea hacia la cual ese país debiera tener una política general consistente. En nuestra siguiente entrega exploraremos la importancia relativa de las diferentes partes que componen América Latina y el Caribe para la política de seguridad de los Estados Unidos. 

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