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Colombia-Venezuela: ¿fin de la tensión?
Jue, 12/08/2010 - 10:11

Rodrigo Álvarez

La ONU y Lula Da Silva: ¿modernización o crisis?
Rodrigo Álvarez

Rodrigo Álvarez es Académico-Investigador Escuela de Periodismo de la Universidad Mayor, Coordinador e Investigador del Programa-Centro de Estudios Coreanos Chile de IDEA y Profesor de la Carrera de Periodismo de las Universidad de Santiago de Chile. Es Doctor en Estudios Latino Americanos, mención Relaciones Internacionales; Master of Arts en Economía Política Internacional por la Universidad de Tsukuba (Japón) y IVLP por el The United States Department of State Bureau of Educational and Culture Affairs. Además, es Periodista y Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Diego Portales (Chile). Es miembro del Nuclear Security Governance Expert Group (NSGEG), del Fissile material Working Gruop (FMWG) y de la Red de Seguridad de América Latina (Resdal).

Los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Colombia, Juan Manuel Santos, se reunieron este martes, por tres horas, en la hacienda Santa Marta, para analizar en detalle y de manera franca las tensiones que terminaron, el 22 de junio, por gatillar una de las más profundas crisis de los últimos cinco años entre ambas naciones. La reunión, como sostuvo la canciller de Colombia, María Ángela Holguín, estuvo precedida por el optimismo, pero enmarcada por la moderación. Sin embargo, el objetivo primario y central de la misma se alcanzó y ambas naciones terminaron por anunciar el restablecimiento de sus relaciones bilaterales.  

Como se esperaba, la reanudación de relaciones estuvo acompañado por el anuncio de la creación de una agenda de trabajo que considera una Declaración de Principios y Mecanismos de Cooperación. Este acuerdo permite distender el tenso ambiente que se había generado luego de la acusación del ex presidente Álvaro Uribe a su par Hugo Chávez, el cual en sesión especial de la OEA acusó al gobierno de Venezuela de dar acogida a grupos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Así, la agenda anuncia la creación de cinco comisiones de trabajo: pago de la deuda y reimpulso del intercambio comercial; creación de un acuerdo de complementación económica; desarrollo de un plan de trabajo de inversión social en la zona fronteriza, desarrollo conjunto de obras de infraestructura y creación de un plan de seguridad.

De esta forma, lo hecho por el presidente Juan Manuel Santos ha marcado un antes y un después del período de Uribe. Las primeras señales, antes de su investidura como nuevo presidente, habían sido dos: el nominación de la ex embajadora de Colombia en Venezuela, María Ángela Holguín, como la nueva canciller, y la designación de Luis Garzón como embajador en Venezuela, éste último, de tendencia izquierdista y opositor a Uribe. Ahora se suma una respuesta rápida para solucionar el conflicto inmediato. Así, en general, los análisis concuerdan en que esta acción le permite a Santos distanciarse de su antecesor y marcar una clara diferencia con Uribe.

En esencia, Santos desea ver la posibilidad de buscar una alternativa al callejón sin salida en el cual su país y Venezuela habían ingresado. Sin embargo, y más allá de la posibilidad cierta o incierta de que la demanda presentada por el ex presidente Álvaro Uribe, en la Corte Penal Internacional, contra Hugo Chávez, prospere o no, el futuro entre ambas naciones aún sigue siendo incierto y de una gran fragilidad.

Los temas centrales fueron señalados pero no desmenuzados. Efectivamente, por un lado, para Colombia la imposibilidad de certificar que Caracas realmente no está al tanto de la existencia de grupos guerrilleros, y con ello que éstos tengan libertad de movimiento en la frontera, se impone como un problema de difícil solución y constatación. Por el otro, para Venezuela, con el antecedente de la operación “Fenix” de 2008, en Ecuador, el que Colombia hubiera finalmente permitido el asentamiento de las bases de Estados Unidos en su territorio, firmando un convenio militar para la lucha contra el narcotráfico y terrorismo, es también un tema central en sus preocupaciones de política de seguridad nacional y exterior.

Y así lo hizo presente Chávez en la reunión de Santa Marta, “la revolución bolivariana que está en marcha en Venezuela no constituye ninguna amenaza para Colombia. Al contrario, a Colombia le conviene una Venezuela sólida”.

Desde esta perspectiva, lo que se ha logrado es dar un importante paso, pero sobre bases débiles, y así lo saben los actores políticos de ambas naciones, como también de la región.