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¿Qué debe hacer Chile con Bolivia?
Vie, 13/08/2010 - 10:40

Eduardo Rodríguez Guarachi

Adolfo Zaldívar y la importancia de Argentina para Chile
Eduardo Rodríguez Guarachi

Abogado de la Universidad Católica de Chile. Posee un posgrado en Comercio Internacional Unctad-GATT. Es diplomático de carrera, escritor, articulista y conferencista. Director de la Fundación del Pacífico, del Foro Permanente de Cooperación Chileno-Japonés, y de la Cámara de Comercio Chileno-Vietnamita e India. Profesor de la cátedra de Relaciones Económicas Internacionales de la Universidad Diego Portales (Chile). Miembro del Consejo Superior de esta institución y de la academia de Historia y Geografía de Chile, y presidente del Instituto Chileno San Martiniano. Ha sido subdirector Económico del Ministerio de Relaciones Exteriores, y embajador de Chile en Japón y Argentina.

Una importante reunión se celebró en julio pasado, entre elsubsecretario de Relaciones Exteriores de Chile, embajador FernandoSchmidt, con su homóloga boliviana, Mónica Soriano, en la ciudad de LaPaz. Hace 136 años, Chile y Bolivia estuvieron involucrados en laGuerra del Pacífico, y durante la mayor parte de este tiempo no huborelaciones diplomáticas a nivel de embajadores, lo que esincomprensible en un mundo moderno, donde los desafíos se enfrentanconjuntamente, sobre todo entre países vecinos, y donde la actitud de Chile, respecto de América Latina, no ha contribuido a mejorar esta situación.

Enmateria comercial, a partir del año 2004 se ha registrado un aumento enel comercio entre ambos países. En 2009, Chile exportó a este paísUS$237 millones, principalmente en productos industriales ycombustibles procesados, mientras que importó US$227 millones, en sumayoría gas natural y bienes intermedios. El aumento en el comercio registrado en los últimos años es un reflejo del mejoramiento de las relaciones entre Chile y Bolivia.

Larelevancia comercial de Bolivia para Chile es doble: somos un proveedorimportante en su mercado, y en los últimos años hemos oscilado entre elcuarto y el octavo lugar entre sus principales socios comerciales,y al mismo tiempo, las exportaciones son distintas de lastradicionales, por lo que ofrecen un atractivo espacio de crecimiento anuestros sectores industriales y no convencionales, los que desde elaño 2007 explican más del 95% de nuestros envíos a ese mercado.

Chile y Bolivia suscribieron un Acuerdo de Complementación Económica el año 1993, pero pese a ello, es el país limítrofe con el cual tenemos menos comercio, ya que representa sólo el 0,4% de muestras exportaciones y el 0,1% de nuestras importaciones a nivel mundial.

La inversión boliviana en Chile es prácticamente inexistente. Entre1990 y 2009 se han materializado en el país poco menos de un US$1millón. Distinta es la situación de los capitales chilenos, que entre1990 y 2004 alcanzaron los US$366 millones.

Bolivia haadquirido nueva relevancia para nuestro país, considerando losreiterados encuentros entre los presidentes Morales y Piñera, en elmarco de las consultas políticas entre ambos gobiernos, dando muestrasde un claro entendimiento y comprensión mutua. Las relaciones entrelos dos países han mejorado desde que Morales está en el poder, porquefue electo con una mayoría inédita y ha mantenido la más altaaprobación ciudadana en los últimos 30 años, ya que entre otras cosas, encarna a la auténtica composición étnica de la nación altiplánica.

Como primera conclusión podemos establecer que elpresidente Morales es el primero de una larga serie de mandatarios quetiene piso político para abordar las negociaciones reales sobre el temamarítimo con Chile, desde una perspectiva histórica, seria y con visiónde futuro, lo que coincide con el sello pragmático que el gobiernode Sebastián Piñera ha impulsado a la cancillería chilena. Esto generaen ambos países las mejores condiciones para que el tema de lasoberanía marítima sea discutido, pensando en el beneficio mutuo deambos naciones, en un impulso que debe ser profundizado desde Chile.

¿Y por qué el Estado chileno debe ahondar las negociaciones?Porque se trata de un país más desarrollado, y que debe demostrar mayorflexibilidad en su política exterior regional, ofreciendo diálogosconstructivos, soluciones imaginativas, y propiciando acercamientos másprofundos. Por eso, Chile debe, en primer lugar, insistir en elintercambio de embajadores, y en segundo lugar, generar una discusiónfranca en materia de soberanía marítima. No se trata de entregarsoberanía de manera apresurada ni de pensar en partir en dos nuestroterritorio, sino de que a través de la sapiencia política y lahabilidad diplomática, se busque una solución adecuada para estasituación tan anómala en un contexto de globalización como el que vivimos actualmente.

Paralo primero, el Estado chileno debe utilizar todos los recursos de unapolítica exterior moderna, que incluya y coordine a representantesdiplomáticos, empresarios, castrenses y culturales, para la reanudaciónde la actividad del consejo empresarial entre ambos países, dependientedel Acuerdo de Complementación Económica e institucionalmente, de laConfederación Nacional de la Producción.

Para lo segundo, Chiledebe profundizar el diálogo con Bolivia en estas negociaciones en elmarco y espíritu del Tratado de Charaña, encontrando una fórmulacreativa de incorporar al Perú en estas conversaciones, en virtud deltratado de 1929, en relación a que la discusión de los temas limítrofesdebe convocar a los tres involucrados, dando una potente señal deacercamiento y unión en la región, lo que permitirá buscar solucionesconjuntas a problemas compartidos y de mutuo interés como el agua y laenergía.

Dentro de este contexto, Chile debe hacer énfasis en lacomplementación económica entre los tres países, ofrecer sus servicioscomo plataforma comercial y financiera hacia el Asia Pacífico, einvitar a los involucrados a utilizar sus Tratados de Libre Comerciocon el mundo.

Esto sólo será posible si Chile, como ya indiqué,adopta una visión objetiva, progresista y moderna con miras a construiruna política exterior de un Estado que realiza una nueva etapa derelaciones con sus vecinos, tal como lo expresó el presidente Piñera enla cumbre de San Juan, al destacar que “soy optimista, porque lostiempos están cambiando para mejor, porque no estamos atrapados enconflictos: es el nuevo aire que se respira en América Latina”.

Deconformidad a lo expuesto, vemos con razonable optimismo, pero con laadecuada prudencia, para no crear falsas expectativas, las acciones querealiza nuestra Cancillería, ya que visualizo una inédita voluntad política de ambos gobiernos para abordar los 13 puntos de la agenda, entre los que se incluye el tema de soberanía marítima.

Porúltimo, esta voluntad que no observábamos desde hace décadas, esnecesaria para llegar a una solución con altura de miras, pensando enel bienestar de la región, e insertos en el Siglo XXI.

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