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Una relación más madura
Jue, 04/08/2011 - 10:15

Susan Kaufman

Por qué Grecia nos  tiene que importar
Susan Kaufman

Susan Kaufman es directora del Centro de Política Hemisférica de la Universidad de Miami.

Los latinoamericanos a menudo son críticos de la política estadounidense hacia la región. Han acusado a Washington de carecer de una política hacia América Latina o de “descuidar” la región. También han criticado que EE.UU. tenga una política de “talla única para todos” que no toma en cuenta las diferencias entre los países. Y si Washington sí diferencia a los países promoviendo políticas bilaterales o subregionales, los latinoamericanos con frecuencia responden acusando a EE.UU. de “dividir para reinar”, minando así la solidaridad latinoamericana.

Muchos estadounidenses también acusan a Washington de no tener una política latinoamericana. Recientemente su crítica se ha vinculado a su percepción de que EE.UU. está “perdiendo a América Latina” frente a China, que está fortaleciendo su involucramiento e influencia en la región como resultado de sus enormes compras de commodities exportados por América Latina. Estos estadounidenses quieren que EE.UU. “haga algo” para revertir el relativo declive de la influencia y el poder de su país en la región.

Es interesante constatar que aún se reflejan posturas tradicionales. Los latinoamericanos todavía creen que la relación entre EE.UU. y la región está únicamente en las manos de Washington, como si no tuvieran el poder para lanzar sus propias iniciativas hemisféricas.

Pero los tiempos han cambiado. América Latina ya no es la región subdesarrollada de antaño, aunque aún existan muchos pobres. Muchos de los países más grandes están experimentando un rápido crecimiento económico a través de la exportación de commodities con precios elevados, especialmente hacia China. Están atrayendo también miles de millones de dólares en inversión extranjera. Estos países no necesitan (y no debieran querer) esperar a Washington para presentar iniciativas de política hemisférica. Por el contrario, los latinoamericanos debieran decidir qué tipo de relación quieren con EE.UU. y comenzar a presentar propuestas que pueden ser mutuamente discutidas y empleadas con Washington.

No es que América Latina haya estado inactiva en el desarrollo de políticas exteriores. De hecho ha habido numerosos esfuerzos recientes para crear nuevas organizaciones regionales, muchas de las cuales han excluido deliberadamente a EE.UU. Adicionalmente, los países de América Latina han expandido enormemente sus relaciones globales, abriendo nuevas embajadas, firmando tratados de libre comercio y montando esfuerzos multilaterales para aumentar la representación regional en los cuerpos que gobiernan los organismos internacionales. Lo que los latinoamericanos no han hecho es dedicar una cantidad comparable de energía e ideas para desarrollar políticas hemisféricas constructivas que incluyan a EE.UU. En vez de ello, algunos países latinoamericanos se han enfocado a mejorar su relación bilateral con EE.UU., lo cual es bueno pero insuficiente.

EE.UU. también ha mostrado entusiasmo en profundizar su relación bilateral con países individuales. Pero Washington ha seguido extendiendo iniciativas hemisféricas también, pese a que América Latina está muy dividida entre aquellos países hostiles a EE.UU. (los del Alba) y los que no lo son. Dada esta situación, parecería más razonable para Washington focalizarse en las democracias latinoamericanas cordiales, las que buscan y valoran una buena relación con EE.UU. y no derrochan su tiempo con los hostiles líderes del Alba, a menos que, o hasta el momento en que manifiesten una inclinación a tener relaciones más constructivas con EE.UU. Finalmente, los estadounidenses no debieran agitarse por la creciente influencia de China en América Latina. Hasta ahora, tanto China como América Latina han considerado su relación como mutuamente conveniente. Este sentimiento está comenzando a cambiar, a medida que los aspectos más negativos de la relación se tornan visibles. Ya hay preocupación porque China parece interesada únicamente en las materias primas latinoamericanas, y no en sus exportaciones de mayor valor agregado. No tomará mucho tiempo antes que América Latina comience a buscar más inversión y nuevos mercados en EE.UU. para sus productos manufacturados, como una manera de contrarrestar la creciente influencia de China en la región –especialmente porque EE.UU. importa un porcentaje mucho mayor de productos de mayor valor agregado que China. Ojalá la región pronto se diera cuenta también de que es de su interés tomar la iniciativa para darle forma al tipo de relación que le gustaría tener con EE.UU.

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