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El "efecto Tepito"
Vie, 20/05/2011 - 17:05

Ibsen Martínez

¿Por qué salí de Twitter?
Ibsen Martínez

Ibsen Martínez es escritor y ensayista venezolano. Su trabajo puede leerse regularmente en publicaciones locales tales como los diarios “El Nacional”, “Tal Cual” , “El Mundo, economía y negocios”, y el semanario “Zeta”, todos de Caracas (Venezuela). Ha sido colaborador de medios extranjeros como “El País”, “ABC/abcd” (suplemento cultura del diario “ABC”) y “El  Mundo”, de Madrid (España). También de “El Espectador” de Bogotá (Colombia), así como de las revistas literarias y de ideas “Letras Libres” de España, y El Malpensante, de Bogotá (Colombia). Desde 2005 he escrito  ocasionalmente en inglés para “Foreign Policy”, “The Washington Post” y durante cinco años para la página estadounidense “Econlib.org”, especializada en temas económicos.

Tepito es el barrio bravo de Ciudad de México, aunque oficialmente no exista porque forma parte de la colonia Morelos. Con sus 57 manzanas, ubicadas relativamente a poca distancia del centro de la capital y del Palacio Nacional, el barrio tiene un área comparable al East Village neoyorquino y alberga docenas de notables sitios históricos.

Fundado a mediados del siglo XVIII, en el inmediato extrarradio de la capital, llegó con el tiempo a ser barrio de artesanos y agremiados, como lo testimonian los nombres de algunas de sus localidades de mayor "abolengo": panaderos, plomeros, labradores, mecánicos. Semillero de boxeadores y cultores del catch-as-catch-can (como los legendarios El Santo, Blue Demon, "Tarzán" López, El Guerrero Maya, "Dientes" Hernández y los Hermanos Espanto), sus añosas arenas y sus pintorescos gimnasios se muestran ya en franca decadencia.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, los habitantes de Tepito son los más pobres de la capital mexicana, con ingresos familiares promedio entre uno y tres salarios mínimos. En contraste con esa extremada pobreza, considérese que la Alianza Internacional de la Propiedad Intelectual denuncia que en los últimos siete años la industria musical arrojó el primer lugar en pérdidas (con 1,285 millardos de dólares), seguida del software de negocios con 705 mil dólares. El software de entretenimiento, la industria del home video y la actividad editorial siguen cada una con 372 mil, 272 mil y 182 mil dólares respectivamente. Esto hace de México el tercer productor mundial de grabaciones piratas.

De acuerdo con el funcionario de la SIEDF de la PGR, el Distrito Federal concentra más de 70% de toda la piratería nacional. Tepito es la principal fuente abastecedora. Se calcula que hoy día operan en Tepito más de 400 laboratorios de productos apócrifos que ocupan a miles de personas. El sismo de 1985 acabó con muchísimas de las vecindades en las que vivían familias tradicionales de este barrio que otrora fue de talleres. Pero para muchos de sus habitantes, la debacle vino en 1994, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre México y Estados Unidos.

Para irnos entendiendo, Tepito era ya para entonces un barrio marginado al tiempo que floreciente enclave del contrabando, principalmente de electrodomésticos y ropa -actividad conocida localmente como "fayuca" y protegida orgánicamente no sólo por policías y funcionarios-, en el corazón de la ciudad de México. Pero una vez que se eliminaron los aranceles, la mercancía que se ofrecía en Tepito a escondidas apareció en todas las tiendas del país y las ganancias de los tepiteños se vinieron abajo.

Era sólo cuestión de tiempo para que los "informales" se reconvirtieran al narcotráfico. La droga llegó a Tepito igual que lo había hecho la "fayuca": con protección de la policía y del corrupto funcionariado municipal. Con la droga llegaron las armas y aparecieron las bandas que protegen el negocio. Con las guerras entre bandas por el control de territorios surgió el sicariato, hasta entonces desconocido por los tepiteños.

Para otros, lo que realmente hizo de Tepito un territorio de impenetrable impunidad fue la demagógica política de licencias al comercio informal, adelantada durante la gubernatura capitalina a cargo del izquierdista Cuauthémoc Cárdenas.

Las bandas y las "asociaciones de comerciantes" de Tepito -que ya suman más de 60- azuzan contra una policía corrupta, mal armada y desmoralizada, a una población empobrecida que, como homólogo urbano de los campesinos cocaleros de Bolivia, no ha tenido más opción que convertirse en cómplice de la variopinta actividad criminal que halla refugio en la tierra de nadie que es el barrio.

Datos de la policía del DF dan cuenta de que en el barrio operan más de 40 bandas dedicadas al comercio de armas, al secuestro express, al robo y modificación de vehículos y a la clonación industrial de tarjetas de crédito. Las armas se cotizan por catálogo: un fusil de asalto AK-47 cuesta 30.000 pesos; una Pietro Beretta, 12.000 pesos. Una tarjeta clonada de Bancomer tarda un día en ser detectada por el banco. La tarjeta clonada costaba, en 2003, unos 500 pesos que cubren las pocas horas en que tardan en ser inutilizadas; las de American Express tardan tres días en ser desactivadas y por eso valen 2.500 pesos.

Nada de esto sería posible sin la sinergia de demagogia y corrupción que indiscriminadamente otorgó licencias al comercio informal logrando con ello una paradójica y perversa "privatización" de espacios públicos en una zona insoslayablemente céntrica de la megalópolis mexicana.

¿Nota usted algo familiar en este cuento?

*Esta columna fue publicada originalmente en El Mundo.com.ve.

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