La solicitud, que podría dar al traste con una posible fusión con su homóloga Gol, convierte a la compañía en la última de una serie de aerolíneas latinoamericanas en declararse en quiebra tras la depresión que sufrió el sector en los primeros meses de la pandemia del COVID-19.
Pese a este incremento de las pérdidas, sus acciones han amanecido este lunes con un impulso del 2,3% respecto a la sesión bursátil del viernes.
A pesar de que las tarifas subieron el año pasado por el aumento de la demanda de transporte aéreo, las finanzas de ambas compañías se han visto afectadas por el encarecimiento del combustible y los retrasos en la producción de nuevos aviones.
El período comprendido entre abril y junio de este año se ha posicionado como el trimestre "más importante" de la historia de la compañía, según su consejero delegado John Rodgerson.
Los títulos de deuda estarán garantizados por la compañía y sus subsidiarias Azul y Azul Linhas Aéreas Brasileiras S.A., IntelAzul S.A., ATS Viagens e Turismo Ltda., Azul IP Cayman Holdco Ltd. y Azul IP Cayman Ltd.
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