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2015, el año de los desenfrenos económicos
Lun, 28/12/2015 - 11:11

Henrik Böhme

El júbilo precipitado por la Cumbre del Clima de París (COP21)
Henrik Böhme

Henrik Böhme es periodista de Deutsche Welle.

El perdedor de 2015 es Mario Draghi. En los libros de historia se leerá en algún momento: esta fue la persona que abrió las represas para inundar el mercado con gigantescas compras, mes tras mes, de bonos por miles de millones de euros. Una acción adornada por la máxima autoridad monetaria de Europa con tasas de interés de casi el 0%. Una mezcla arriesgada. El objetivo del mago italiano de la flamante torre del Banco Central Europeo (BCE), en Fráncfort: los bancos deben prestar el dinero barato a las empresas para impulsar la economía, estimular la inflación e incitar a los consumidores a comprar, comprar y comprar.

El problema: el plan no está funcionando. Los bancos se están guardando el dinero en lugar de prestarlo a la empresa privada, a pesar de que tienen que pagar una multa. Los empresarios no invierten porque la economía mundial no es muy estable. La economía en la eurozona está frenada mientras la inflación se mantiene en cero. ¿Por qué es absolutamente necesario hacer todo para lograr un inflación del 2 por ciento? ¿Tiene eso sentido en tiempos en que el precio del petróleo sube y baja sin medida? ¿No radica allí el problema?

La hora de los especuladores. Lo único que está sucediendo es que la gente prefiere gastar su dinero en compras que ponerlo como ahorro en un banco a casi cero intereses. El gigantesco experimento de Draghi es una cirugía a corazón abierto, que solo tiene un efecto: una devaluación del euro de dimensiones históricas.

La política de cero intereses es, sea como sea, la receta equivocada porque pone dinero y capital allá donde se puede hacer más daño: en las manos de los especuladores. Para quienes querían ahorrar para la vejez esta es una política perversa. Por supuesto que ahora podría invertirse en inmuebles. Pero esa burbuja va a estallar, antes de lo que muchos quisieran.

Lo que la riesgosa operación de Draghi ha logrado es que el euro pierda gran parte de su valor frente al dólar, lo que hace que las exportaciones de la zona euro sean más competitivas; probablemente una de las metas del jefe del BCE. En 2016 se prevé una paridad entre ambas monedas. Pero eso, ¿a quién le sirve sino solo a la economía alemana fuertemente orientada a la exportación? Al menos, la inundación de dinero barato mantiene con vida a países del sur de Europa como Italia. Un regalo de Draghi a sus compatriotas. Pero, ¿hasta cuándo va a reemplazar la política monetaria a la Realpolitik?

Sin plan contra la crisis. Eso nos lleva al siguiente descarrío: Grecia. ¿Alguien ha contado cuántas cumbres extraordinarias tuvo que mantener la Unión Europea hasta que, finalmente, fluyeron más miles de millones de ayuda a cambio de promesas de supuestas reformas del gobierno de izquierda en Atenas? Al final de cada paquete de ayuda se tranquilizaba la situación, por unos días. Hasta ahora, no se ha hecho nada realmente sustancial para que Grecia se mantenga por sí misma. Esperamos la edición 2016 del mismo drama.

El tercer desbordamiento y verdadero gran tema europeo es la masiva migración. Esta es una gran prueba para la sociedad alemana, así como para el desempeño de su economía que llegará a sus límites, debido a que el destino de la mayoría de los refugiados que huyen de la guerra y la persecución es Alemania y porque la migración masiva no se detendrá en 2016. El auge de la economía alemana este año no garantiza un éxito el próximo año.

Alemania depende de la economía global, y no se sabe cómo vaya el país a enfrentar una posible recesión mundial. La crisis de los peticionarios de asilo y refugiados pudo haber sido prevista en Alemania, pero nadie quiso tomar el problema en serio. Con toda seguridad, la próxima crisis vendrá. Pero el gobierno alemán prefiere darse el lujo de financiar con miles de millones la jubilación a los 63 años de edad.

Ojalá la economía global no entre en crisis porque aquí estamos de nuevo con Mario Draghi, que ha quemado ya toda la pólvora y ha agotado todos los instrumentos para estimular la economía. Su política monetaria es veneno para Europa porque impide las reformas necesarias. Por eso el lema para 2016 es: ¡Paren a Draghi!

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