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Así está la propiedad intelectual y la innovación en el mundo
Jue, 05/10/2017 - 09:11

Georgy Llorens

El caso de Intu, el primer centro comercial que posee su propio e-commerce
Georgy Llorens

Georgy Llorens Bueno cuenta con más de 20 años de experiencia en temas de Gestión de la Estrategia, Inteligencia Empresarial, Emprendimiento e Innovación y Control de Gestión. Es ejecutivo de empresas, académico, investigador, escritor y relator en temas de estrategia, inteligencia competitiva, emprendimiento e innovación. Es PhD in Business Administration de CASS Europe de Luxemburgo; Magíster en Dirección Comercial y Marketing de la Universidad Adolfo Ibáñez (Chile) e Ingeniero Comercial de la Universidad Andrés Bello (Chile). Se ha desempeñado como ejecutivo responsable de la Gestión Estratégica, Control Estratégico, Innovación y Sostenibilidad en importantes empresas nacionales y multinacionales. Se ha especializado en empresas de retail, centros comerciales, agroindustria, farmacéuticas y supermercados. Es académico de Postgrado y Pregrado en la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello (Chile). 

El registro de la propiedad intelectual es un factor fundamental al momento de innovar, debido a que ofrece ciertas garantías a quien innova para resguardar por un tiempo sus invenciones, marcas o diseños. Es la recompensa que obtiene alguien por ser el primero en el desarrollo de algo nuevo.

Analizar las cifras de registros de propiedad intelectual es interesante, ya que cada registro se materializará en el futuro a través de un producto, servicio o marca, por tanto, lo que hoy es un intangible en un tiempo más lo veremos en los mercados. Así, al mirar estas cifras, podemos anticiparnos y ver quiénes son los que más innovarán en el futuro.

La Organización Mundial de Propiedad Intelectual (o WIPO en inglés) anualmente publica las principales cifras de la actividad de propiedad intelectual (P.I.). En el último informe de Datos y cifras de la OMPI sobre P.I. 2016 aparecen cifras reveladoras respecto a los países asiáticos y LATAM.

Existen cuatro grandes categorías de P.I. que se analizan anualmente: N° de patentes, N° de marcas, N° de diseños y N° de modelos de utilidad. Estos últimos son similares a las patentes, pero exigen condiciones menos estrictas y ofrecen un plazo de protección inferior.

Registro de patentes en el mundo

En relación a las patentes a nivel mundial se concedieron 2,9 millones de patentes, lo que representa un 7,8% de crecimiento respecto al año anterior, es decir, se otorgaron 207.900 nuevas patentes el año anterior.

Si bien a nivel mundial, el crecimiento es alentador, cuando comenzamos a mirar de cerca las cifras vemos que China fue quien más patentes registró con el 38,1% del total mundial, por sobre EE.UU. quien aportó el 20,4% del total de patentes, seguido por Japón con el 11,0%, Corea con el 7,4% y Europa con el 5,5%. Latinoamérica en su conjunto, considerando los 20 países que lo conforman desde México por el norte hasta Chile por el sur (incluyendo a Brasil), con el 2,2% del total de patentes a nivel mundial, es decir que de los 2.888.800 de patentes otorgadas, LATAM registró solamente 62.403 patentes. Sin embargo, la cifra es aún más compleja si consideramos que de este monto, Brasil y México aportaron el 77%, por lo que el resto de los 18 países de LATAM aportaron la ínfima cifra de un 0,49% del total mundial.

Estas cifras nos muestran que en Latinoamérica estamos muy lejos de transformar la innovación como un pilar de desarrollo de la sociedad, y lo peor es que no se vislumbran cambios en el corto plazo, debido a que al menos desde la perspectiva de los registros de patentes, los productos o servicios protegidos por estas solicitudes llegarán al mercado en los próximos años y el volumen absoluto con que LATAM aporta a estos números es bastante bajo, por lo que veremos muy pocos productos y servicios en el mercado.

Inversión en I+D en la región

Los países del OCDE destinan un 2,4% del PIB en promedio a inversiones en I+D, siendo Corea quien más invierte destinando un 4,3% al año, seguido de Israel con un 4,1% y Japón con un 3,6%.  Cayéndose de la tabla aparecen los dos países latinoamericanos que forman parte de la OCDE. En penúltimo lugar aparece México quien destina un 0,5% del PIB y Chile, en último lugar, con un 0,38%.

El tema de la baja inversión en I+D es uno de los factores que está atentando sobre el futuro de la región, Brasil es quien más invierte y destina un 1,2% de su PIB en I+D, el resto de los países de LATAM no sobrepasan el 0,5%.

Por otro lado, en los países de la OCDE el 70% de la inversión en innovación proviene de las empresas y en América Latina sólo el 40% de las empresas invierte en innovación.

Un primer paso para cambiar estas cifras es incentivar a que las universidades y empresas puedan trabajar en conjunto en I+D a través de exenciones tributarias, mayores fondos concursables, protecciones de derechos y profesionales flexibles con las capacidades necesarias.

No podemos dejar todo en mano de las empresas privadas ya que es sabido que el riesgo e incertidumbre de la inversión en I+D afecta los resultados de las empresas de corto plazo, por lo que los ejecutivos que son medidos con la utilidad del año, no estarán dispuestos a invertir, aunque sepan que es un beneficio de mediano plazo.

El gran desafío que tenemos como latinoamericanos es destinar más recursos para invertir en I+D, destinar más profesionales que se dediquen a la I+D y por supuesto, una vez que se tenga alguna innovación, proteger los derechos a través del registro de patentes.

Un mecanismo que tienen los Estados es fomentar a que más personas estudien carreras científicas, humanistas y de diseño ya que son estos quienes tienen mayor sintonía con lo que le sucede a la humanidad. Lamentablemente, al menos en Latinoamérica, una gran proporción de estudiantes se dedican a las carreras de gestión (management), lo cual no genera innovaciones a gran escala, están más focalizados en aumentar la eficiencia y gestionar muy bien lo existente, pero necesitamos que más personas se dediquen a la creación e investigación.

Desde la perspectiva macroeconómica esto es como una gran cadena de valor para que, como países, obtengamos nuevas industrias y productos o servicios innovadores, debemos en primer lugar invertir en I+D, fomentar la creación de un ecosistema laboral que permita que más profesionales se dediquen a la investigación y desarrollo, para posteriormente registrar el producto de ese trabajo a través de patentes.

Finalmente, debemos ser capaces de crear los mecanismos que permitan llevar esas innovaciones al mercado, que tengan la capacidad de obtener el financiamiento y alcanzar la escalabilidad necesaria para finalmente llevarlos al mundo.

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