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¿Cuándo se presentan riesgos de hiperinflación?
Mié, 21/10/2015 - 08:53

Karelys Abarca

Los controles de precios, miles de años de desatinos
Karelys Abarca

Karelys Abarca es Economista, egresada de la Universidad Central de Venezuela, y Profesora-Investigadora en la Facultad de Economía de esta casa de estudios. Ha sido dos veces Premio Nacional Alberto Adriani, galardón otorgado por el Banco Central de Venezuela y la Fundación Alberto Adriani. Twitter: @karelitabarca

En ocasiones puede confundirse el término inflación galopante con la hiperinflación, actualmente Venezuela es un caso particular que se presta a esta confusión. De acuerdo a Michael Salemi, el término de hiperinflación se reserva a situaciones en las que la tasa promedio mensual de inflación supera el 50%. La hiperinflación fue en gran medida un problema del siglo XX, superado ampliamente en el mundo de hoy. No obstante en la actualidad se habla de posibles riesgos de su presencia en la economía venezolana, de manera que vale preguntarse, ¿qué genera riesgos de hiperinflación y cómo puede resolverse este problema económico?

Los ejemplos históricos de Alemania y Hungría, posteriores a dos guerras mundiales, no explican suficientemente las causas esenciales de procesos hiperinflacionarios que han conmovido al mundo. Los conflictos bélicos y la destrucción de recursos y aparatos productivos no son la causa determinante que desata hiperinflación, pues varios países de América Latina sufrieron también procesos hiperinflacionarios durante la crisis de la deuda externa, en tiempos de paz. En realidad, las hiperinflaciones han sido causadas principalmente por un crecimiento descontrolado de oferta de papel moneda, por una indisciplinada política monetaria.

Las hiperinflaciones en la historia se han producido cuando las instituciones económicas gubernamentales emiten excesiva liquidez para financiar el déficit público, de manera que el gobierno gana a expensas de la pérdida de valor real del dinero de los ciudadanos, en lo que se denomina “impuesto inflación”. En otras palabras, el impuesto inflación es el costo de oportunidad que paga la sociedad con el financiamiento del déficit fiscal a expensas de la pérdida de valor del signo monetario. El crecimiento exacerbado de la liquidez genera crecimiento veloz de los precios, porque los ciudadanos intentan conservar el poder de compra de una moneda en sobreoferta acumulando bienes de consumo, y al mismo tiempo como intento por evadir el impuesto inflación, lo que genera escasez en el mercado y un crecimiento acelerado de precios, que agrava progresivamente la situación.

La hiperinflación es un proceso de retroalimentación positiva, crece como una bola de nieve, una vez iniciado un proceso inflacionario progresivo, el crecimiento de los precios entra en una fase incontrolable. Si un gobierno financia sus gastos emitiendo liquidez, generará inflación, con lo que se perderá el poder adquisitivo de la moneda, por lo que probablemente se vea constantemente presionado a aumentar sueldos y remuneraciones, con lo que incrementará la emisión de dinero de alto poder expansivo, acrecentando la espiral inflacionaria. Se desata un proceso de bola de nieve, porque en la medida que aumenta la liquidez, la ciudadanía gastará más rápidamente el dinero para evitar el impuesto inflación y el gobierno responderá a la pérdida de poder adquisitivo con tasas progresivamente más altas de emisión de dinero.

Obviamente que desde esta perspectiva, Venezuela tiene serios riesgos de hiperinflación, no sólo por el vacío estadístico de cifras de inflación que lleva casi un año, lo que genera infinitas presunciones, sino principalmente por el comportamiento indisciplinado de la oferta monetaria en los últimos años, como revelan las propias cifras del Banco Central de Venezuela. Entre el año 2004 y el 2014 la base monetaria se expandió en más de 2700%, con un crecimiento promedio anual de 45%, combinado con la expansión de los otros agregados monetarios, como principales signos de ese riesgo latente de hiperinflación. Por ejemplo, en el mismo período de diez años el agregado monetario M2 ha crecido en más de 4000%, a una tasa promedio anual de crecimiento de 52%, provocando una inflación anual acumulada de más de 1200%.

La pregunta más importante es cómo evitar llegar a la hiperinflación, o cómo detener la bola de nieve del crecimiento monetario y de precios, ó cuándo termina este proceso de retroalimentación positiva una vez iniciado. La única medida que puede detener la hiperinflación o corregirla es una disciplinada política monetaria que genere confianza en los agentes de la economía, para lo que es necesario devolver autonomía absoluta al Banco Central, posiblemente con una profunda reconversión monetaria y una ineludible reforma fiscal para cerrar la brecha del déficit al menor costo de oportunidad para la sociedad. La medida es aparentemente sencilla, pero lamentablemente por experiencia histórica los gobiernos la evaden en la mayoría de los casos.

Las hiperinflaciones tienen efectos negativos en la distribución de la riqueza, perpetúan el círculo vicioso de la pobreza, transfieren riqueza de la ciudadanía al gobierno a través del impuesto inflación, abaratan el crédito e impactan negativamente a las instituciones financieras, reducen la eficiencia de las economías, generando expectativas pesimistas del valor de la moneda y acercando a los agentes económicos a la acumulación de bienes de consumo, al trueque y la escasez permanente. Los ejemplos de hiperinflación en América Latina entre los años setenta y ochenta, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Perú, Uruguay, estuvieron acompañadas de una “dolarización” de las transacciones económicas, tal que la riqueza buscaba respaldarse en la divisa extranjera, situación análoga a la que vive actualmente Venezuela.

Efectivamente Venezuela tiene riesgos severos de sufrir este fenómeno de fiebre de las economías en el mediano plazo, especialmente por el déficit fiscal generado por la caída de los ingresos petroleros; sin embargo, aún está a tiempo de evitar que se desate una avalancha más grave de crecimiento de precios, en un momento de la historia donde la inflación no es un problema para la economía mundial.

Según Jeffrey Sachs detener la hiperinflación requiere un programa integral de estabilización de la economía que incluye política cambiaria, fiscal, monetaria, laboral y de fortalecimiento de las instituciones económicas. El éxito del control de la hiperinflación exige que los gobiernos entiendan bien las relaciones del sistema económico y asuman los costos reputacionales de aplicar las medidas correctivas de manera oportuna.

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