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Demoler autopistas para recuperar ciudades
Lun, 05/05/2014 - 17:13

José Brakarz

Demoler autopistas para recuperar ciudades
José Brakarz

José Brakarz es Especialista Urbano de la División de Gestión Fiscal y Municipal del Banco Interamericano de Desarrollo, donde trabaja desde 1993. Tiene un Doctorado con concentración en Planificación Urbana por la Universidad de California, Berkeley. Anteriormente, trabajó en el Gobierno Federal de Brasil y en el Instituto Brasileño de Administración Municipal. Participó directamente en la preparación de más de 50 proyectos en los sectores de vivienda, desarrollo urbano, y desarrollo municipal en toda Latinoamérica. Es autor del libro “Ciudades Para Todos” sobre la la experiencia del BID en programas de mejoramiento de barrios

Esta semana la municipalidad de Río de Janeiro demolió una autopista aérea que cruzaba el área del puerto. A pesar de que era una de las arterias principales de la ciudad, sucumbió ante un proyecto de revitalización que busca devolver esta área a los ciudadanos.

Esta acción no es aislada. Demoler infraestructura para automóviles, que fue construida en el pasado sin consideración con el paisaje urbano, es una tendencia que gana adeptos en la medida en que alcaldes y residentes priorizan la calidad de vida en sus ciudades.

Algunos ejemplos notables de esta cruzada por rescatar los espacios urbanos son:

1).- San Francisco: el terremoto de 1989 dañó la doble autopista aérea sobre el embarcadero (Embarcadero Freeway) que recorría el borde costero. El debate sobre demolerla ya existía, pero el cierre por los daños comprobó que sin ella el tráfico vehicular funcionaba perfectamente.

En 1991 fue demolida, y ahora existe en ese espacio un parque peatonal entre el Ferry’s Building y el Fisherman’s Warf, una de las destinaciones preferidas para turistas y residentes.

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2).-Seúl: el parque Cheonggyecheon en el centro de Seúl es otro ejemplo de restauración urbana tras la demolición de una autopista. En el periodo de la post-guerra, el río Cheonggyecheon fue cubierto primero con concreto y luego con una autopista aérea. En 2003 la ciudad decidió sacar la autopista y crear un espacio urbano en la ribera del río, lo que a su vez produjo una revitalización del centro de la ciudad. Ha sido un rotundo éxito por la atmósfera agradable y animada, el positivo impacto ambiental, y por el aumento del valor de las propiedades aledañas. Con este proyecto, la ciudad ganó una reputación de audacia en los proyectos urbanos y de determinación para enfrentar a los grupos de interés que  buscaban mantener el statu quo.

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El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha apoyado varios proyectos de revitalización con énfasis en transformar el espacio urbano en áreas dinámicas, con vida, donde los residentes puedan congregarse e interactuar. Los ejemplos incluyen el proyecto “Orla Morena” en la ciudad de Campo Grande, Brasil; el proyecto de revitalización del Centro Histórico de Quito, en Ecuador; y la Plaza Roosevelt en São Paulo. Una característica común de estos proyectos es la reducción del flujo vehicular para dar espacio a los peatones y los ciclistas. A pesar de las reacciones iniciales de comerciantes y automovilistas, los problemas de tráfico han sido minimizados, ya sea por desincentivar el flujo vehicular en zonas céntricas, o mejorando sustancialmente el transporte público.

La tendencia es clara: el automóvil debe ceder espacio a los ciudadanos. Aunque las autopistas parezcan imprescindibles para el tráfico vehicular, siempre hay alternativas mejores al alcance de la mano. El ingrediente que falta para recuperar las ciudades es clave: el coraje de alcaldes y autoridades.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog URBE & ORBE del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

 

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