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Desigualdad: ¿qué hacemos ahora?
Mar, 08/04/2014 - 09:06

George Gray Molina

La trampa de renta media: ¿sí, pero cuál?
George Gray Molina

George Gray Molina es el Economista Jefe y Líder del Equipo regional de Desarrollo Humano y Objetivos de Desarrollo del Milenio en la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD, basada en Nueva York. Proviene del Instituto Alternativo. Previamente, fue miembro de la sociedad de Lideres Globales de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales Woodrow Wilson, en la Universidades de Princeton y Oxford. También fue investigador asociado del Centro de Investigación sobre Desigualdad, Etnicidad y Seguridad Humana (CRISE) de Oxford y miembro del Centro Dialogo Interamericano basado en Washington, DC. Entre 2004 y 2008, fue coordinador del Informe de Desarrollo Humano PNUD en Bolivia. Fue Director de la Unidad de Análisis de Política Económica del Gobierno Boliviano (UDAPE) y Director del Programa de Maestría en Política Publica de la Universidad Católica de ese país. Posee un Doctorado en Filosofía y Política de la Universidad de Oxford, una Maestría en Política Publica de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard y un pregrado en Economía y Antropología de la Universidad de Cornell.

Este es un momento “hombre-muerde-a-perro” para América Latina. Por cerca de una década, los investigadores y los responsables de hacer las políticas públicas han estado diciendo que la lección clave de la región más desigual del mundo, es que la desigualdad puede disminuir y, de hecho, lo hizo. Esto es apoyado por un riguroso conjunto de datos que muestra que desde 2000 hasta alrededor de 2010, la desigualdad de ingresos se redujo de manera inequívoca en 16 de 17 países. Por esto, es noticia la publicación de una serie actualizada hasta 2012 sobre pobreza y desigualdad preparada por Sedlac y lanzada en febrero por el Banco Mundial.

El informe, coordinado por Louise Cord, hace el gran trabajo de preparar el camino para un examen más detenido de los datos y de las implicaciones de la estabilización de la tendencia de la desigualdad en la región. También comparte valiosos datos y análisis fiscales del Proyecto Commitment to Equity, coordinado por Nora Lustig de la Universidad de Tulane y el Inter-American Dialogue.

Las tendencias de la desigualdad. Comencemos con los datos sobre desigualdad. La noticia no es que haya una inversión en la tendencia de la desigualdad, sino que la tasa de disminución se está desacelerando –y, en algunos países, estancando. La evidencia proviene de la última revisión de los datos de hogares llevada a cabo por Sedlac. Los colegas en Cedlas-La Plata hacen el minucioso trabajo de armonizar un conjunto de datos comparables sobre las tendencias de la pobreza y la desigualdad en la región.

Los datos sobre la desigualdad de ingresos del informe del Banco Mundial provienen de un conjunto de datos agrupados. Los coeficientes de Gini regionales no pueden ser promediados a partir de los datos de un país específico (por razones de descomposición), por lo tanto, la única manera de obtener un proxy de la desigualdad regional es agrupar los datos de países específicos en compartimentos y derivar un coeficiente de concentración regional a partir de los casos disponibles. Los resultados muestran un “estancamiento” en la tendencia de la desigualdad entre 2010 y 2012. Entre 2000 y 2010, el Gini regional disminuyó en un promedio de 0,94% por año, mientras que en 2011 se redujo en sólo 0,33% y en 2012 disminuyó en un insignificante 0,02%.

La tendencia también puede ser evaluada a través de comparaciones país por país. Aquí, nuestras estimaciones (realizadas por mi colega Eduardo Ortíz) utilizando los datos de Sedlac, es que México y Panamá, y en menor medida, Brasil, vieron una desaceleración en la tendencia de la desigualdad al comparar 2002-2007 y 2007-2012. Sin embargo, si movemos el periodo de comparación a 2007-2011, podemos añadir a República Dominicana, Chile y Paraguay a la lista de países donde la desigualdad de ingresos está estabilizada.

La encrucijada. La pregunta clave es, por supuesto, ¿por qué la desigualdad de ingresos se está estancando en algunos países? Dado lo que sabemos acerca de las descomposiciones no paramétricas de los cambios en la distribución del ingreso, los factores críticos parecen ser uno o más de los siguientes: (i) bajo crecimiento de los ingresos laborales en la parte inferior de la pirámide de ingreso, (ii) menor efecto de las transferencias sociales, tanto a través de las restricciones fiscales o los cambios en la focalización, y/o (iii) un menor impacto de las pensiones, por cualquiera de las razones expuestas anteriormente.

Una vez más, bajo el supuesto que en el periodo 2010-2012 no ha sucedido mucho con las transferencias sociales o las pensiones, parece ser que el culpable es el mercado de trabajo –especialmente el segmento de baja calificación del sector de servicios donde se creó la mayoría de los nuevos puestos de trabajo durante el periodo de prosperidad económica-.  Como el “crecimiento en los ingresos laborales” es a la vez un beneficio para la sociedad (a través de la reducción de la pobreza) y un costo para las empresas (a través de mayores costos laborales unitarios), se genera otra discusión sobre las políticas que se deben implementar:

Una manera de enfrentar el estancamiento de la desigualdad es embarcarse en reformas estructurales que mejoren el clima de negocios –una forma relativamente directa de bajar los costos laborales unitarios es liberalizar los mercados de trabajo y desregular los beneficios laborales. De hecho, un número de países seguirán este camino en los siguientes meses y años. Desde la perspectiva de desarrollo humano, esto es una estrategia del tipo “carrera para bajar los costos laborales”.

Una segunda manera de enfrentar el estancamiento de la desigualdad es fortalecer las redes de protección social, centrándose específicamente en cómo reforzar los retornos a la educación para segmentos diferentes del mercado de trabajo. Esto es una “carrera entre la educación y la tecnología”, más que una carrera para bajar los costos laborales. Esto se relaciona con la pregunta de por qué algunos países son capaces de mantener el crecimiento con incrementos en la productividad, más que a través de un boom de los precios externos. De hecho, algunos países pueden seguir esta ruta.

Una tercera manera de lidiar con el estancamiento de la desigualdad es no hacer nada. De hecho, este es el escenario más probable ya que las reformas dirigidas hacia la desigualdad son demandantes en términos de capital político e institucional. En estos casos, los países intentarán mantener la disminución de la pobreza a través de un mayor crecimiento económico. Es probable que se descubra, por el 2020, que “más de lo mismo” no suele producir lo mismo.

En cualquiera de los casos, veremos en la región un apetito renovado por reformas estructurales. La pregunta es si son reformas que consolidan los logros laborales de la región, o si los revierten.

*Esta columna fue publicada originalmente en revista Humanum.