Pasar al contenido principal

ES / EN

La escuela austriaca y la eficiencia dinámica
Lun, 20/02/2017 - 09:23

Karelys Abarca

Los controles de precios, miles de años de desatinos
Karelys Abarca

Karelys Abarca es Economista, egresada de la Universidad Central de Venezuela, y Profesora-Investigadora en la Facultad de Economía de esta casa de estudios. Ha sido dos veces Premio Nacional Alberto Adriani, galardón otorgado por el Banco Central de Venezuela y la Fundación Alberto Adriani. Twitter: @karelitabarca

La Escuela Austriaca centra su investigación en el análisis de procesos sociales dinámicos del mercado, dando relevancia a los agentes privados, sin considerar conceptos de equilibrios perfectos ni imperfectos. Por el contrario, la Escuela Austriaca aboga por la idea de un proceso empresarial de creatividad de carácter dinámico, que jamás alcanzará un equilibrio perfecto, pero que sí puede llevar intrínseco la eficiencia.

Para la Escuela Austriaca el mercado puede ser dinámicamente eficiente, siempre que el poder del Estado no dificulte el ejercicio de la actividad económica y la apropiación de los frutos de la acción creadora corresponda a los agentes de la economía que la impulsan, para lo que se requiere sin duda de un gobierno con poderes muy limitados.

Una de las más importantes ideas de la Escuela Austriaca en la ciencia económica, es la demostración científica contundente de la imposibilidad de medir el valor económico en el socialismo o cuando se tiene un Estado intervencionista, por lo que los economistas de la Escuela Austriaca fueron los únicos que pudieron anticipar el desplome de las economías socialistas en el siglo XX y el estrangulamiento del modelo de Estado del bienestar.

Otro aporte muy importante de esta escuela es la teoría del capital, el dinero y los ciclos económicos, en la que se explica que la expansión del crédito sin respaldo en el ahorro, como política frecuente de los bancos centrales, produce burbujas financieras especulativas que desencadenan distorsiones en la inversión real, espirales inflacionarias, crisis o recesiones económicas en las que se produce desempleo y se pierden recursos. Para los austriacos las crisis económicas no son generadas por shocks externos, sino que son impulsadas por errores institucionales de las propias economías, especialmente por la intervención de los bancos centrales, que ensombrecen las señales del mercado.

La Escuela Austriaca desarrolló también la teoría de la función empresarial, que se basa en la idea que la capacidad humana para captar las oportunidades de negocio y ganancia que surgen en el mercado, adecúa las acciones de los agentes privados para aprovechar esas oportunidades, provocando de esa forma un proceso creativo inagotable, que paulatinamente va ajustando a la minimización el costo de oportunidad social de los desajustes acumulados del mercado.

Por lo tanto, la competencia no es un hecho homogéneo y estático, sino dinámico, un proceso de creatividad y cambio permanente en el que los empresarios están pendientes de las oportunidades de negocio y de ganancias, rivalizando unos con otros para aprovecharlas plenamente. De manera que si una empresa toma una mala decisión de mercado y genera una brecha en un sector económico, su más cercano competidor será capaz de volver esa pérdida una ganancia para él, diluyendo así los impactos de las malas decisiones. En esto consiste precisamente la eficiencia dinámica, en un estado de compensación que deviene de la competencia.

Para los economistas austriacos no existe un mercado en perfecto equilibrio como afirma la escuela neoclásica, ni eficiente en términos de óptimo paretiano, sino que el mercado es un proceso social de descubrimiento, creación y ajuste permanente, donde jamás se está en equilibrio, pero en el que sí puede lograrse minimizar los costos de malas decisiones a través de la competencia real, que es lo que denominan eficiencia dinámica.

Aceptar el concepto de eficiencia dinámica y la importancia que en ella tiene la función empresarial, consiste en cambiar totalmente la visión de justicia distributiva, porque consiste en superar la idea de un equilibrio perfecto y estático que puede lograrse a través de la política económica del Estado, por el contrario, toda intervención del Estado en la economía es inadecuada y poco pertinente, porque puede provocar desajustes estructurales innecesarios y vulnerar la propiedad privada.

Según la perspectiva austriaca todo ser humano posee una capacidad natural para descubrir oportunidades de ganancia o excedente que surjan en su entorno, actuando coherentemente para aprovecharlas. La intervención del Estado en la economía no sólo es injustificada, sino que al ser accionada desde un gobierno que administra sus propios intereses, puede vulnerar la libertad de elección y el derecho plenamente humano que cada individuo tiene de apropiarse del producto de su acción creativa.

Por lo tanto desde la visión ética social, todo ente que impida que los agentes privados del sistema sean propietarios, no sólo vulnera ese derecho natural, sino que además vulnera la libertad humana, condición sin la que el hombre pierde su capacidad creativa y se entrega a una vida de subsistencia mediocre, perdiendo además su intuición para detectar oportunidades de negocio y desapareciendo así todo incentivo para llevar al sistema a un estado de eficiencia dinámica.

Quizás por todas estas razones que argumenta la Escuela Austriaca, los Estados socialistas e intervencionistas están condenados al fracaso, porque sofocan la capacidad creativa de los empresarios, porque privan a los individuos de sus derechos de elección y propiedad, vulnerando el principio lógico que todo individuo tiene derecho a apropiarse del fruto de su acción creativa. Cuando un ente como el Estado sustrae el valor de los ciudadanos y se alimenta del sudor de otros, se apropia de lo que no le pertenece y desincentiva a los individuos a desplegar sus acciones en búsqueda de una eficiencia dinámica en la sociedad.

Venezuela es un ejemplo, un terrible ejemplo. Venezuela posee un Estado socialista, que todo lo controla y lo sofoca, una economía donde se apagó el instinto creativo del empresariado y el gobierno pretende sostener su ineficiente política económica basada en la obtención de impuestos que desea sustraer de una ciudadanía que ha perdido su libertad de elección y su propiedad, un Estado que pretende sostenerse de los ingresos obtenidos de una economía donde la productividad ya no existe y donde los ciudadanos se dedican a subsistir y no a desplegar su acción creadora, el Estado venezolano todo lo está devorando, sin darse cuenta que se está devorando a sí mismo. 

Autores