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Lactancia materna en el trabajo: lecciones del Obamacare
Mar, 30/07/2013 - 11:14

Florencia Lopez Boo

Lactancia materna en el trabajo: lecciones del Obamacare
Florencia Lopez Boo

Florencia López Boo es un economista senior en protección social con la Unidad de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Sus cargos anteriores incluyen el trabajo en el Departamento de Investigación del BID, el Banco Mundial, el Instituto OPHI en el Departamento de Desarrollo Internacional de la Universidad de Oxford, así como la enseñanza en la Universidad de Oxford y la Universidad de Louvain-la-Neuve. Su trabajo se enfoca en temas de desarrollo infantil temprano y evaluación del impacto de los programas de protección social. Recibió un doctorado en economía de la Universidad de Oxford y una maestría de la Universidad de Namur. Publicó en revistas con referato como el Economic Letters, Journal of Development Studies y el Cambridge Journal of Economics y es co-autora del capítulo sobre el efecto de la crisis sobre la educacion en el libro "Social and Labor Market Policies for Tumultuous Times: Confronting the Global Crisis in Latin America and the Caribbean" (2009). Florencia es de nacionalidad argentina, y es también investigadora asociada del Instituto del Trabajo (IZA).

Dos recientes noticias alentadoras  demuestran un compromiso con la construcción de lugares de trabajo más amigables para las madres. La primera es que a través de “Obamacare”, dentro de la Ley de Cuidados Accesibles, existe una provisión para que las compañías de seguros cubran los extractores de leche y las consultas con especialistas en lactancia sin costo para la paciente. Y  la segunda (peculiar) noticia  es la apertura de una sala de lactancia en la Casa Blanca, por ser un espacio con más de 50 empleados.

De acuerdo al CDC, las salas de lactancia se han vuelto populares porque “las madres son el segmento de más rápido crecimiento de la fuerza laboral estadounidense. Aproximadamente el 70% de las madres trabajadoras que tienen hijos menores de tres años trabajan a tiempo completo. Un tercio de estas madres regresan al trabajo en el curso de tres meses después de haber dado a luz, y dos tercios en el curso de seis meses. El trabajo fuera de casa está relacionado con un periodo más corto de lactancia materna, y las intenciones de trabajar a tiempo completo están significativamente asociadas a más bajas tasas de iniciación en la lactancia materna y a una más corta duración de la misma”.

Investigaciones recientes muestran que si el 90% de las familias estadounidenses practicaran la lactancia materna exclusiva por seis meses, se podría prevenir alrededor de 1.000 muertes infantiles al año. Además, Estados Unidos ahorraría US$13 mil millones al año ya que los costos de atención médica son más bajos para los niños que han sido plenamente amamantados que para aquellos que nunca lo fueron.

En el mediano plazo, la lactancia materna contribuye a una fuerza laboral más productiva, ya que las madres de niños que fueron amamantados tienden a ausentarse del trabajo menos días para cuidar de niños enfermos. Hoy quiero hablar precisamente del potencial de ambientes de trabajo amigables con la lactancia materna para mejorar tanto la productividad de la madre como la salud y nutrición del niño. El conocimiento basado en la evidencia sobre los beneficios de la lactancia materna para la productividad laboral y la salud de las madres es bien reconocido e indiscutible. La lactancia materna es una parte esencial del ciclo reproductivo general, produciendo una recuperación más rápida del embarazo. Ayuda a reducir el tamaño del útero al tamaño que tenía antes del embarazo, y a perder peso debido a las calorías adicionales que el cuerpo necesita para la lactancia. Reduce el riesgo de depresión posparto y de cáncer de mama y ovario, y ayuda asimismo a prevenir la osteoporosis posteriormente en la vida. Una madre saludable, sin estrés, que puede trabajar, es una empleada que se ausenta con menor frecuencia y es capaz de contribuir más productivamente a su lugar de trabajo. La lactancia materna también disminuirá las ausencias de empleados asociadas al cuidado de un niño enfermo, ya que tiene beneficios importantes a corto y largo plazo para los niños. Los niños que fueron amamantados requieren de menos consultas médicas, recetas y hospitalizaciones.

Una, entre tantas  política amigables a la lactancia,  es el contar con una sala de lactancia (o lactario) en el lugar de trabajo. Wikipedia define una sala de lactancia como “una sala privada donde una mujer lactante puede usar un extractor de leche en privado una o más veces al día”. Sin embargo, algunas salas de lactancia también se adaptan para llevar al niño y amamantarlo durante las horas laborables. Las salas de lactancia en el lugar de trabajo rompen una barrera enorme y son una clara señal de los esfuerzos de los empleadores por crear un lugar de trabajo más favorable para las mujeres. La provisión de un espacio completamente equipado (lavabo disponible para limpiar los instrumentos, refrigeradora para almacenar la leche, un extractor de nivel hospitalario idealmente para compartir, numerosos enchufes eléctricos, un sofá cómodo y una mesa pequeña), privado y conveniente para extraer leche es, ciertamente, un gran factor determinante para que las empleadas sigan amamantando y proporcionando esta importante fuente de nutrición a sus hijos al regresar al trabajo.

En Estados Unidos, las madres trabajadoras amamantan a una tasa 15% más baja que las madres que no trabajan. La falta de un espacio seguro y apropiado para la extracción, los viajes, el estrés, las fechas límite y la falta de tiempo son algunas de las razones principales. Incluso cuando estas salas están disponibles, hay otros factores que pueden impedir la lactancia materna en el lugar de trabajo. Entre ellos, la falta de tiempo de las madres para la extracción de leche durante su día laborable y, en las profesiones o trabajos que demandan viajar, el requerimiento de que las madres lactantes se desplacen (véase en breve otra publicación en este blog al respecto).

Los legisladores que propusieron la ley de cuidados accesibles lidiaron con los inconmensurables gastos que esto supone, pero hay una consecuencia que no previeron: un auge en la demanda de extractores de leche que ha dejado a algunos minoristas cuesta arriba para mantenerse al día. En cualquier caso, el hecho de que los minoristas tengan que luchar un poco es una gran noticia para las madres pobres que no pueden pagar los aproximadamente US$300 que cuesta un extractor eléctrico doble.  Por supuesto, hay extractores manuales y hospitalarios que se pueden alquilar o compartir. Si se comparten extractores hospitalarios, los kits de recolección  de leche cuestan solamente US$40 cada uno. Si todas las madres pobres tienen o no seguro de salud es un tema que da para una publicación más extensa. No obstante, la meta de “Obamacare” es proporcionar, bajo su mandato, seguro de salud accesible para todos los ciudadanos estadounidenses.

Aún así, de la combinación del acceso  a salas de lactancia  y de la cobertura de extractores de leche por parte de las compañías aseguradoras, el Instituto para la Investigación de Políticas de las Mujeres espera un impacto todavía modesto. Estima que la tasa de lactancia materna aumentará de 44,5 a 47,5%, debido a estos cambios. Estas políticas progresivas son alentadoras, y nuestra región puede aprender de ellas, adaptarlas e importarlas rápidamente. Perú y la ciudad de Buenos Aires han cambiado su legislación recientemente para dar lugar a salas de lactancia, pero aún hay mucho por hacer en este frente. Estoy segura de que las madres que no trabajan, las que lo hacen por cuenta propia o aquellas que trabajan en el sector informal en nuestra región también enfrentan dificultades de tiempo para amamantar, pero desafortunadamente no hay datos de nuestra  región  sobre las tasas diferenciales de lactancia materna por ocupación.

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Primeros Pasos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).