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Los dilemas éticos del Big Data
Vie, 20/01/2017 - 11:21

Joan Cwaik

Joan Cwaik
Joan Cwaik

Joan Cwaik es innovador tecnológico, conferencista, docente y autor. Es licenciado en Gestión de Medios y Entretenimiento (UADE), posee un posgrado en Convergencia Multimedial (UBA). Actualmente es coordinador del Centro de Divulgación Tecnológica de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas (UADE) y gerente de Marketing para Latinoamérica en Maytronics.

Querramos o no, consciente o inconscientemente, los medios de comunicación, las redes sociales, las máquinas, los robots, sensores y muchos otros dispositivos y aplicaciones que utilizamos cotidianamente, incrementan el flujo de datos de forma exponencial, llegando incluso a los millones de petabytes, en una combinación entre datos mixtos, estructurados (mediante hashtags, palabras clave, algoritmos matemáticos) y no estructurados (conversaciones, interacciones sociales, imágenes etc.).

Y frente a estos volúmenes de información que circulan a través de medios, objetos y personas, es lícito preguntarnos quién maneja toda esta información, para qué la usan las empresas y organizaciones, e incluso, qué nuevos modelos de negocio emergen a partir de todas estas mediciones.

Existen cada vez más riesgos de seguridad informática, especialmente si se toma en cuenta la gran cantidad de información que circula, se extrae y se comparte. Y en este sentido, claramente, los cibercriminales cuentan con mayores recursos, conocimientos y una mejor organización para poder vulnerar y atacar el ´corazón´ de nuestras redes, sistemas y aplicaciones corporativas.

Por otra parte, el Big Data está causando una revolución en el mundo empresarial, transformando de manera fundamental los modelos de negocio existentes y creando otros completamente nuevos. El problema del crecimiento de esta paradigma digital es que no habrá suficientes especialistas para cubrir esta demanda. Se estima que en el 2018, sólo en Estados Unidos, puede producirse un déficit de entre 140.000 y 190.000 profesionales con conocimientos profundos sobre técnicas de análisis.

Resolver estos dilemas no parece una tarea fácil, especialmente por la frontera difusa entre privacidad y bien público que dificulta su reglamentación legal. Por un lado, los datos personales digitalizados pueden copiarse infinitamente y distribuirse globalmente.

Por otro, los datos no se agotan cuando se usan, sino que se pueden reutilizar y aumentar su valor cuando se conectan con otros datos. Pero a diferencia de los bienes materiales, los datos personales están íntimamente ligados a la historia e identidad del individuo.

La capacidad del Big Data ofrece la posibilidad de predecir la probabilidad de que una persona tenga un determinado comportamiento en el futuro y puede utilizarse para prevenir acciones terroristas, fraudes bancarios o incluso el fracaso escolar; pero también podría utilizarse para discriminar o imponer castigos anticipados, antes de que se cometa el delito.

*Esta columna fue publicada originalmente en Télam.

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