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Luis Videgaray: Venezuela, EE.UU. y el 2018
Mar, 11/04/2017 - 09:04

Ivonne Melgar

México: ¿Es Josefina más de lo mismo?
Ivonne Melgar

Ivonne Melgar es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (México). Trabajó en unomásuno y en Reforma. Es reportera y columnista del periódico Excélsior, Grupo Imagen y Cadena Tres Noticias. Ha reporteado las actividades de Los Pinos (casa de gobierno de México) desde 2003. Es autora de la columna de análisis político Retrovisor que se publica todos los sábados en Excélsior.

Cuando el presidente Enrique Peña acudió a los funerales de Hugo Chávez, era imposible imaginar que el gobierno de México reprobaría en un futuro inmediato la falta de democracia en Venezuela.

Iniciaba el sexenio (6 de marzo de 2013) y el canciller en turno, José Antonio Meade, se esforzaba por proyectar cercanía con las administraciones de la izquierda latinoamericana.

Todavía más: la narrativa que el gabinete peñista filtraba en la prensa pretendía subrayar un supuesto contraste con los gobiernos del PAN, a los que caracterizaba como afines a Estados Unidos y lejanos al bloque bolivariano.

Pero las vueltas que da la vida han colocado al tercer canciller del sexenio, Luis Videgaray, en una posición similar a la que los priistas le cuestionaron a Vicente Fox y a Felipe Calderón.

Porque más allá de las palabras, el secretario de Relaciones Exteriores ha protagonizado la cercanía de la administración de Peña Nieto con Donald Trump, aun antes de ser gobierno, y la crítica a las pulsiones autoritarias del heredero del chavismo.

Mas la coyuntura internacional y los traspiés del presidente vecino, parecen servirle la mesa al canciller Videgaray, convirtiéndolo en protagonista de un nuevo capítulo en la historia de la diplomacia mexicana.

Nadie puede negar que el exsecretario de Hacienda carga con el hecho impopular de haber traído al candidato Trump a Los Pinos para regodearse con sus advertencias del maltrato que daría a los mexicanos.

Esa verdad monumental, sin embargo, no impide reconocer que Videgaray afronta, a partir de esta semana, mejores condiciones a las previstas a su llegada a la Cancillería, hace tres meses.

¿Ha funcionado la estrategia del hombre en el que más confía el presidente Peña? ¿O es que Trump se ha topado con la realidad? Todo indica que ambas situaciones se han cruzado en beneficio de México, diluyendo el justificado catastrofismo que teníamos diez semanas atrás, en el arranque de la gestión del republicano.

Además de los cambios en su equipo —su estratega Steve Bannon salió del Consejo Nacional de Seguridad—, hubo reconocimiento de que “el gran y precioso muro” era “improbable”, en voz de John Kelly.

El secretario de Seguridad de EU no sólo aclaró que esa promesa de Trump sería una suma de torres y cercas, sino que además suavizó la amenaza de la separación de las familias migrantes, con el señalamiento de que se haría en casos particulares.

La moderación en el discurso antimexicano sucedió justo en la cuarta visita de trabajo de Videgaray al vecino país, donde las negociaciones que él encabeza habrían entrado, al fin, en una fase de distención.

De mantenerse esa tendencia en la comunicación bilateral para los temas migratorio y comercial, el canciller tendría razones para sonreír.

Y es que así lo observamos, optimista, se diría que contento, en su conferencia de prensa este 6 de abril, en Washington, al concluir la visita.

No era para menos. Ese mismo jueves, por la tarde, el presidente Peña recibió en Los Pinos a la esposa y a la madre del líder opositor venezolano, Leopoldo López, quien está en la cárcel desde 2014.

La conversación privada del mandatario mexicano con Lilian Tintori y Antonia Mendoza avaló las declaraciones presidenciales y del canciller sobre la urgencia de que se restablezca el orden democrático en Venezuela.

“México le abre los brazos a los venezolanos, a los familiares de los presos políticos y a buscar una solución que tiene que venir urgente para Venezuela”, expuso Lilian Tintori al concluir la visita que había solicitado desde hace dos años.

El giro de la política exterior de Peña deja atrás la pretensión de cerrar los ojos frente a las violaciones de los derechos humanos en otras naciones, bajo el retórico pretexto de la no intervención.

Si bien la excanciller Claudia Ruiz Massieu dio señales de rectificación en su momento, ha tocado en suerte a Videgaray protagonizar el liderazgo en la OEA para reclamar la restauración de los valores democráticos en el gobierno de Nicolás Maduro.

Y para cerrar su buena semana, ayer, en Buenos Aires, el canciller encabezó el exhorto a EU firmado por siete gobiernos latinoamericanos a actuar con mayor prudencia en Siria y encontrar una salida política.

Pero como no se puede tener todo en la vida, el llamado “vice” en los corrillos de la grilla, por su ascendencia sobre el presidente Peña, continuó estando muy lejos de las preferencias de los priistas como prospecto para 2018.

Según las encuestas de abril, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, sería hasta ahora el único del PRI con posibilidades de competencia frente a la oposición, al tiempo que se consolida entre la militancia del partido en el poder.

Quizá por ello, el canciller respondió en Washington con un “no, no y no” este jueves a la pregunta de si le gustaría ser candidato presidencial.

Había en su semblante una sonrisa que dejó abierta la duda. No sólo porque “el vice” es considerado el favorito del presidente Peña, sino porque la coyuntura ha comenzado a girar a su favor.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

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