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Odebrecht: el otro producto de exportación
Vie, 22/12/2017 - 09:52

Hernán Ramos

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Hernán Ramos

Hernán Ramos es economista, editor, escritor, docente universitario, consultor internacional en economía y medios latinoamericanos. Fue editor general del Diario El Comercio de Quito, Editor-Fundador del Semanario Económico Líderes. Colabora habitualmente con medios de Colombia, Argentina, México. Escribe sobre temas económicos, sociales, políticos que interesan a la región.

En un año –que en América Latina es un lapso políticamente equivalente al largo plazo de otras latitudes-, el apellido “Odebrecht” se derrumbó desde la cima empresarial al fangal de la corrupción corporativa; pasó de la gloria mediática al abucheo moral; subastó su edulcorado discurso de responsabilidad social y se convirtió en el molde perfecto de lo que nunca debe hacer una empresa cuando conecta ética y negocios… Odebrecht pasó de firma corrupta a estandarte corruptor y viceversa.

En Brasil, la trama con el matasello de Odebrecht alcanzó ribetes de terremoto político y la mayor economía latinoamericana decanta su crisis entre pactos y componendas de toda laya para evitar el derrumbe de toda la estantería. En Perú, la figura de su presidente devino caricatura política gracias a Odebrecht, porque luego de salvar el cargo, PPK gobierna sin paracaídas moral y sobrevive sin legitimidad ética. En Ecuador, cinco meses bastaron para que el "caso Odebrecht" coloque al vicepresidente reelegido ante el drama ético de mantenerse en el cargo -sin funciones y tras las rejas-, con una sentencia de seis años de prisión por asociación ilícita. Y así.

Mucho se ha escrito de este tema dominante del paisaje político regional. ¿Qué agregar entonces? Un par de reflexiones:

1. El caso Odebrecht corrió la cortina y descubrió lo que se presumía, lo que se sabía, lo que se decía en voz baja mirando a los costados: la relación incestuosa entre negocio privado y poder político; entre capital puro y política dura; entre chequera gorda y contrato sobrevalorado; entre financiamiento privado y obra pública; entre cabildeo corporativo y necesidad social apremiante; entre gente de empresa sin escrúpulos y políticos poderosos no menos pusilánimes a la hora de subastar el interés público…

El director del FMI (1987-2000), Michel Camdessus, abordó alguna vez al crac bancario ecuatoriano del período 1998-2000 y reflexionó en ese sentido el origen de la quiebra de la economía y la llegada de la dolarización. Otra fue la naturaleza de aquella crisis, pero lo relevante fue su denuncia: por primera vez el FMI se atrevió a descubrir públicamente la conexión antiética entre política y economía y sus efectos devastadores, más allá del límite permitido por la sociedad. Por eso, pronto, sus declaraciones cayeron en el olvido.

2. El caso Odebrecht destapó la cloaca y por esa vía llegó al mismo punto de conexión política-economía denunciado por el FMI: desde la alcantarilla pestilente de la corrupción corporativa, protagonizada por una empresa transnacional de origen latinoamericano que ató su interés particular con varios estados nacionales, apalancándose en una clase política corrupta y parasitaria. No es el único ni será el último caso, pero sí el más visible de la historia contemporánea, por el alcance de su onda expansiva y los efectos derivados.

Odebrecht es un caso de estudio para empresarios, políticos, historiadores, economistas, filósofos inclusive, porque descubrió la “caída del muro” que separaba el interés particular del interés público; el interés empresarial de la voracidad política. Hoy todo se bate en el mismo albañal de intereses yuxtapuestos, coaligados, imbricados, al punto que corrupto y corruptor son lo mismo; son las dos caras de la misma moneda. El caso Odebrecht es un “producto de exportación” latinoamericano. Producto que debe estudiarse a fondo para comprender lo que un empresario honesto nunca debe hacer y un político con sangre en la cara nunca puede transgredir. Muchas lecciones quedan, muchas.

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